Diario de Castilla y León

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La vida, a veces, se va consumando a través de actos aleatorios que no implican nada nuevo y diferente a lo que siempre ha existido. Porque somos el borde de un misterio que apila confidencias sinuosas en parcelas opacas que convergen en todo lo que somos… Que el juego del “yo - yo” siempre repite los tiempos que se ciñen frente al tiempo: asciende y luego baja, repitiendo el compás de este planeta que recorre una órbita ovalada cerca de nuestra estrella incandescente. Somos casualidad en el espacio. Providencia y destino emancipado. Contingencia o albur que, procedente de gestas naturales, ha llegado hasta aquí. Somos nosotros.

La Tierra es el planeta que colma los secretos que laten en la vida. Ha acuñado el amor, las emociones e incluso la amistad… Somos seres humanos que retoñan cuando se anuncia el juego de la NADA, el que desea hablar del infinito y acercarse a la orilla de una acequia cuando el sol del verano es fratricida.

La danza del “yo - yo” que sube y baja, o el juego que libera las tensiones es el que ya dibuja los misterios de esferas acotadas: juego de rotación y traslación, como nuestro planeta, que, siempre en movimiento, ocupa su lugar en el espacio y no se sale de él. Es el lugar febril que ha imaginado la soledad, el miedo y los augurios. No sé de otro planeta que contenga los rasgos que eclosionan cuando hay un pensamiento que deduce que vivo en un espacio de equilibrios.

Es la historia solemne de La Tierra y el parangón de aquellos que la ocupan. Teresa de Cepeda fue un ejemplo: siendo rica de cuna fue al mismo tiempo pobre y siendo humilde, grande. La gran literatura es siempre movimiento. Es un portal de entrada a los mutismos que moran en nosotros. Son las cosas que a veces no entendemos, ni seremos capaces de entender; porque el silencio es mudo, sordo y ciego. Es un cañaveral que está sitiado por reses que devoran lo que nace.

Y la actual política española juega también al juego del “yo-yo”, al que lanza amasijos y misturas que no saben mirar y que si miran ven el campo quebrado en horizontes que enuncian otro invierno que se alarga: retórica del ser que ensimismado esparce pensamientos inservibles.

Y son los gobernantes que restriegan España, que apabullan España con embustes que siempre se manejan con un hilo. Con el hilo de Sánchez; o el hilo que festeja y que fecunda las quimeras sanchistas y una letal jauría de pura conveniencia. Son viejos intereses que ahora resucitan para romper la España que tenemos. El puro narcisismo de un ególatra. La pura vanidad de un presidente que quiere vaciar los contenidos que la historia dejó para nosotros.

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