Habla un matrimonio ruso exiliado en Zamora: "Putin es el enemigo de su propia gente"
El matrimonio formado por Anastasia Vedernikova y Alexei Kozlov se apunta a una lista para acoger en su casa a menores refugiados de Ucrania
Anastasia Vedernikova, de 46 años, y su marido, Alexei Kozlov, de 40, vinieron a España con sus hijos, Timur y María, hace poco más de dos años, en busca de la libertad y la tranquilidad que no podían conseguir en Rusia, donde Kozlov quiso evitar ser encarcelado, tras haber participado en acciones de apoyo a Alexei Navalny, opositor a Putin.
Este matrimonio representa fielmente el sentir de quienes rechazan la invasión y la violencia y expresa su solidaridad con el pueblo Ucrania al apuntarse a una iniciativa surgida en Zamora para, en caso de ser necesario, acoger a menores ucranianos refugiados.
Los traductores a través de internet funcionan a la perfección y permiten sacar adelante la entrevista en ruso, con la ayuda de Timur, hijo mayor del matrimonio. Alexei se encuentra ahora mismo en Benidorm (Alicante), donde encontró trabajo, y responde a las preguntas de Ical con ayuda de la tecnología.
Anastasia relata como fue su salida de Rusia. "Tuvimos que fugarnos de Rusia porque había un gran riesgo de que metieran en la cárcel a mi esposo. Era peligroso quedarse allí y él vino a España en febrero de 2020 y pidió protección. Solicitó asilo en Málaga. Y allí estuvo esperando a que viniéramos. Un mes después, nos trasladaron a Zamora a través de un programa de ayuda de Cruz roja. Y aquí vivimos un año y medio. También estuvimos en Salamanca y Madrid. Los niños y yo pudimos venir a final de agosto de 2020. Mis padre viven en Ekaterimburgo y la madre de Alexei es de la región de Moscú. No hemos podido volver porque es muy peligroso". Al mismo tiempo, Alexei Añade que "lo que sucedió en Rusia fue la destrucción de la oposición, la destrucción de los disidentes que no están de acuerdo con Putin y su régimen".
La situación política en el país ruso no deja de ser compleja. Anastasia y Alexei, simpatizantes de la oposición, ensalzan la figura de Alexey Navalny. "Es un modelo de decencia, honestidad y coraje. Es el líder de la oposición en Rusia. Sus investigaciones sobre la corrupción de Putin y su séquito y su postura irreconciliable hacia el régimen antipopular de Putin no podían quedar sin consecuencias. Intentaron matarle. Fue envenenado con el veneno de combate ‘Novichok’".
"Gracias a Dios, Alex sobrevivió. Después de su envenenamiento por los servicios secretos rusos, fue tratado en Alemania y regresó a Rusia. Sabía que, si regresaba a Rusia, sería arrestado pero volvió, de todos modos. Es un hombre muy valiente, un verdadero líder y, ahora, está en Rusia en prisión, ilegalmente. Su sede del fondo contra la corrupción fue prohibida y Putin declaró extremistas y terroristas a todos los que cooperaron con ellos. Hay una caza en Rusia para todos los que tenían que ver con Alexei Navalny. Son arrestados y encarcelados durante muchos años. Putin es el enemigo de su propia gente".
Por otro lado, el comienzo de la guerra con la invasión de Ucrania por parte de Rusia fue algo inesperado para este matrimonio. "Fue un shock para nosotros. Estamos en contra de la guerra y todos nuestros seres queridos, también. Creo que nunca podré superar completamente el dolor que ahora sienten los ucranianos en su corazón. La gente sufre y muere. Militares, niños... Ninguna situación económica y política puede justificar la guerra. Los políticos deben poder negociar, ceder y buscar compromisos pero no desencadenar guerras, matar a los vecinos y sustituir a su propia gente".
Además, reconocen que las consecuencias del conflicto serán muy graves para el país ucraniano. "Después de esta invasión, los ucranianos no se recuperarán pronto. Y, por supuesto, su odio hacia los invasores no desaparecerá durante mucho tiempo. Para nosotros es muy importante que los ucranianos sepan mi esposo, mis hijos, yo y decenas de miles de familias rusas condenamos las acciones de Putin y simpatizamos con Ucrania. Ahora lo principal es no dejar que el odio gane a lo humano en nuestros corazones. En las redes sociales he leído que en algunas escuelas de España ha comenzado el bullying a niños rusos. Espero que esto no sea así".
Al otro lado de la frontera, sin embargo, la opinión de los ciudadanos es distinta a la del resto del mundo debido, según relata Alexei, "a la propaganda en todos los medios controlados por Putin". "Los ciudadanos rusos no reciben información objetiva y veraz. Por lo tanto, la gente en Rusia no tiene una idea correcta de lo que está sucediendo. Ahora, muchos temen a Putin, debido a la represión. Tienen miedo de decir la verdad e ir a los mítines. Ahora, debido a la guerra en Ucrania que Putin comenzó, algunos ciudadanos sensatos de Rusia están tratando de ir a mítines contra esta guerra y en apoyo de Ucrania. Pero en los últimos días, alrededor de 7.000 personas han sido arrestadas en Rusia, solo por ir a una manifestación contra la guerra. Por ejemplo, el 1 de marzo, en Moscú, la policía detuvo a dos mujeres y cinco de sus hijos de siete a once años, que fueron a depositar flores en la Embajada de Ucrania en señal de duelo. Ellos, junto con los niños, fueron llevados a un centro de detención. Estas personas se enfrentan a una sentencia, a ir a prisión, pueden ser despojadas de sus derechos parentales y quitarles a sus hijos. Muchos temen a Putin, pero también hay quienes lo apoyan. Mi familia está en contra de Putin y sus acciones. Putin debe ser juzgado en un tribunal internacional como un criminal de guerra".
Ahora, tras los últimos acontecimientos, el presidente ruso el el principal obstáculo para que la familia de Anastasia y Alexei pueda volver a casa. "Solo podremos volver a Rusia cuando esté sin Putin. Si en Rusia se enterasen de que apoyamos a Ucrania en esta guerra, nos amenazarían, como mínimo, con la cárcel. Las personas que ahora asisten a mítines contra la guerra y contra el poder de Putin son encarceladas y emprenden acciones penales contra ellas".
Pese a todo, Anastasia mantiene el contacto con su familia que todavía reside en Rusia, pero sin saber siquiera cuando podrán reencontrarse. "Hablo con mis padres todos los días a través de WhatsApp. Por supuesto, ahora hablamos mucho sobre la guerra. Nos cuentan lo que está sucediendo en Rusia. Hoy, mi madre dijo que cada vez hay más llamadas a la paz. Estuvieron en España a principios de otoño pero no sabemos cuándo podremos abrazarlos de nuevo".
Sobre su iniciativa de acoger refugiados, ambos reconocen que es su forma de aportar su ayuda. "Los niños no tienen nacionalidad. Cada niño debe tener padres. En su día, planeamos adoptar a un niño de un orfanato en Rusia pero no tuvimos tiempo. Si lo conseguimos en España, sería genial. Vi un anuncio en uno de los grupos sociales e, inmediatamente, me puse en contacto con mi esposo. Hablamos con nuestros dos hijos y decidimos que este es el destino. Lo que tenemos que considerar ahora es el asunto del dinero. Mi esposo acaba de conseguir un trabajo y yo estoy buscando porque, ahora mismo, no tenemos otras fuentes de ingresos".
Y sobre sus hijos, no es fácil relatarles lo que ocurre en su país natal. "Tratamos de no mezclarles con la política. Es una esfera para adultos. Nuestros hijos recuerdan a menudo a los abuelos, que permanecieron en Rusia. No queremos que nuestros hijos olviden su patria, la literatura rusa ni el idioma ruso pero sí que vivan en un país democrático y libre. Me parece que ya se han enamorado de España. María ya tiene amigas en Zamora y Timur está muy ocupado estudiando. Quiere ser profesor".
Toda la familia, pese a todo, desea volver a su patria, aunque son conscientes de que dada la situación actual eso no ocurrirá a corto plazo. "En un futuro cercano, no vemos perspectivas en Rusia para nuestra familia. La dictadura influyó mucho en la conciencia de muchos rusos. Para cambiar la cosmovisión de una persona e inculcar los valores democráticos haría falta más de una década. Nosotros estamos muy agradecidos a España. Aquí nos sentimos libres. Ahora, estamos aprendiendo a volver a creer en la gente. Hay muchas personas que nos han ayudado durante este tiempo. Estábamos en el programa de la Cruz roja. Y vecinos, profesores de español, vendedores de fruta… todos nos trataron con amabilidad. Es muy agradable".