Diario de Castilla y León

LEÓN

Un paseo por la vida arriera

Entre piedra, historia jacobea y el aroma del cocido maragato, Santa Colomba de Somoza es un destino donde tradición y autenticidad se saborean a fuego lento

Calle principal del pueblo donde la ermita, construida en el final del siglo XIX, da la bienvenida al viajeroE.M.

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A medio camino entre el Camino de Santiago y el corazón de la Maragatería, Santa Colomba de Somoza es mucho más que un pueblo leonés con encanto. Es una cápsula del tiempo donde las raíces se sienten en cada paso, donde la piedra guarda memoria y donde la mesa se convierte en un altar de identidad. Aquí, el viajero no solo encuentra paisajes de sierra y silencio, sino también una cultura que resiste al olvido con el orgullo tranquilo de quien sabe quién es.

Santa Colomba, cabecera del municipio que lleva su nombre, se encuentra a unos 16 kilómetros de Astorga, en plena comarca de la Maragatería. Sus calles empedradas y casas de arquitectura tradicional maragata —con muros de piedra, amplios portones y patios interiores— nos hablan de una época de arrieros y comercio, de idas y venidas entre Galicia y la meseta que transportaban al interior de la península salazones de pescado traídos desde las costas gallegas, y, al volver a su tierra, cargaban con embutidos y productos de secano.

Hoy son apenas 500 almas (según datos de INE de 2024) las que habitan en sus casas pero en un tiempo pasado lució su esplendor, en particular entre los siglos XVI y XVIII, gracias la ruta jacobea y a la actividad de los arrieros maragatos. La comarca se convirtió en un importante centro de actividad económica y cultural debido al comercio y al transporte de mercancías. Cuentan con orgullo que durante un tiempo éste fue el pueblo de España que, proporcionalmente al número de sus habitantes, tuvo más títulos universitarios desde inicios del siglo XX. La historia aquí no está escrita solo en los libros, sino en la propia piel del pueblo. Es una tierra marcada por las huellas de ese remoto pasado en los petroglifos prehistóricos. Es zona fuertemente romanizada, especialmente dedicada a la minería. Hay restos de explotaciones en Peña Furada y Valdecorrales, en Andiñuela de Somoza o en el castro de Pedredo. Los romanos, ávidos de oro, transformaron para siempre el paisaje, dejando multitud de yacimientos mineros como La Fucarona en Rabanal Viejo, la Laguna Cernea en la propia Santa Colomba o La Cabuercona en Prada de la Sierra.

Casa-Museo

Santa Colomba ofrece aún la posibilidad de conocer la tipología de la casa arriera y su evolución gracias a su Casa-Museo que el ayuntamiento tiene abierta desde hace ya varios años, como contribución a la revitalización de la zona desde el ámbito turístico. Se trata de una típica construcción maragata de la localidad, con amplio portón de entrada, patio empedrado, balconada interior y una serie de habitaciones donde se ubican una colección de 299 piezas, numeradas y propiedad de los vecinos que las han cedido voluntariamente para poder ser expuestas. La casa consta de dos pisos. En la planta baja se ubica la oficina de información al visitante y donde también se realizan actividades tales como conferencias, reuniones, proyecciones y otros actos culturales a lo largo del año. Atravesando un portón interior se accede a la cocina original de la casa con su gran chimenea, su horno, su despensa, su fresquera y gran cantidad de objetos relacionados con las actividades propias de la estancia.

El pueblo es hoy un lugar de descanso y reflexión para los peregrinos, ofreciendo alojamiento y servicios para continuar su viaje hacia Santiago de Compostela. Todo viajero que quiera descubrir la verdadera esencia de la comarca leonesa de la Maragatería debe dirigir sus pasos hasta el amplio municipio de Santa Colomba de Somoza, en las estribaciones de los Montes de León, cerca del mítico Teleno.

Uno de los grandes atractivos de Santa Colomba es, sin duda, su gastronomía. Y si hay un plato que define a la Maragatería es el cocido maragato. Singular desde el primer bocado, este cocido se sirve “al revés”: primero las carnes (morcillo, tocino, chorizo, gallina, lacón), luego los garbanzos con berza y, por último, la sopa. Se dice que este orden viene de los antiguos arrieros, que empezaban por lo más contundente para no desfallecer en la jornada. En restaurantes como Cuca la Vaina o en casas rurales con comedor propio, degustar este manjar es casi un ritual, acompañado por pan de hogaza y, cómo no, natillas caseras o mantecadas de Astorga como colofón.

Pero Santa Colomba no es solo cocina. Su iglesia parroquial, dedicada a Santa Colomba, se alza sobria y serena, mientras que pequeñas aldeas del municipio como Turienzo de los Caballeros, Pedredo o Valdespino de Somoza ofrecen al visitante estampas de postal. Muy cerca, el Camino de Santiago Francés serpentea por la vecina Rabanal del Camino, invitando a los viajeros a descubrir esta tierra en clave pausada.

Además, Santa Colomba vive con orgullo sus fiestas populares, como la romería de la Magdalena o las celebraciones patronales en agosto, donde la música, la tradición y la hospitalidad maragata brillan con fuerza. Se trata de un refugio perfecto para la desconexión.

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