Diario de Castilla y León
Crecida del río Cega en Viana. PHOTOGENIC

Crecida del río Cega en Viana. PHOTOGENIC

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VAMOS A TENER que asumir que cada vez que hay condiciones climatológicas adversas, con más lluvias o deshielos, y no estamos hablando del diluvio universal o una Filomena, los cauces de los ríos se desmadren y acaben anegando poblaciones, viviendas, carreteras y espacios públicos por sistema. Esta es la acción de la Confederación Hidrográfica del Duero, que considera que su cometido se limita a avisar de las crecidas de los cauces y que cada cual se las apañe como pueda. Se supone que las construcciones, viviendas y carreteras están ubicadas en lugares suficientemente alejados por la normativa de aguas para no verse invadidos por la avenidas. Pero es que lo cierto es que la Confederación, la CHD, es un lugar cada vez más repleto de incompetentes, especialmente en el área política de unos cuantos años para acá, que desconocen la realidad  territorial.

Los alcaldes y los presidentes de las diputaciones llevan años advirtiendo, ya ocurrió no hace mucho en poblaciones leonesas, como ha ocurrido ahora en vallisoletanas y seguirá ocurriendo en otras provincias de la necesidad de limpiar los ríos. La necesidad de retirar árboles y troncos caídos, que con las crecidas se convierten en verdaderos diques que impiden el transcurrir del agua por el cauce. Y la CHD lleva años ignorando todos esos consejos, en alguna ocasión, como con la anterior presidenta, que ni siquiera tenía su puesto habitual en Castilla y León. En aquel caso por un ecologismo de urbe cuya ignorancia conduce a los desastres a los que cada vez estamos más habituados. Aquella presidenta estaba colocada por ser amiga de la ministra del ramo, Teresa Ribera, la enemiga política número uno de Castilla y León.

No estaría de más que algunos organismos como la Federación de Municipios y Provincias o las Cortes pusieran el dedo en la llaga por este uno de los problemas de la España vaciada. La Junta también tiene una consejería de Medio Ambiente y otra de Desarrollo Rural, adscrita a Agricultura, que no estaría demás que dijeran algo, si es que de verdad están en la defensa de los pueblos y sus habitantes, porque el único que ha alzado la voz es el presidente de la Diputación de Valladolid, Conrado Íscar, en defensa de sus pueblos y de sus alcaldes, contra los que los jetas de la CHD han tenido la desfachatez de arremeter. Hay que tener  la cara como el hormigón armado para demostrar tanta indolencia e incompetencia. Además del consultorio y la escuela, la gente tampoco quiere que se le inunden las casas cada dos por tres, y no fruto de ningún cambio climático, sino fruto de la insensatez reinante en la CHD. Antiguamente los cauces de los ríos estaban limpios, entre otras cosas por la labor de los habitantes de los pueblos. Pero ahora no se puede tocar un árbol. Hasta el extremo de que la CHD, como el perro del hortelano, ni los deja tocar ni los toca y prefiere que se acumulen en los ríos, ocasionando el consiguiente y creciente peligro.

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