Diario de Castilla y León

BURGOS

«La llegada de las grandes bodegas pone en riesgo la marca Ribera y a los viticultores»

Honorio Arroyo, viticultor y presidente de la cooperativa de Milagros (Burgos), advierte de la falta de mano de obra

Honorio posa en una de sus viñasECB

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Loreto Velázquez

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Honorio Arroyo Arroyo lleva toda la vida siendo viticultor. Tiene 20 hectáreas de viñedo y es, además, presidente en la Cooperativa de Milagros (Burgos). Él lo tiene claro: «La llegada de las grandes bodegas pone en riesgo tanto la marca Ribera del Duero como la pervivencia de los viticultores». «Se están haciendo con toda la uva», lamenta, a sabiendas de que «cuando empiezan a coger su propia producción, rompen los acuerdos con los viticultores o les bajan el precio». «Ya se está viendo: negocian un precio, la bodega le pide que limite el crecimiento a 4.000 kilos por hectárea y, cuando llega el momento, se echan atrás», advierte.

En su opinión, más allá del cierre planificado en la Denominación de Origen para el año 2026, el Consejo Regulador tiene que prohibir las plantaciones que llegan por arranque de otras zonas vinícolas de España, «porque, al no haber control, es un coladero». «Los derechos tienen que llegar a la gente joven y darles ayudas para que se queden en el campo y en los pueblos. Es la única forma de que haya relevo generacional y se mantenga la calidad que tantas puertas nos ha abierto».

Sabe bien de lo que habla. Por edad, podría jubilarse, pero la falta de relevo generacional le obliga a pedir una prórroga de dos años. «Tengo dos hijos y, aunque han estudiado, tengo la esperanza de que alguno se las quede».

De seguir así, advierte, no solo bajará el precio de la uva, también las labores que el viticultor lleva a cabo a lo largo del año para preservar la máxima calidad. «Si baja la rentabilidad, la poda en verde la haces, pero en la segunda mano a lo mejor recortas y eso, sin duda, afectará. Yo creo que estamos en un momento delicado que requiere la intervención de la administración y del Consejo Regulador, porque esto no solo afecta a los viticultores, también a las pequeñas bodegas». 

Honorio es un gran defensor de las cooperativas. «Veo cómo se trabaja desde dentro y puedo garantizar que somos como cualquier otra bodega de calidad. Aquí se hacen las cosas bien y, para ello, tenemos un equipo de técnicos expertos que asesoran a todos nuestros viticultores. Nosotros vendemos a granel a bodegas de renombre y yo puedo garantizar que es vino de calidad; para ello, trabajamos todo el año 110 viticultores».

Él lleva toda la vida en el campo. «Mis padres ya tenían viñas y, cuando yo decidí ya meterme de lleno, las fui reestructurando porque antes se mezclaba un poco todo: tinta del país, garnacha, valenciana… Se iba a cantidad y yo tengo todo Tempranillo».

FALTA DE MANO DE OBRA

Sus veinte hectáreas están en espaldera por una cuestión práctica. «Con el problema que estamos teniendo con la mano de obra, no queda otro remedio. Es la única manera para no depender tanto».

Pese a los retos actuales, el presidente de la cooperativa de Milagros mantiene viva la esperanza. «Si hacemos las cosas bien y tomamos medidas, Ribera del Duero tiene futuro porque tiene calidad, pero tiene que seguir siendo rentable para que los jóvenes quieran quedarse en los pueblos».

En su opinión, parte de la solución depende de la administración, vía impuestos. «Es verdad que en las ciudades hay más servicios, pero en los pueblos tampoco vivimos mal; pero falta ese incentivo para convencerles. Lamentablemente, la idea no termina de calar en los despachos donde se toman las decisiones», subraya, sin olvidar otra de las grandes amenazas: la proliferación de corzos. «Hacen muchísimo daño a la viña. Como te pillen con las plantas brotadas, no dejan una, y vallar no es opción porque aquí, si te fijas, son todo parcelas pequeñas de media o una hectárea».

Él ha probado con una solución intermedia que, por ahora, le funciona. «Yo pongo repelente cuando la viña empieza a brotar y me sirve. Es caro, porque un litro cuesta 50 euros y tienes que poner cada diez metros un recipiente con 1,5 centilitros de líquido, pero es eficaz». A la hora de pedir, él lo tiene claro: «Menos burocracia». «Nosotros somos agricultores, viticultores. Nos gusta estar en el campo, pero la burocracia cada vez es peor y te entierran en papeles y más papeles».

En la recta final de febrero, el sol de los últimos días comienza a preocupar. «Necesitamos que hiele más, que haga más frío. La cepa está empezando a llorar y eso no es bueno. Si se inicia el ciclo, en cuanto llegue una helada, estaremos como el año pasado. Solo hay que ver los almendros: ya están floridos y eso no es buena señal».

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