Diario de Castilla y León

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Poner en el foco mediático a un personaje como Josu Urrutikoetxea siempre conlleva que las emociones enfrentadas que provoca se vuelvan a encontrar en el camino que nos ha de conducir a recordar y entender cuál sanguinaria y llena de despropósitos fue aquella época y qué llena de personajes siniestros tuvimos que sufrir aquellos años, algunos de los cuales como Josu Urrutikoetxea siguen teniendo la oportunidad de provocar titulares. 

Uno se puede preguntar si merecerá la pena ver el documental de Jordi Évole: «No me llame Ternera», si ese trabajo nos generará más rechazo sobre ese personaje (difícil) o si conseguirá aplacarnos o hacernos llegar a comprender las motivaciones de quienes se dedicaban a apretar un gatillo o poner una bomba lapa para llamar la atención sobre una causa que lo único que consiguió fue causar sangre, sufrimiento, incomprensión, sinrazón, odio y repulsa. 

Siempre se dice, en estos casos: «que los pueblos que no conocen su historia están condenados a repetirla» y las personas que hemos estudiado Historia estamos obligados a defender este principio. Traer al foco mediático a Josu Urrutikoetxea es una oportunidad, también, para poner en primer plano a personas como Carmen Tagle, la valiente fiscal a la que en un interrogatorio en Francia dijo a Baltasar Garzón: «valiente hijo de puta», al escuchar a Josu Urrutikoetxea decir que «solo declararía cuando se hablara de las torturas». Al mes siguiente la banda terrorista ETA la mataría a la puerta de su casa en Madrid de cinco disparos. Fue una ejecución. 

Habrá quien diga que poco aporta a estas alturas de la historia de España un documental sobre este etarra. Habrá quien opine que flaco favor haremos a la causa demócrata y a las víctimas del terrorismo al darle una oportunidad a un etarra para intentar, sin duda, «razonar» los asesinatos y darle sentido al dolor que infringieron. Habrá quien opine que tan solo se trata de una nueva demostración de Jordi Évole de querer convertirse en el verdadero protagonista de la entrevista con sus juegos de miradas y poses. Habrá quien diga que se trata de una nueva oportunidad de condenar la barbarie de la violencia de ETA. Quizás todos tengan su parte de razón o quizás esta historia no se pueda analizar desde la razón.  

Hay una verdad incontestable que es que a Carmen Tagle la mataron de una forma vil y cobarde por querer que a los etarras les cayera todo el peso de la Ley y que Josu Urrutikoetxea sigue vivo e intentando «explicarse».  Es el resultado, paradójico quizás, de quienes como Carmen Tagle defendieron la democracia y todo lo que representa hasta con su propia vida contra quienes quisieron saltarse las reglas, incluido un tal Ruiz Mateos o Jordi Pujol. 

Recordar a personas como Carmen Tagle nos hace recordar que ser valiente siempre es arriesgado, que decir lo que uno piensa te puede traer problemas, pero que es el único camino si se quiere seguir transitando en democracia y en libertad. Quizás sea un mensaje demasiado duro para quienes se sienten cómodos bajo el paraguas de lo políticamente correcto o para quienes prefieren no alzar la voz ni opinar no vaya a a ser que molesten y les caiga un buen chorro de aguas negras provenientes de X o de su entorno más cercano, pero es importante que sepan y que recordemos todos que hoy tenemos la oportunidad de opinar, aunque haya quienes prefieran no hacerlo, gracias, también, a personas como Carmen Tagle. 

Fran Sardón es presidente de Impulsa Igualdad

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