Episodio 4. ¿Y si convoco, Pedro?
Suena el teléfono en Moncloa. Descuelga Pedro muy resuelto. «Alfonso, caro amico, qué alegría oírte. Tú sí que me comprendes no el truhán este de Puigdemont». Al otro lado de la línea Mañueco:«Oye, estaba pensando, ¿y si convoco?» «Me turbas, Alfonso, te tenía por amigo. Me la preparas como Amancio; Amaro, no el de Zara». «No será para tanto, Pedro, qué exagerado te pones en ocasiones y en amnistías». «Te lo resumo, si convocas, tengo que contratar a los de Atapuerca para que hagan la prueba del carbono 14 a las urnas para encontrar rastros del partido ¡Y con quién vas a estar mejor!, Alfonso, amigo». «Pues los de Atapuerca son buenos, que igual te encuentran una mandíbula que un occipital, y tal. Por cierto, sois unos fenómenos del lenguaje feminista. Ahora para decir violencia machista decís ‘lo que sabemos del tema’. Me admiráis. A mí y al difunto Lázaro Carreter. ¡Qué labia de género, degenera ¡Y de número! Que menudo número habéis montado con el ‘Zorra, ábreme la puerta’. Sois un musical». «Carallo, Alfonso, no es para tanto. Al ‘Zorra, ábreme la puerta’ le aderezas la música del Cara al Sol y lo flipas. Estuvo 14 temporadas en pantalla Pedro Picapiedra gritando «Wylma, ábreme la puerta» y nadie rechistó. Wylma, Zorra, que más da. El caso es empoderar a pijo sacado. «Dices aporrear. Aporrear puertas ¿Eso va al Código Penal, delito de aporreamiento de puerta de pino Soria?» «Eso es amnistía pura y dura, Alfonso, por dios, que eres jurídico, no como yo, que soy trilero. Sois unos pejigueros con pintas. Vamos a ver, Jack Nicholson protagonizó uno de los aporreamientos de puerta más gloriosos de la historia. Y casi le cascan un Oscar, al tío. Pues al de Soria, que menos que un Goya, porque hacemos lo que nos sale de la p...». «No te pongas lírico, Pedro». «Ya sabes que mi verso brota de manantial sereno. Bueno te dejo. Nos vemos en los Goya y echamos un vino. Voy con Puente». «Venga, cuídate, bribón». Silencio. Fundido en negro. Créditos.