Lotería de Navidad 2023
Castilla y León sueña con un Gordo esquivo desde hace 17 años
Los últimos grandes premios de este sorteo cayeron en la administración de Almazán en 2006 y en el despacho de la calle Juan Bravo de Segovia en el 2000 / La Comunidad logró arañar 31 millones de euros de este primer premio el año pasado
La suerte es caprichosa. Todos alguna vez en la vida hemos soñado con gritar en medio del trabajo: "¡me ha tocado, me ha tocado!". Sin embargo, las posibilidades de ganar la lotería de Navidad son muy pocas, de una entre cien mil, es decir, del 0,001% . A pesar de ello, esto no frena a los castellanos y leoneses a la hora de participar en este sorteo , uno de los más populares.
Cada 22 de diciembre dejan volar su imaginación, ya que el Gordo de Navidad es un premio que cambia la vida a cualquiera. Por ello, días, semanas, incluso meses antes miles de personas recorren varias administraciones buscando el número premiado que les haga más llevadero su día a día. Los más escépticos huyen de este ritual, pero los verdaderos amantes lo practican a rajatabla. ¿Y si toca? 400.000 euros al décimo . Una cantidad que puede tapar muchos agujeros.
Y si no, que se lo digan a los agraciados. En Castilla y León hasta en 24 ocasiones han vibrado con este primer premio , según datos de la Delegación de Loterías y Apuestas del Estado de Valladolid. La última, el año pasado . El 05490 se vendió en Columbrianos (León), Arroyo de la Encomienda, Valladolid, Soria y Ávila . En total, 17,2 millones de euros. León fue la provincia más bendecida, con 12 millones, seguida de Valladolid, con cuatro, que, además, tuvo una protagonista indiscutible: La Rana de Oro , en el centro comercial de Río Shopping. Esta administración se quedó con parte del Gordo, de un cuarto y de un quinto. 11,8 millones de euros gracias a boletos sellados en este despacho.
Eso sí, son ‘migajas’ en comparación con lo que consiguió la Comunidad en el año 2006 con un primer premio muy madrugador. El 20297 , número que también ganó el Gordo en 1903, en esa ocasión la región no arañó nada. La Administración número 1 de Almazán distribuyó 125 series, esto es, 1.250 décimos del Gordo. 375 millones de euros que llegaron con este número mágico. De hecho, este bote es el mayor premio que un sorteo especial de Navidad ha dejado hasta la fecha en la provincia soriana.
La lluvia de millones inundó este despacho, pero también pueblos de la zona como Berlanga de Duero, Medinaceli y Rebollo . Y es que Almazán se topó, de repente, con casi 50 veces el dinero del que dispone el Ayuntamiento para gestionar la comarca. Pero el monto más grande fue a parar a Berlanga. De sobra es conocida la historia de Juan Rodríguez , del bar Jota 2, que eligió al azar el número que convirtió a sus clientes en millonarios. Entregó 240 millones de euros. En Rebollo, 25 vecinos saben lo que significa ganar el primer premio. Cayeron 18 millones de euros con la lotería de Navidad que traía el secretario y el alcalde. El bar El Rincón de Medinaceli repartió sus décimos en participaciones que ilusionaron (y mucho) a sus dueños.
La maga que se encuentra detrás de este particular cuento es María Victoria Cid , cuarta generación de una familia lotera que estos días vive el negocio de forma especial, «con muchos nervios y, a la vez, con mucha ilusión». Rememora ese día y aún se emociona, y más este año que su administración cumple 110 años. Lo califica como «único e irrepetible», si bien bromea con que si vuelve a sacar el Gordo no pagará el champán. «Ni sé la de botellas que sacamos y luego hubo que pagarlas todas», dice entre risas.
A las 9:50 horas todo cambió para muchos después de escuchar a Naomí Sánchez y Bryan Lafebre cantar esas cinco cifras. «Me estaba vistiendo para ir a la administración cuando salió el número y rápidamente dije: ‘Lo tengo’». Así fue. Es más, no solo era consciente de que lo había despachado en ventanilla, sino que sabía a quién se lo había entregado. «Manejas muchísimos números, pero algunos los memorizas». Con la emoción en el cuerpo salió corriendo en dirección a su lugar de trabajo. Allí se encontró con «el bombazo». «Ya se había acercado mucha gente, –continúa– estaban los medios de comunicación, clientes... La calle era una fiesta. Entré, me quité el abrigo y salí a festejar con todos ellos» .
Es verdad, reconoce, que no se acercaron muchos premiados. Al cabo del tiempo algunos le llamaron por teléfono para comunicárselo. De todas las historias se queda con el agradecimiento de uno de los afortunados. «Vino el alcalde de uno de los pueblos y me dio las gracias en nombre de todos los vecinos» . Ese gesto lo guarda en lo más profundo de su corazón. «Es verdad que no obtuve ningún beneficio económico, pero el agradecimiento de toda la gente a la que le he cambiado la vida no se paga con nada», declara María Victoria antes de añadir que le gustaría repetir este hecho muchas más veces.
Otros bendecidos por la diosa fortuna invirtieron el dinero, rememora, en poner la calefacción a sus padres, pagar los estudios a sus hijos o hacerse un viaje. A día de hoy, agrega la lotera, aún siguen descubriendo bonitas historias. No hay que olvidar que por aquel entonces el Gordo estaba dotado de 300.000 euros ‘limpios’ porque Hacienda no se llevaba nada.
A raíz de ese año, expone que las ventas aumentaron significativamente. «Todavía hoy llama gente y te dice que no puede venir, pero quiere que le mandes lotería porque le has dado suerte y confía en que se la vuelvas a dar» . De ese día se queda, recalca, con los gritos de emoción y con la alegría de haber cumplido un sueño, el sueño de sus bisabuelos.
Esta administración de lotería es centenaria. La abrieron Pascual Cid del Molino y Manuela González Carretero . «Tengo el papel de que el 5 de diciembre de 1913 les concedieron la licencia para poderla abrir», señala María Victoria, que se ha criado entre décimos. De sus bisabuelos, pasó a sus abuelos y, más tarde, a su padre, que decidió que se la quedara ella. Por este motivo, ese bote millonario se lo dedica a ellos . Ahora mismo, avanza que ya está trabajando poco a poco en el relevo generacional con sus hijos.
No quieren desvincularse de un despacho que tiene abonados desde hace más de 70 años. Por ello, considera que «tiene el mejor trabajo del mundo» porque reparte premios y ayuda a cumplir sueños. Sueños que empiezan eligiendo un número en la administración. Este año, manifiesta, se está vendiendo de todo, pero toman la delantera el 7 y el 23 . No obstante, María Victoria afirma que la han llegado a pedir matrículas de coche, números de videntes, fechas de creación de empresas, nacimientos, defunciones… Ahora solo espera volver a convertir a sus clientes en protagonistas el próximo 22 de diciembre.
Segovia, afortunada
Se cumplen 23 años de que Segovia se convirtiera en el epicentro de la fiesta. Vivió el aluvión de la alegría por ser la agraciada con el primer premio de la Lotería de Navidad en el año 2000 . Eran las 11:15 horas cuando los niños del Colegio de San Ildefonso cantaron la cifra mágica que desató la locura colectiva: 49740 . Un número grabado a fuego en la memoria de los afortunados.
La administración número 2, situada en la calle Juan Bravo, en pleno centro de Segovia, repartió 46.500 millones de las antiguas pesetas (al cambio 279,4 millones de euros). Hicieron millonaria a media ciudad y a gran parte de la provincia, sin dejar de lado a los turistas. También cayó en muchas empresas que a raíz del día de autos cambiaron el menú de la cena de Navidad. Los concesionarios de coches y las inmobiliarias fueron otras beneficiadas de que la suerte tocara a este despacho segoviano. A día de hoy son muchas las personas que se acercan y siguen pidiendo ese número.
Irene Herrera , empleada de la administración, recuerda con nitidez esa jornada. Lo vivió de una forma muy intensa junto a Rosa, su compañera ya jubilada. Por aquel entonces solo llevaba un año trabajando en la administración y cumplió el sueño de todo lotero. «No era un número abonado, era un número que consignamos aquí y tuvimos la suerte de que tocó íntegro en Segovia . Fue una experiencia muy bonita». Tan bonita que les encantaría repetirla.
Esa mañana tanto Rosa como Irene estaban preparando la venta para los décimos del sorteo de ‘El Niño’ con la radio de fondo. «De repente, escuchamos Segovia y dijimos: '¡Anda que lo hemos dado!' Nos pusimos a buscar los números y era uno de los últimos que habíamos vendido» . Y es que, según comenta, muchos lo rechazaron y prefirieron llevarse otro. Lo que no sabían es que dejaron escapar la suerte en forma de muchos millones. Se fundieron en un abrazo porque al poco tiempo la administración se llenó de gente.
Fue una alegría desbordante que llegó a los segovianos en participaciones distribuidas por comercios, empresas y asociaciones. A los 500 décimos en papeletas que repartieron Telecompra Moreno, Bazar Paloma y la panadería Palacios se sumaron las que vendió la empresa de Saneamientos y Pavimentos Barrero, que distribuyó 7.500 millones de pesetas, y las que fueron a parar a la Dirección Provincial de Tráfico y a los miembros del Cabildo de la Catedral y el personal del templo. El broche lo pusieron más clientes que completaron el monto. No hay que olvidar que también fue un día de luto porque murió asesinada una estudiante de segundo curso de Historia del Arte de la universidad privada SEK.
Desde hace 39 años
Los vallisoletanos han aguardado durante casi cuatro décadas el anhelado Gordo de la Lotería de Navidad. Aunque las emociones vibraron en 2012, 2018 y 2022 con este primer premio, estos eventos solo trajeron décimos aislados, dejando la tan esperada lluvia de millones como un efímero chirimiri. Sin embargo, la memoria colectiva se remonta a 1984, cuando la administración número 22 de la calle Santiago , aún transitada por vehículos, rompió una sequía de más de 163 años al repartir 12.500 millones de las antiguas pesetas .
El número agraciado, el 50076 , catapultó a la administración a la cima de la notoriedad, siendo destacada en todos los medios de comunicación de la época. La lotera más joven de España en ese entonces, Beatriz Álvarez , logró romper la maldición. Las papeletas de 200 pesetas vendidas por Caja Rural sembraron la felicidad, distribuyendo significativos premios en distintas localidades de la provincia: 5.200 millones en Villalón de Campos y su comarca, 2.300 para Tordesillas, 1.700 para Campaspero, y cerca de 3.000 para Íscar y sus alrededores .
Beatriz, que ya no está a cargo de la administración después de traspasarla a Alfonso Cermeño , recuerda con emoción el momento en que escuchó el sorteo por la radio. Aunque las nuevas tecnologías facilitan hoy en día el proceso, en aquel entonces era complicado. «No sé cómo se enteraron, pero fue instantáneo. En cuestión de segundos, la calle se convirtió en un hervidero . Nadie quería perderse ese momento», confesó en una entrevista concedida a este periódico hace algunos años.
A pesar de la euforia, el día del sorteo no apareció ningún agraciado, pero con el tiempo algunos reconocieron su fortuna . Entre las historias destacadas, un parado de Íscar que, pocos días antes de volverse millonario, había logrado el subsidio de desempleo. Otro agraciado pudo pagar los créditos para superar la sequía y revitalizar su explotación agrícola, apostando por el futuro en el medio rural.
Villalón de Campos saltó a la fama, con vecinos recordando teléfonos sin funcionar y celebraciones en las calles. Aunque la felicidad reinaba, no todos los residentes ganaron el primer premio de la Lotería de Navidad. El alcalde de entonces, Ignacio Álvarez , fue el único de la Corporación que no recibió ni un millón, ya que no jugaba.
Otra anécdota amarga fue el robo de un talonario de lotería correspondiente al premio. Iba en una furgoneta de reparto y fue sustraído cuando el dueño se despistó al entregar carne a una clienta. Aunque sin validez jurídica, se anuló por precaución.
Tordesillas, Íscar y Campaspero también se sumaron a la celebración al escuchar el número 50076. La primera quedó marcada por 2.300 millones que fueron a parar a un supermercado y una mercería gracias a los empleados de Caja Rural. Pese a la dificultad de vender papeletas minutos antes del sorteo, aquellos que optaron por estos boletos se convirtieron en millonarios, incluyendo a un barrio humilde y al cuartel de la Guardia Civil, donde cayeron unos 100 millones de pesetas, dejando solo a dos guardias sin probar las mieles de la fortuna.