Malestar en Burgos por la «discriminación» a los apicultores estantes
COAG lamenta que el Gobierno central y la Junta de Castilla y León solo concedan ayudas directas a la trashumancia para hacer frente a la sequía y la inflación / Las zonas afectadas por la falta de agua por segundo año consecutivo atraviesan una «situación muy complicada»
A todos les ha afectado la sequía, aunque en mayor o menor medida dependiendo de la zona. También la subida de los precios por culpa de la inflación derivada de la guerra entre Rusia y Ucrania, que en este caso no hace distinciones. Sin embargo, tanto el Gobierno central como la Junta de Castilla y León consideran que las ayudas directas para paliar las pérdidas del sector apícola por ambos fenómenos deben ir a parar única y exclusivamente a los profesionales que practican la trashumancia. Ni una sola mención a las explotaciones estantes en el Real Decreto-Ley 4/2023 y en la convocatoria publicada en el Bocyl el pasado 17 de octubre.
La semana pasada, COAG Burgos denunciaba públicamente que se deje fuera de estas subvenciones al 66,7% de los apicultores profesionales burgaleses (30 de 45) y a 285 de un total de 715 en el conjunto de la Comunidad. En su opinión, ambas administraciones están «vulnerando el principio de igualdad dentro del sector» porque se «privilegia a un modelo productivo en detrimento de otro.
Consciente de esta «discriminación», la responsable de Apicultura de COAG en Burgos, María del Río, insiste en que «no entendemos el por qué de esta diferencia». Después de varias reuniones entre representantes de las organizaciones profesionales agrarias (Opas) y del Ministerio de Agricultura, lamenta que se haya optado por beneficiar únicamente a una parte cuando «la sequía nos afecta a todos por igual». No en vano, es consciente de que los apicultores trashumantes ya reclamaron ayudas en su día para cubrir el encarecimiento del gasoil.
A tenor de lo sucedido, COAG sostiene que este escenario de «desigualdad» pone «en entredicho la viabilidad de muchas de las explotaciones» amparadas bajo el modelo productivo estante, «predominante en el norte de la Comunidad», que «ya ha sido dejado fuera de las ayudas al gasoil». Entretanto, Del Río es consciente de que la apicultura ecológica lo tiene «más complicado» porque de cara a la alimentación de las abejas «necesitas suplementar a las colmenas» y el precio de los productos «ha subido una barbaridad» de un tiempo a esta parte.
Dentro de lo que cabe, muchos profesionales burgaleses han tenido «suerte» este año gracias a las tormentas registradas en julio. Pero la provincia es muy extensa y no llovió para todos por igual, de ahí que haya zonas como Demanda donde la cosecha ha sido «bastante pobre».
«Podemos seguir viviendo de nuestro trabajo, pero venimos de un año muy seco en general», apunta la responsable de Apicultura de la organización agraria a sabiendas de que un segundo ejercicio con el mismo panorama deja en una «situación muy complicada» a los afectados. De hecho, en primavera habló con un apicultor burgalés que «estaba pensando en buscarse otro trabajo».
Ante esta coyuntura, y a expensas de que convoquen nuevas ayudas que sí tengan en cuenta a la apicultura estante, COAG alerta del posible «abandono de la actividad», aunque sea de forma progresiva, «si el conflicto se prolonga».
«DESCONFIANZA GENERAL», GRANDES ENVASADORES Y BAJOS PRECIOS
La miel de China se ha convertido en el enemigo a batir. Organizaciones agrarias como COAG llevan tiempo alertando del «fraude» en los etiquetados para ocultar su origen y la «baja calidad» de un producto que pone en jaque a los apicultores españoles. El grito ya se ha puesto en el cielo, pero la entrada del gigante asiático también ha provocado una «desconfianza general» por parte de los consumidores hacia los profesionales que se esmeran en elaborar el mejor producto posible.
Así lo percibe la responsable de Apicultura de COAG Burgos, María del Río. Afortunadamente, casi todo el mundo «se da cuenta cuando tiene un producto muy rico delante» que «marca la diferencia». El problema, no en vano, reside en que las grandes envasadoras compran miel a granel, ofreciendo «precios bajísimos», sin importar la procedencia.
«Yo no puedo vender a 3 euros el kilo» , subraya la también cofundadora de Apimara (Arconada de Bureba) plenamente consciente de que con esa minucia «no podríamos sobrevivir». Por eso le duele que muchos apicultores cedan sin pensar en el resultado final de un producto que se ha empezado a poner en tela de juicio por culpa de quienes mezclan. Y para que quede claro, porque desde fuera todo se ve siempre más fácil, no está de más recordar que «hay que trabajar mucho para tener 500 colmenas».