Castilla y León pendiente de las urnas de Andalucía
No soliviantarse, que todo lo que pasa en la Junta estos días, pasa en función de lo que se va a decidir en Andalucía el próximo domingo. Todo sobre lo previsto. Todo en orden. VOX exhibe músculo de gobierno desde Castilla y León en los bíceps de Macarena Olona. Son elecciones. Hace mucha calor. Y empieza a ser tedioso que la política viva en una constante campaña electoral, en vez de coger una azada y ponerse por el surco. Que a este paso, ni llegamos a regar cuando nos toque la vez. Lo que pase en las urnas andaluzas tendrá sus consecuencias en Castilla y León. Para el PP, para VOX, para ambos, o para ninguno. Pero fundamentalmente para el devenir inmediato del gobierno de coalición al que ya ni los propios dan vida más allá de las próximas Navidades. Todo es cambiante. Y la política más. Una cosa es predicar y otra dar trigo. Porque no basta con sembrar. Hay que segar, recoger y almacenar. Una tarea nada grata con la calorina por eso ahora. Con esas modernas cosechadoras que tienen hasta tele y aire acondicionado la labor se hace de noche, y se ven los campos iluminados de focos leed, trigal arriba, trigal abajo. Lo que ocurra en el sur afectará a la meseta. Tres son las variables: que al PP no le quede otra que meter a VOX en gobierno; que al PP le llegue para no meter a VOX en el gobierno y, la última, más peliaguda, que el PP, precisando de VOX, pase de VOX. Y ahí entra el factor Feijóo. ¿Que hará Juanma Moreno? Porque una cosa es lo que te pide el cuerpo en campaña y otra ponerte a la investidura sin garantía de votos y tener el arrojo de arriesgar otra contienda. Andalucía pone a prueba el efecto Feijóo electoral y postelectoral, pero también cómo sigue soplando VOX. No es probable soplar y sorber al mismo tiempo. Seguimos en campaña. Y seguiremos hasta mayo venidero. Sube la temperatura.