Sorber y soplar, integrar y soterrar

Sorber y soplar, no es posible ni probable, sobre todo si se intenta hacer al mismo tiempo. Pues algo similar ocurre con Integrar y Soterrar, a efectos ferroviarios, en Valladolid, por ejemplo. No es posible ni compatible. Por eso y otras cosas, el PP y VOX, soterradores y de las JONS hasta la médula, están en la encrucijada de pasar de las musas al teatro, que viene a ser pasar de las promesas electorales a los hechos de gobierno. Se pongan como se pongan el tren no puede ir por arriba y por abajo al mismo tiempo. Una cosa es predicar y otra dar trigo. Y mientras, lo que avanza en la realidad urbanística y ferroviaria pucelana es la integración, es decir, que el tren va por arriba y las gentes por abajo. El compromiso en el que se han metido PP y VOX es considerable. Si dejan avanzar la integración iniciada alejan el soterramiento prometido. Este es un silogismo simple. Simple como que 11 y 3, y dios, son mayoría absoluta. Absolutamente mayoritarios. Soterramiento e integración son dos caras de la misma moneda, pero no el canto de la perra chica. Como en las chapas, o en la disputa por la capa de Cristo, hay que elegir caras o cruces. Si sale una de cada, gana el baratero, que es el que siempre se lleva los billetes en el corro. Casos se han visto en el que ya con la madrugada amanecida el único que tenía billetes en la mano era el susodicho baratero, mientras los dos últimos apostadores tenían cara de soterrado uno e integrado el otro. VOX, de momento, se ha salido del carril de los asuntos complejos. El pacto de la Junta les ha experimentado en no meterse en carteras que den cornadas, tal es el caso de Agricultura y Ganadería, que más cornadas da el hambre. Irene Carvajal, la sorpresa electoral de las últimas urnas, ha decidido emplearse con prudencia, serenidad y sensatez. Es lo que otorga el rigor de la madurez. Va a ser un hueso duro de roer para la izquierda que no encuentra motivo para meter el diente y vivir de la letanía de la ultraderecha.