Diario de Castilla y León

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RUEDAN las carreteras, tira fuerte la vaca serrana, negra como ala de corbate, mientras el sol de primavera regala las nieves de Urbión a cuyos pies se encaminan los carreteros quintanaros. Verus a Duruelo a coger los pinos, con cuidado no os hagáis mal. Son siete u ocho siglos de trasiego de gentes y mercaderías en los Pinares de Burgos y Soria por la Real Cabaña de Carretería, consagrada por los Reyes Católicos doscientos o trescientos años después de que los paisanos, mis ancestros, se ganasen la vida arrancando al monte lo que generoso ofrece. Como no vas a querer y cuidar a lo que da de comer a la familia y a cientos de generaciones. Arraigadas desde los albores del anterior milenio junto a las peñas areniscas y el mar profundo de pinos, el «bosque inmenso» que ya citó el historiador romano Estrabón en su Geografía Ibérica. Reclamar razones para acreditar la calidad de patrimonio inmaterial de la humanidad el modo de vida de la sierra de Pinares a lo largo de mil años, ejemplo infinito de la simbiosis del hombre y la naturaleza, es querer morir abrumado por toneladas de razones y documentos celosamente conservados. La Carta Puebla de mi pueblo es de primeros del siglo XIII y no ha habido rey que no haya confirmado de punta a cabo nuestros privilegios como pueblo de realengo. El monte para los hijos del pueblo y penas para el que obstaculice el comercio de la madera. Poca broma. Hay que llevar resina en la sangre para sentir la emoción del monte y de la gente, aunque cualquiera, los muchos turistas que van llegando, se dan cuenta rápido. Aquí se pisa el ombligo de la tierra, los pliegues de la historia tienen forma de piedra y los anillos de los pinos te cuentan la historia de los paisanos. No estás en un sitio cualquiera. Pero como parece que todo peso histórico es poco, la Real Cabaña de Carreteros se pone en ruta para respaldar nuestra tradición de la suerte de pinos como patrimonio de la humanidad. Van a recorrer una quincena de pueblos de nuestra comarca, que no es de Burgos ni de Soria y es de las dos a la vez. Mi pueblo fue del abad de Oña y de la sesma de los Frentes, pero siempre independiente y altivo como el Pico de Urbión. Hoy toda propaganda es poca, estas cosas se olvidan rápido y si no sacas la carreta no tienes ni foto que poner en las redes sociales. Qué tiren las vacas y los bueyes y que nos bendiga la Unesco y si no, que nos dejen otros mil años a nuestro aire que no se nos ha dado mal. Guárdenos nuestro Señor de los ecologistas de barriada y sus amigos en las consejerías. Ruedan las carretas.

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