Renfe nos quiere a los ciudadanos topos soterrados

De esto se trata: o soterrar a los ciudadanos o soterrar a la Renfe. He aquí los últimos hechos concretos. Desde Renfe & Adif han pretendido que un funcionario de tercera categoría, asilvestrado y con manguito, lleve las conversaciones para dar el carpetazo definitivo al soterramiento del tren a su paso por Valladolid.

Lógicamente, el Alcalde ha respondido que nanay: ¿desde cuándo el vigilante que escanea con insistencia sospechosa y persecutoria los altos y los bajos de los viajeros, es ahora el diplomático elegido para dirimir una cuestión tan delicada y costosa como un soterramiento? Dé la cara, señora ministra, al menos conteste mis cartas, y prínguese.

La señora ministra ha respondido a los requerimientos del Ayuntamiento de Palencia, diciendo que ni hablar del caso: que se soterre a los palentinos que no son catalanes ni vascos, sino gente servil y de segunda. ¿Y qué al Ayuntamiento de Valladolid? Nada de nada. Le ha bastado con una advertencia implícita: de la misiva a tu vecino, toma nota del contenido. De aquí se infieren dos penosas consideraciones para la integración vecinal y el desarrollo estructural de Valladolid: Una, silencio administrativo. Dos, no hay nada que negociar: que se soterre también a los vallisoletanos por fachas y por adictos a una Constitución que le queda 4 días para defender la igualdad de derechos entre iguales y contribuyentes.

¿Qué nos queda por tanto? ¿El pataleo como al concejo? No señor: la protesta como norma, la confrontación de ideas como justicia, y algo muy claro: si alguien ha de soterrarse aquí, ha de ser esta Renfe infame que, empotrada en el túnel del tiempo, nos quiere a los ciudadanos topos soterrados, lombrices epigeas para un compost fertilizante.