La hospitalidad como fecundidad de vida
El cura José María Blas, de la localidad salmantina de Fuenterroble de Salvatierra, cree que el Camino es una "oportunidad extraordinaria" porque cada peregrino es un "mundo de inquietudes, ideales, valores y experiencias"
“Somos hospitalarios por naturaleza. Las casas han de estar siempre abiertas, la lumbre encendida, la mesa puesta y que quien llegue sea, como decía San Benito, como si del mismo Cristo se tratase. es una experiencia muy enriquecedora”. José María Blas Rodríguez , cura de Fuenterroble de Salvatierra (Salamanca), es a su vez responsable del albergue parroquial Santa María, casi parada obligatoria para los peregrinos que caminan a Santiago por la Vía de la Plata.
Realza la figura de la ruta jacobea como “una oportunidad extraordinaria ” que llena “de fecundidad, de vida”, porque cada peregrino que viene es un “mundo de inquietudes, ideales, valores y experiencias”. “Te llena la casa de calor, vida, alegría, experiencias que son tan ricas que, quien no viva la hospitalidad, está muerto”, advierte, porque “da más que lo que puedes ofrecer”.
Recuerda que llegó al Camino cuando le asignaron la parroquia de Fuenterroble y que hasta aquel momento, hace ahora casi 30 años, “no sabía nada de la Vía de la Plata”. “Cuando llegué y empecé a conocer a los primeros peregrinos me di cuenta de que esta oportunidad no la podía perder. Me ha supuesto tanta riqueza, conocimientos y amigos que para mi ha sido una experiencia que me ha llenado y sigue llenando de satisfacción”, alaba.
Ahora, el albergue parroquial es una “casa de acogida, levantada poco a poco”; en gran parte gracias a la colaboración de muchos peregrinos que han aportado “conocimientos, trabajos, ideas e incluso su dinero para que sea un proyecto de todos y una casa abierta al mundo entero”.
De todo lo que el Camino le ha aportado a José María Blas, él destaca que a nivel personal le ha permitido “ conocer gente de todo el mundo ”, pero en el ámbito pastoral y espiritual, “ha sido un trampolín porque hay una labor extraordinaria para poder ayudar, acoger, escuchar, acompañar y reconciliar ”: “Me siento realizado como cura y como alguien que acoge a todo aquel que vaya dando”.
Pero también puede presumir, prosigue, de haberse enriquecido desde el prisma cultural, ya que ha conocido “tipos y personajes de lo más variopintos”, aunque también “conflictivos”, que “ayudan a entender la vida en toda su esencia”. En el albergue cada uno “aporta su originalidad”, de ahí que aloje entre sus paredes pinturas, esculturas y otros trabajos de “verdaderos artistas que dejan su huella y enriquecen este complejo, para que un día sea un punto de referencia y la gente pueda decir que las piedras hablan”.