Diario de Castilla y León

EDITORIAL

La política desapegada del territorio y de los compromisos con los suyos

Una imagen de archivo del Congreso de los Diputados. EUROPA PRESS

Una imagen de archivo del Congreso de los Diputados. EUROPA PRESS

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La campaña electoral que acaba de comenzar debería disponer también de claves territoriales, aunque se trate de una contienda política nacional. Lo que se juega el 23-J es esencialmente el futuro de los próximos cuatro años de España. Pero en ese futuro los territorios, las comunidades, las provincias forman un engranaje esencial, especialmente en materia de inversiones, de infraestructuras y de proyectos con arraigo. 

En otros tiempos, los programas y las campañas incorporaban propuestas concretas que podían medir el grado de compromiso de los partidos con los territorios. O medir a posteriori el grado de incumplimiento con esos mismos territorios. Pero ahora las organizaciones políticas se han hecho vagas en virtud de estar parasitadas en buena medida por la mediocridad política que carece de iniciativa y de ideas, que no mira a su tierra ni a su distrito. Esto se solucionaría con listas abiertas, que obligaría a los parlamentarios a dar cuentas al territorio por el que son elegidos. Porque la elección es por provincias, no global. Y no deberían olvidarlo. Y se deben a sus votantes, a los de sus provincias, a los de sus pueblos, a los de sus ciudades, a los de sus barrios.

Pero no es así, los políticos se deben esencialmente a la jefatura orgánica que es la que dice si van en las listas y si ocupan los puestos de salida que les garantizará el momio durante cuatro años por ser obedientes, indolentes y no ocasionar problemas al partido y en el partido. Es la nueva política. Tan alejada de la que no hace tanto se practicaba con el bipartidismo.

No veremos propuestas concretas para Castilla y León ni para ninguna de sus nueve provincias. Esa es la nueva tesis de las campaña, abordar siempre desde la teórica el ámbito nacional para no comprometerse con nada. Es desolador. Incluso se puede ver en las Cortes de Castilla y León cada quince días, donde los debates y las propuestas versan en muchos casos sobre asuntos que no son  de competencia autonómica. Así los partidos del gobierno no tienen que incomodar a sus jefes en la Junta y los de la oposición intentar sacar lustre a los logros de sus compañeros de gobierno nacional.

Malos tiempos para la política apegada al territorio, preocupada de sus vecinos, de sus conciudadanos. Todo es Feijóo y todo es Sánchez. Pero ni de Sánchez ni de Feijóo vivimos en Castilla y León. En Castilla y León anhelamos infraestructuras, inversiones y planes prácticos para reequilibrar territorios que mueren por la desidia política que conduce a la despoblación. 

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