Diario de Castilla y León

TORRE DE SALINAS (2.447 M.)

Por los caminos de la historia del montañismo en Picos de Europa

Siguiendo los pasos de la ascensión a esta emblemática cumbre, por parte del geólogo Casiano de Prado, en el año 1.853

Dos montañeros por encima de las nubes, en el tramo final de la ascensión. / NS

Dos montañeros por encima de las nubes, en el tramo final de la ascensión. / NS

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Nacho Sanz | Valladolid
Valladolid

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Los Picos de Europa son la joya de la corona de la montaña leonesa . Sus elevadas y afiladas cumbres se amontonan en un escenario agreste y salvaje, todo un reto para los amantes del montañismo. Vamos a visitar, una vez más esta zona en busca de una preciosa cumbre cargada de simbolismo, pues es la protagonista de la primera ascensión referenciada en todo el Macizo de los Picos de Europa.

Se trata de la Torre de Salinas , que con sus 2.477 metros es la que marca el comienzo del primer farallón rocoso que encontramos a nuestro paso al encaramarnos en el Puerto de Pandetrave. Quizás esta circunstancia es la que en 1853, llevó al geólogo gallego Casiano de Prado a intentar alcanzar su cumbre, en la convicción de que el cresterío formado por estas torres (las Torres de Cifuentes) constituía el punto más elevado de todo Picos de Europa. 

Al igual que ellos, nosotros partiremos desde el puerto de Pandetrave, desde donde todavía podremos seguir un tramo en coche por la pista de Cabén Remoña que sale del mismo puerto en dirección norte. Podremos seguir por este camino hasta la Horcada de Valcabao -1.780 metros- donde podremos dejar el coche en un amplio espacio de aparcamiento. Desde este punto, en vez de seguir la pista que desciende hacia el este en dirección a Fuente Dé, continuaremos por la pista que continúa hacia el noreste hasta las Joyas de Pedejo, donde un buen pilón nos permitirá coger agua para el resto de la jornada. 

Una marca en una piedra nos ofrecerá dos alternativas para afrontar el siguiente tramo de ascensión: la Canal de Pedejo (o Pedavejo) o el Sedo de Remoña. Mientras la primera alternativa nos lleva por el fondo de la Canal (con más piedra suelta), la segunda discurre por un estrecho sendero pegado a la roca (más vertical y expuesto). Ambos itinerarios confluyen en el Alto de la Canal (2.030 metros), desde donde se abre ante nosotros la maravillosa Vega del Liordes, un privilegiado enclave de verdes prados en el corazón de los Picos de Europa. 

Descenderemos tan sólo unos pocos metros hacia la Vega, pero pronto deberemos abandonar el sendero, orientando nuestros pasos hacia el oeste, siguiendo las referencias de los hitos que nos llevan sobre terreno calizo. Tras superar un primer tramo ya tendremos ante nosotros el farallón de la Torre de Salinas, en busca de la pedrera que desciende por la Canal este. Nos internaremos en la canal, por terreno incómodo y expuesto a la caída de piedras durante un buen tramo, hasta la parte final, en la que debemos tomar un desvío hacia la izquierda marcado con hitos. Llegaremos así hasta la cresta en un marcado collado (2.364 metros) que ya nos da vistas sobre el Valle de Valdeón, en la otra vertiente. Seguiremos por la evidente cresta, hasta llegar a una pequeña horcada, donde tendremos que girar hacia el norte haciendo un pequeño destrepe. Tan sólo nos quedará ya un flanqueo por la vertiente sureste de la cumbre en ligero ascenso para colocarnos en el último tramo que, por la misma arista, nos deja en la cumbre de la Torre de Salinas. 

La satisfacción de Casiano de Prado al conquistar esta cima en 1.853, junto a un vecino de Portilla de la Reina y el paleontólogo francés Edouard de Verneuil, se vio empañada por la evidencia de que existían otras peñas altísimas, de cuyos extraños perfiles, no podíamos apartar los ojos: la Torre de la Palanca, el Llambrión , la Torre Blanca, el Tiro Llago y el Madejuno. Todas ellas por encima de los dos mil quinientos metros, superando en altura a la Torre de Salinas, lo que animaría a Casiano de Prado a acometer tres años más tarde la ascensión a la Torre del Llambrión, donde nuevamente se encontró con que aún existía otra cumbre ligeramente más alta, la Torre de Cerredo, a la que no llegaría a subir. En cualquier caso, el relato de aquella ascensión por parte del geólogo gallego constituye la primera crónica escrita de la ascensión de una cumbre en Picos de Europa que nos habrá acompañado en esta espectacular jornada de montaña. El descenso lo realizaremos por el mismo itinerario de subida, con mucha precaución por la cantidad de piedras sueltas.

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