Diario de Castilla y León

Creado:

Actualizado:

LOS veterinarios estadounidenses se quejan de que cada vez tienen más problemas para conseguir un medicamento con el que tratan a caballos y vacas. Se trata de la Ivermectina, que se utiliza en grandes dosis para desparasitar a los animales. Hasta tal punto llega el asunto, que estos profesionales han hecho llegar su desazón a las autoridades. Dicen que tienen que ingeniárselas de mil maneras para poder llevar a cabo su trabajo. Lo más desconcertante de todo es la razón por la que existe esta falta de suministro. Y es que se ha extendido la creencia, por llamarlo de alguna manera, de que este medicamento es bueno para prevenir o tratar la infección por Covid-19. Sucede en todo el país, pero de manera más acentuada en los estados del sur. En una nación como esta, tan diversa, con ciudadanos tan dados a creerse cualquier teoría, por rocambolesca que pueda parecer, no debe sorprender en exceso que ocurran estas cosas. Sirva como ejemplo de esta candidez que aquí siguen buscando una explicación para los cientos de tiroteos que ocurren a diario en las calles. Siguen preguntándose qué hacen mal para que cada día mueran cientos de personas por esta causa. No quieren darse cuenta de que buena parte de la culpa la tiene la segunda enmienda de su sacrosanta Constitución, intocable para la mayoría de los americanos desde 1791, y que les permite tener verdaderos arsenales en casa mientras sus hijos conviven con ello con absoluta normalidad. O la tragedia que supone enterrar a los trece soldados asesinados en Afganistán hace un par de semanas mientras se lamentan por la juventud de los fallecidos y claman venganza, pero sin reparar en el error, un espeluznante error, que significa enviar a la guerra a chavales de 19 y 20 años que acaban de dejar el instituto, armados hasta los dientes y bajo situaciones de estrés propias de las zonas de combate. Unos jóvenes que, por otra parte, tienen prohibido tomarse una cerveza porque no alcanzan la edad legal mínima para ello, los 21. No pueden tomarse una radler pero sí pueden llevar dos pistolas al cinto o ir a la guerra. Con este caldo de cultivo, como decía, no sorprende demasiado que se haya extendido esa teoría de que el antiparasitario para los equinos previene el Covid. Y la caja solo cuesta doce dólares, así que el problema está servido. Cada vez hay más hospitalizaciones por intoxicaciones graves a raíz de la ingestión de este medicamento. Y, mientras, el porcentaje de personas vacunadas completamente no alcanza el 55%. Dicen que hay un 25% de negacionistas. En muchos de los casos coinciden los que no se vacunan porque ‘no sé lo que me van a meter’ con los que se meten un antiparasitario para caballos en grandes dosis. En fin, lo dejamos aquí.

tracking