Diario de Castilla y León

EDITORIAL

El derecho al recuerdo de las víctimas del terrorismo en Castilla y León

El vicepresidente de la Junta de Castilla y Le?n, Juan Garc?a-Gallardo, preside el acto institucional en el que se conmemora el D?a de Recuerdo y Homenaje a las V?ctimas del Terrorismo de Castilla y Le?n

El vicepresidente de la Junta de Castilla y León, Juan García-Gallardo, preside el acto institucional en el que se conmemora el Día de Recuerdo y Homenaje a las Víctimas del Terrorismo de Castilla y León. -ICAL

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EL RECUERDO A las víctimas del terrorismo, en un país que ha sufrido esta criminal lacra durante más de cuatro décadas, debe ser una constante. La memoria de las  víctimas es la inalterable tarea de una sociedad que ni olvida ni perdona. De una sociedad que venció a los asesinos a través de las convicciones democráticas, pero también a través de la lucha policial. Policías, guardias civiles y militares, precisamente por estar en primera línea de ese combate fueron los principales objetivos del terrorismo etarra. Por eso tienen que estar en la primera línea de ese reconocimiento, junto a los políticos, muchos de los cuales fueron asesinados por defender la libertad y el derecho a la democracia. 

Castilla y León, con el acierto y la justicia que requiere la memoria, dedica un día a no olvidar el terrorismo, que marcó nuestras vidas y el inicio de nuestra joven democracia. Pero también nuestra madurez con terribles atentados islamistas en Madrid y Barcelona. Y en todas partes hay castellanos y leoneses que han sufrido el odio y el rencor del terrorismo, en sus diversas y fanáticas ideologías.

Las 23 medallas entregadas ayer por el vicepresidente de la Junta son un símbolo. Un símbolo que como un rito debe perpetuarse para que el olvido y la desmemoria no arruine el recuerdo del tanto dolor, pero también el agradecimiento a quienes en la lucha activa, desde la política o la acción policial, dejaron su vida para doblegar a quienes impusieron una dictadura de tiro en la nunca y coche bomba que se llevó la vida de casi 900 personas, muchas de ellas ajenas por completo a esa guerra que libramos contra el terrorismo de ETA.

Y el acto que ayer celebró Castilla y León adquiere todavía más vigor al comprobar que quienes desde la política alimentaron a las alimañas siguen optando por mantener viva la llama de los verdugos en vez de entregarse al perdón de las víctimas.

La muerte más inasumible que podrían tener las víctimas y sus familias sería la del olvido social. Por eso es una labor de las instituciones, como instrumentos ciudadanos que son, mantener viva la llama del recuerdo. Del recuerdo de los asesinados, de los huérfanos, de las viudas, de los mutilados, del horror. Pero también el recuerdo de que esos atroces actos los cometieron asesinos armados con pistolas y bombas, pero alentados desde los púlpitos políticos y, en muchos casos, religiosos. No olvidar esa es una de las vocaciones innegables de Castilla y León como sociedad.

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