Diario de Castilla y León

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EN POLÍTICA, como en el deporte, tan duro como una derrota es una victoria que no sirve para nada. Sobre todo, como es el caso, si esta llega después de unas expectativas que a algunos les hicieron vender la piel del oso antes de cazarlo. Las urnas siempre son sabias y los votantes han puesto a cada uno en su sitio. En el caso de Castilla y León, el PP de Alfonso Fernández Mañueco sale victorioso frente a un PSOE de Luis Tudanca que, siendo cierto que ha sabido resistir mejor de lo que se esperaba, vuelve a cosechar una nueva derrota, la tercera en poco más de año y medio.

Claro que en el PP, también en el de Mañueco, por más que se empeñen en vestir el santo, no viven esto como una victoria. Ellos salían, según sus palabras, a derrotar al sanchismo y a derogar toda su política. Tanto que querían darse el gustazo de echar a Pedro Sánchez de la Moncloa. Pues, ni lo uno, ni lo otro. Las urnas les han devuelto a un Pedro Sánchez redivivo. Tanto que habiendo quedado, por detrás en votos y diputados, Sánchez es el gran vencedor de las pasadas elecciones generales.

Ahora, en el PP pueden seguir haciendo juegos florales con llamadas a los partidos y declaraciones de unos y otros, que ni ellos se creen, diciendo que Alberto Núñez Feijóo se ha ganado el derecho a formar gobierno. La realidad es que no les da para gobernar. Y  esto va de eso, de que es presidente y gobierna aquel que es capaz de sumar más apoyo parlamentario. Porque la de España, señores del PP, es una democracia parlamentaria, que va de sumar mayorías. El problema de los ‘populares’ es que ese juego de las mayorías parlamentarias, ya sea en el gobierno central o en los autonómicos y municipales, sólo les sirve si les son favorables.

Claro que el gran derrotado en estas generales en Castilla y León, y además sin paliativos, es VOX. Juan García-Gallardo y los suyos han visto cómo el partido ha perdido prácticamente toda la representación que tenían en el Congreso de los Diputados. Ya sólo les queda el diputado por Valladolid, ése que lleva cuatros años en el Congreso y aún está por saberse a qué dedica  el tiempo libre, porque el de diputado ya se tiene claro que a nada, más allá de llevarse a casa los 6.000 del ala al mes.

La realidad es que las urnas han puesto a VOX en su sitio y los votantes les han pasado factura por su gestión en el gobierno de la Junta. El pésimo resultado de VOX en Castilla y León es casi, o sin el casi, una enmienda a la totalidad a la acción de gobierno de Gallardo y los suyos en la Junta de Castilla y León. La alegría a estos de VOX no les ha durado ni año y medio. El tiempo en el que los votantes han visto que lo suyo va de hablar mucho, casi siempre para faltar al contrario, y hacer más bien poco. Que se lo hagan mirar.

Y como esto va de ganadores y perdedores, si hay un gran triunfador en estas elecciones es el ex presidente José Luis Rodríguez Zapatero. Él, con su campaña, logró remover a ese voto progresista para que no se quedara en casa. La campaña de estas generales sirvió para que renaciera el efecto ZP. Ese que derrocó al PP en 2004, lo derrotó en 2008 y ahora ha vuelto a hacerlo.

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