Diario de Castilla y León

Antonio Piedra

El soterramiento no es un capricho

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A TOPE EL ACELERADOR. Esta parece ser la consigna de Jesús Julio Carnero al frente de la política municipal. No está perdiendo el tiempo ni mareando la perdiz, que es la pauta más destacable en la política española, dedicada al postureo y a las posturitas de cintura para arriba o del abdomen para abajo, según convenga a las sesiones de investidura.

Los problemas que el Alcalde de Valladolid tiene en la cabeza van incluso en procesión hasta las fiestas a tope de la Virgen de San Lorenzo. Primero, para que la Señora se entere, y segundo para que eche una mano, pues donde hay dificultades, digo yo, habrá una Virgen que allane los andurriales.

Dos de esos asuntos de primera -vivienda y soterramiento- han cambiado de signo. No digo que milagrosamente, pero sí con hechos. Firmadas «más de 400 viviendas para alquiler social». Y ahí están a punto, y niqueladas, las viviendas del cuartel del Puente Colgante. Y también ahí, ya con el expediente en marcha, las casas del Cuartel de la plaza de los Vadillos que por fin, tras años de espera, harán realidad la reivindicación de la ciudadanía: «La casa cuartel para el barrio».

Lo del soterramiento de RENFE -¡adiós a los túneles tercermundistas!- es algo más que una reivindicación que quiere solaparse con puentes aquí y allá como si fueran los ojos del Guadiana que aparecen y desaparecen esta vez sí milagrosamente. El soterramiento en Valladolid no es un lujo o un capricho, como bien percibe el señor Carnero, sino una transformación urbanística de lesa necesidad. Razón tumbativa: es radicalmente injusto que algunos barrios se conviertan en marginales porque se les niega la integración ciudadana a la que tienen derecho como contribuyentes. Así de elemental y rotundo.

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