Diario de Castilla y León

Ribera del Duero roza los 118 millones de kilos de uva y augura una «gran añada»

La Denominación de Origen cierra un año difícil con una campaña que superará en cantidad a los dos años anteriores

Un vendimiador arroja uva tinta a un remolque en uno de los majuelos burgaleses de la DO Ribera del Duero. / EL MUNDO

Un vendimiador arroja uva tinta a un remolque de uno de los viñedos de la Ribera del Duero en una imagen de archivo. - E. M.

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LORETO VELÁZQUEZ | BURGOS
Valladolid

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La Denominación de Origen Ribera del Duero da por finalizada la vendimia 2023. A falta de que se cierren de forma definitiva las cifras en parte de las bodegas de la Denominación de Origen en Burgos, Segovia y Valladolid, es una cosecha que se ha saldado con algo menos de 118 millones de kilos de uva, 13 millones más que los recolectados en el año 2022 y 8 millones más que los recogidos en 2021, cuando se saldó con 109.906.000 kilos de uva.

Si echamos la vista atrás, en los últimos diez años supera las cifras alcanzadas en 6 campañas. Es el caso de la cosecha de 2019, con 96 millones de kilos de uvas; la de 2013, con 95 millones, o la de 2015, que se limitó a 88 millones de kilos. El peor año fue en 2017 cuando una histórica helada que desplomó las temperaturas hasta los 6 grados bajo cero, mermó la cosecha a la mitad dejándola en apenas 55 millones de kilos de uva.

Por el contrario, la cosecha récord en volumen fue la de 2016 con unos históricos 133 millones de kilos de uva. El pódium se completa con la añada de 2020, con 123 millones y la de 2014, con 122 millones.

Más allá de la cantidad, en Ribera del Duero el objetivo siempre es la calidad y esta última añada promete grandes vinos. Según explica el responsable técnico del Consejo Regulador, Alberto Tobes, la uva presenta unos parámetros físico-químicos muy buenos y está sana, por lo que todo apunta a una cosecha de calidad. «La próxima semana emitiremos el informe definitivo de cierre de campaña», subraya.

En datos, la uva tinta tiene el mayor protagonismo, pero poco a poco va creciendo el interés por los vinos blancos, aunque por ahora sigue siendo algo minoritario con algo más de un millón de kilos de uva blanca correspondiente a la variedad Albillo Mayor.  

Hay que recordar que la Ribera del Duero se abrió a los vinos blancos en el año 2019, dando respuesta a una reivindicación que durante años expusieron productores y elaboradores y protegiendo a una variedad que siempre ha estado presente en el campo de la denominación de Origen.

Enólogos

Los enólogos lo tienen claro: esta campaña promete. «Tiene potencia, estructura e intensidad aromática», argumenta el presidente de la Asociación de Enólogos de la Ribera del Duero (Enoduero), José Nuño, convencido de que podemos estar ante «una gran añada».

En cuanto a la vendimia, detalla, comenzó adelantada y aunque las lluvias obligaron a recoger las parcelas más vulnerables; la amenaza de hongos como Botrytis se disipó pronto con unas temperaturas altas para la época del año. «Con las primeras lluvias parecía que íbamos a tener una campaña difícil, pero el tiempo fue después excepcional», añade a sabiendas de que la lluvia vino bien para ampliar volumen y compensar la merma producida por las heladas caídas en algunas zonas en primavera, pero la situación meteorológica también favoreció una «maduración excepcional» y «eso se traducirá en vinos de muy buena calidad».  

Como representante de las bodegas de Ribera, el presidente de la Asociación Asebor, Iker Ugarte, coincide: son vinos «equilibrados, con acidez y con extracción de color bastante buena». «Tiene muy buena pinta», asegura consciente de que con la uva ya en bodega, la preocupación ahora es luchar contra una carga burocrática que asfixia al vino y al campo. «No podemos perder más tiempo», apremia al recordar que no es una cuestión baladí. «De la simplificación depende la competitividad de nuestra Denominación de Origen, una DO referente de calidad y marca España, así como del resto de agricultores y ganaderos, un sector de mucho peso en Castilla y León», insiste. 

Añada

La Ribera del Duero cierra así un año difícil a pie de campo en el que no ha faltado el pedrisco, la sequía y dos heladas primaverales que en ciertos tramos causaron estragos. 

Para conocer de forma oficial cómo se calificará la cosecha hay que esperar como pronto al mes de abril o mayo del año que viene. Según marca la normativa de la Denominación de Origen lo decide un comité excepcional formado por profesionales del sector del vino. En datos generales, en las 40 cosechas realizadas desde la fundación de la DO en 1982, ha habido 13 añadas Excelentes, 18 Muy Buenas, 7 Buenas, 2 Regulares y ninguna Deficiente. Las únicas catalogadas como ‘regulares’ correspondieron a los años 1993 y 1984.

En la categoría de Buenas se sitúan las añadas de 2013, 2006, 1997, 1992, 1990, 1988 y 1987 mientras que lograron la distinción de Muy Buenas añadas como las de 2022, 2018, la histórica helada de 2017, 2016, 2014, 2012, 2008, 2007, 2005, 2003, 2002, 2000, 1998, 1994, 1991, 1985, 1983 y la primera, en 1982.

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