Diario de Castilla y León

EDITORIAL

El ataque asesino de unos perros y su propietario que se resiste a colaborar

Un Guardia Civil de Zamora identifica a uno de los perros que mató a una enfermera de 27 años. GUARDIA CIVIL

Un Guardia Civil de Zamora identifica a uno de los perros que mató a una enfermera de 27 años. GUARDIA CIVIL

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RESULTA MUY complejo de comprender y digerir que una joven, enfermera de profesión, salga a pasear por los alrededores de su pueblo y no regrese a casa porque una jauría de perros dedicados al pastoreo la maten a dentelladas. Cinco canes que la atacaron al unísono e hicieron imposible que Arancha, la joven de 27 años asesinada en la localidad zamorana de Roales del Pan, en el alfoz de la capital, pudiera defenderse. Apenas le dio tiempo a pedir auxilio a su madre con la que hablaba por el móvil cuando fue sorprendida por los enfurecidos perros que acabaron con su vida. 

El ganadero propietario de esta jauría asesina se enfrenta a un delito de homicidio imprudente. Resulta difícil de explicar que en el trámite de investigación se haya negado a prestar declaración ante los agentes de la Guardia Civil que instruyen la investigación hasta que pase a manos del juzgado de guardia. Resulta cuando menos sorprendente. Es un derecho. Un derecho al que se ha acogido el ganadero ante la sorpresa de todos. Si no tiene nada que ocultar ni esconder, especialmente sobre el adiestramiento de unos perros que atacaron con una violencia tan salvaje como para matar, nadie entiende que no se haya mostrado colaborador en un mero trámite, que es prestar testimonio ante la Guardia Civil. Este tipo de conducta sólo la ofrece quien, a recomendación de su abogado, pretende ganar tiempo para armar argumentario y coartada y teme incurrir en incongruencias o incoherencias entre el testimonio ante los agentes y el que deberá prestar ante el juez. Porque ante el juez no se podrá escapar de declarar si no quiere salir imputado directamente de homicidio imprudente, un delito que acarrea penas de cárcel.

La investigación deberá aclarar, para eso la Guardia Civil dispone de expertos caninos, si esos cinco perrazos estaban entrenados para atacar en grupo ante cualquier amenaza al ganado y lo único que hicieron fue seguir el instinto con el que fueron instruidos. Si es así, esos cinco perrazos, preparados para combatir a los lobos, nunca deberían estar sueltos en espacio público. Sobre todo en una zona transitada habitualmente por vecinos de la zona para pasear, como hacía habitualmente Arancha.

En cualquier caso es, a todas luces, infame, aunque esté en su derecho, que el propietario de los perros se haya negado a colaborar con la Guardia Civil en la investigación. No es consciente de la tragedia que han provocado sus canes. Una tragedia terrible y dolorosa que ha tenido de luto a una familia y ha acabado con la vida de una chica con toda la vida por delante.

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