Diario de Castilla y León

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SE TRATA del último término en materia medioambiental surgido directamente de la última Cumbre climática COP28 celebrada recientemente en Abu Dabi. Resulta cuando menos sospechoso observar al anfitrión, líder de uno de los países productores de petróleo más importantes del mundo, deshacerse en aplausos ante el acuerdo de supresión o reducción de los combustibles fósiles. ¿Alguien puede confiar realmente en un acuerdo sin ningún mecanismo previsto de financiación, sin calendario, sin compromisos concretos, sin indicadores de seguimiento y cuya ejecución se deja en manos de la voluntad de los gobiernos participantes?

Más allá de de la atención mediática internacional de este tipo de Conferencias, en Castilla y León nos situamos ante un escenario energético y medioambiental que, al margen de ecopostureos de cara a la galería, puede ser una oportunidad fundamental de desarrollo económico para nuestra tierra. Lejos de las cámaras y de los informativos se desarrollan desde hace años en nuestra región iniciativas innovadoras de transformación real de nuestro modelo energético a partir de sistemas de producción realmente sostenibles y respetuosos con el medio ambiente. Iniciativas que no venden sloganes ni falsos mensajes verdes para captar consumidores. Es el caso de entidades como el Centro Internacional de Investigación en materiales avanzados y materias primas de Castilla y León o el Clúster Ibérico de minería sostenible cuyos nombres es posible que nos suenen tanto como los minerales que estudian, tales como el neodimio o el tungsteno, que pueden convertirse en materias primas fundamentales para la verdadera transición energética.

La realidad es que, de una u otra manera, la transición hacia nuevas fuentes de energía es imparable aunque su sostenibilidad siga siendo dudosa en la medida en que también dependerá de otros recursos naturales críticos como el litio, el estaño, el cobre o la magnesita. El caso es que este tipo de minerales que ya se extraen en yacimientos de provincias como Salamanca, Segovia, Zamora o Soria son fundamentales para el desarrollo de nuevas tecnologías de producción y su explotación de forma innovadora y realmente sostenible podría revertir la situación de declive económico y poblacional de muchas de nuestras zonas rurales. Se trata de nuevos recursos que pueden convertirse en los próximos años en el oro negro de una nueva revolución industrial. Eso si, para eso es necesario inversión, voluntad política, visión estratégica, capacidad de anticipación y colaboración con el sector privado en una apuesta por el ecologismo de verdad y no por el ecopostureo. 

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