Diario de Castilla y León

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Cuando hablas, por lo que dices y cuando callas, por no abrir la boca. Sacuden igualmente. Las escopetas están siempre cargadas y tiran a dar en manos de aquellos partidarios acérrimos de sus dogmas más íntimos. Tiran con perdigón los fanáticos, los propagandistas mediopensionados y los correveidiles desde cualquier atalaya en la que tengan visión para cazar sus piezas o donde les haya puesto su condición o su patrón. Muchas veces desde el anonimato tramposo de las redes sociales. Cada día. Ocurre que ahora la galería de pim, pam, pum está montada en torno a lo acontecido en la final del mundial femenino de fútbol y llevamos día tras día cobrando blancos en esta galería de tiro que tiene a media España con el colmillo retorcido y a la otra preguntándose en qué tiempos vivimos. La Santa Inquisición quedó definitivamente abolida en 1834, pero si un paisano de aquella época reviviera hoy creería que sigue vigente. En este aquelarre del apunta y dispara vuelan disparos de sal al propio acusado, que además se ofrece temerariamente como blanco, y a los que ni siquiera pasaban por allí, como el bueno de Rafa Nadal al que le están sacudiendo por no meter cuchara en este sainete. Lo dicho, al que habla y al que calla. Para todos llega su ración. Curiosos autos de fe no sólo públicos sino retransmitidos y amplificados si parar. Lo bueno que tenía, es un decir, la Inquisición es que las cosas estaban claras. Había un inquisidor, unos dogmas de fe y unos herejes que sabían que se la jugaban al pasar falsamente por conversos. Hoy en día los dogmas no los dicta la religión sino la corrección política, que es otra manera de decir lo mismo pero más moderna y con los mismos efectos. El que no traga, a la hoguera. Ya no se despelleja a la gente, al menos en sentido literal, pero no deja de ser una tortura las espirales de violencia verbal que se levantan en según qué casos. No tiene nada que ver penalizar conductas ilegales con el ajusticiamiento social sea en el campo de batalla que sea. Sea al hablar de izquierdas y derechas, de independentismos, nacionalismos y españolismos, de fútbol, de feminismos y machismos y hasta de religión. El tribunal de orden público de hoy, atomizado y machacón, no se queda corto. Cabe mirar a ver si es que en realidad sí prosperó la petición que del ayuntamiento de Burgos llevó ante el rey en 1820  para restaurar la Santa Inquisición desmantelada por los invasores franceses. El texto de la misiva municipal podría ser bien traído a la actualidad, especialmente cuando critica a los agentes extranjeros, entre los que menciona a los «publicistas» y los «herejes» por su disposición sempiterna para hablar mal de nuestro país. Una España indignada, como reza la misiva, término moderno que ha marcado una etapa de la vida política y que cada día encuentra la forma de reinventarse.

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