Diario de Castilla y León
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HOY LUNES sólo interesa el cara a cara entre Sánchez y Feijóo. Dos acentos en llana excluyentes que rechazan las cuestas empinadas. Cansan mucho y no están para soportar calores estivales ni para hacer pronósticos meteorológicos que son difíciles de explicar como desastres propios del cambio climático. El resto de problemas y de personas -incluida Tamara Falcó- no existen, o carecen de importancia. Los políticos siempre hacen de lo suyo una excusa perfecta para formalizar bodas y funerales.

Pues nada, que les vaya bonito con tres recetas y una purga, según el adagio. Veremos qué pasa hoy a las 10 de la noche. Como soy escéptico por naturaleza, no creo que sirva para mucho desmontar algunas trolas -las sabemos casi todas-, ni tampoco aclarar una evidencia que afecta a muchos españoles como un cepo limosnero: cada día los precios de la compra se disparan más, y llegar a fin de mes es la constatación de un flagrante adulterio que, sin propósito de la enmienda, comete la clase política en contra del contribuyente sin distinción de sexo, raza, inclinaciones políticas, o creencias religiosas.

Tampoco nos sirven para nada, aunque esta noche no sume con las pestañas, las irreverencias de peluquín de Yolanda Díaz. Personalmente, con que no me fulmine ipso facto -o a piso franco que traducía el Angelín de mi pueblo- «de la carrera periodística», me doy por contento. Aunque en mi caso lo veo difícil. Este servidor nunca cursó estudios en esa carrera tan expuesta. Y claro, mucho menos me figuro que la Yoli me aplique en carne viva la tenacilla ardiente de su permanente voluminizadora por haberla llamado el sábado, como si fuera una fuga de órgano y orquesta, carnicerita en re menor de Johann Sebastian Bach.

Ni caso. Se trata de boberías del alba, querida, que uno suelta al hilo de Nicolás Guillén, tu camarada, cuando decía: «que a un hermano no se mata, que no se mata a un hermano». Se refería el poeta comunista a su íntimo amigo el Che Guevara que al alba ejecutaba a los oponentes en la Cabaña de San Carlos en La Habana como… como si fueran gusanillos trans o pajarillos sifilíticos de la Virgen de Regla.

Oh gran inquisidora adicta a la santísima combustión, yo sé que tú eres muy reflexiva y muy guay, y que has borrado ya esas amenazas tan indecentes y vergonzosas de tu programa electoral que atentan contra la libertad de expresión. Respiro. Pero da igual, tronca. El caso irreversible es que lo has pensado, lo has publicado, y que, como buena comunista en la sombra y ministra dilecta del «pibón» Sánchez, esa mácula en tu boquita de piñón será como el ciprés que te pise los talones en cuanto la ventolera totalitaria te vuelva a planchar la oreja como un susurro «chulísimo».

Dicho todo esto como farfolla en batería, hay algo que este lunes se me ha cruzado. Una minucia que parece no existir para los políticos en liza, e incluso para algunos medios tan puntillosos con otros temas. Me refiero a un detallito canalla que afecta al estado de derecho, a la unidad nacional, al derecho constitucional, y a la escasa seriedad en las relaciones internaciones de la España invertebrada.

Lo diré sin anestesias: al igual que Yoli, no saben qué hacer con Puigdemont, que aparece de nuevo como una pesadilla de los hermanos Grimm. El Tribunal de la Unión Europea acaba de quitarle a Puchi su inmunidad parlamentaria. ¿Será cierto? El caso es que aquí andan los políticos como alondras miméticas: calladitos en la parva hasta que pase el debate de hoy, o hasta que llegue el día 23, no sea que por unas décimas de cordura gramatical se les venga abajo el estaribel de las cuentas del señor D’Hondt.

Así que las dudas arrecian. Puchi, tan a gusto, se identifica con la campaña del turrón El Almendro que cantaba Paloma San Basilio con una sensibilidad de paños calientes que enternecía hasta a los cuervos carroñeros en Navidad: «Vuelve, a casa vuelve,/ te esperamos./ Vuelve a casa, vuelve,/ necesitamos…/ tu risa, tus caricias, tus miradas y tus manos». Vuelve Puchín, y no te preocupes: aquí ya lo tienes todo a huevo con la ley de sedición y de malversación.

Tan arregladito que no hace falta ni que te lo digan en público o que te manden más emisarios del PSOE a Waterloo, como bien has dicho y te lo creemos. Se respira en el ambiente, se trasluce en las conductas sonoras del Gobierno. Además, Sánchez, el sanchismo y la sanchunidad, necesitan con urgencia que vuelvas ya para darse un revolcón de independentismo soberano con una causa tan noble como la tuya.

¿Entonces cuál es el problema? ¿Que tendrías que pasar unos días, no muchos, en una cárcel de cinco estrellas como Junqueras para disimular este incendio de «ensoñaciones» eróticas que diría cualquier juez? No se hable más del asunto. Tu caso es para nosotros tan especial y crítico como el de Griñán. Tu entrada en Lledoners supondría para tu salud mental una tal conmoción que no nos dejaría dormir tranquilos el resto de nuestras vidas. Y esto sí que no: tu indulto te espera como… como el esquilón que cuida las posesiones y los más altos pensamientos de un director de orquesta que ni Beethoven soñaría.

En suma, todo un escándalo de república bananera y podrida. Cuanto más se silencie con las retoricas de gatera en esta noche -donde todos los gatos son pardos-, o con las rectificaciones antológicas de Yolanda Díaz a mil euros la onza de turrón, peor le irá a esta campaña de estopa y de presunciones ridículas. No se puede presumir de tropelías progres como si exportaras moralidades a kilo de ternera. Tras el cara a cara de esta noche libidinosa, ¡anda, Puchito, vuelve, a casa vuelve, y vota en topless!

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