Billetes para el siniestro de Cs

Muchos de estos del extinto Ciudadanos que poblaron las instituciones en Castilla y León acudieron a la política por puras convicciones: Billetes. Estos son sus principio y no tienen otros. El último caso, que estaba pendiente de saltar, era el del número dos y tesorero de Cs en la Comunidad, el siniestro Miguel Ángel González, que tras quedarse sin los casi cien mil de las Cortes por el adelanto electoral se refugió con sueldo a dedo en la Diputación de Valladolid, sacando de un codazo a la persona que había trabajado en el puesto casi todo el mandato. Ahora estaba pendiente de destino. Y de billetes, porque este se mueve por billetes. Tras algunas negativas y aporrear varias puertas, le han acogido de asesor en la Junta. No se sabe qué va a asesorar, porque más allá de las intrigas, los tejemanejes y la elaboración de listas y dossieres negros no se le conoce otro oficio que el de tinieblas. Van a por los billetes. ¿Qué le debe el PP regional al personaje para asumir el bochorno de colocarlo a dedo en la Junta a sueldo del contribuyente? Fácil. Ejerció de acusica. Es decir, nada. Porque Cs se desmontó solo y su ruina era de dominio público. Pero él esperaba su bolsa de 30 monedas caídas del cielo de la Junta, que pagamos todos, y le acaban de llover con la DANA. Billetes. El PP no paga traidores, los paga el contribuyente. Ya pueden andarse con cuidado y darle una tarea en la que no pinte nada y una ubicación donde no pueda meter el cuezo, porque estos personajes tienen la naturaleza del escorpión. Por un puñado de billetes acuchillan al que se les ponga por la espalda. Billetes. Este personaje, que no ha contado todo lo que sabe e hizo en las primarias del pucherazo, es a la decencia  política lo que Rubiales al fútbol femenino, que diría el ínclito Pablo Fernández. Agarrado al sueldo público cual percebe a la roca, que también diría Fernández, Pablo. El PP sabrá. Aunque en este caso no gasta de lo suyo. Gasta de lo nuestro. Billetes. A ver lo que nos cuesta.