Ruido y furia
Coincidiendo con la crisis financiera de 1929, tras la cual el mundo dejó de ser el que era, transformando las estructuras políticas y sociales de los países occidentales, un joven novelista de treinta y dos años, William Faulkner, originario del Estado de Misisipi, que dos décadas después sería galardonado con el premio Nobel de Literatura, publicó su conocida obra titulada ‘El sonido y la furia’. Esta notable obra literaria narra la decadencia, ocaso y desaparición de una familia tradicionalista, los Compson, del Sur de los Estados Unidos, perteneciente al deep south o sur profundo. Varias son las temáticas que de forma directa e indirecta aborda con maestría el escritor norteamericano, pero una de ellas predomina sobre las demás: la concepción del tiempo de sus protagonistas. A lo largo de la obra, Faulkner plasma las nociones del tiempo en las personas de su época. Para Benjy, uno de los personajes claves, el tiempo es algo que no se puede materializar en nada, lo que le lleva a no distinguir entre lo pasado y lo presente y a superar esa vieja idea enraizada en muchas familias caciquiles de que los descendientes se lo merecen todo porque son hijos de sus padres. Quentin, nostálgico empedernido, vive de los recuerdos pasados, que siempre fueron mejores. Para Jason, lo determinante es el presente y el futuro inmediato. Está obsesionado con su provecho personal que no puede desperdiciar. Para Disley, el tiempo es un continuo devenir sobre el que el ser humano no tiene control y que irremediablemente termina drásticamente. Sorprendentemente, el sentido trascendente del tiempo no aparece por ninguna parte.
A lo largo de estos días, no son las noticias nacionales las que están marcando la agenda pública del país. Ni los casos de corrupción, ni las modificaciones legislativas (el Boletín Oficial del Estado alumbró la Ley Orgánica 1/2025, de 2 de enero, de medidas en materia de eficiencia del Servicio Público de Justicia), ni las primarias del PSOE en los territorios, Castilla y León incluido. Están siendo, más bien, hechos internacionales los que están teniendo una repercusión determinante, especialmente al otro lado del Atlántico, como la traumática toma de posesión de Maduro en Venezuela, la política económica de Milei en Argentina o la inminente entrada de Trump en la Casablanca. Todas ellas, mal que nos pesé, influirán en las políticas financieras, fiscales, sociales y culturales de nuestro país. Parece que algo está cambiando.