Diario de Castilla y León

EDITORIAL

Del resultado electoral y los acuerdos para lograr mayorías de gobierno

La candidata del PP a la Alcaldía de Burgos, Cristina Ayala, ejerce su derecho al voto en el Colegio Virgen de la Rosa.- ICAL

La candidata del PP a la Alcaldía de Burgos, Cristina Ayala, ejerce su derecho al voto en el Colegio Virgen de la Rosa.- ICAL

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es magnífico eso que siempre esgrime el que gana pero no suma para gobernar de que lo ideal debería ser que gobernase la lista más votada, que para eso simboliza la mayoría de lo que ha elegido la ciudadanía. Y más cuando se trata de unas municipales, donde el alcalde debería ser al que han elegido los vecinos, como dijo en gallego casi ininteligible en un mitin en Benavente Mariano Rajoy, allá por el año 2015. Pero esa no es la realidad. Y no lo es fundamentalmente porque así no lo quieren ni PP ni VOX, que nunca han tenido la elegancia y la valentía de legislar en ese sentido. Porque a ambos les va bien algunas veces una cosa, y otras la contraria. 

Por eso esgrimir, como hacen algunos ahora, la teoría de que gobierne la lista más votada, además de ser una sandez sin convicción, no deja de ser una tomadura de pelo. Fundamentalmente porque el partido al que pertenecen, ya sea PP o PSOE, dirá una cosa en un sitio y hará la contraria en otra, en virtud de cómo le vaya el baile. Que es lo que empieza ahora. El baile de los pactos. Más viejo que nuestra ya madura democracia.

Puede seguir el todavía regidor de Burgos, el socialista Daniel de la Rosa, con su letanía y rabieta de la lista más votada. Pero la aritmética plenaria, que es la que cuenta, dice que saldrá de la Alcaldía para que entre su contrincante Cristina Ayala, que se lo ha ganado. En las mismas está el mandatario leonés, el también socialista José Antonio Diez. Y eso tendría algún valor, al menos político, que no legal, si su partido marcara esa decisión como norma general, que no la va a marcar. Por tanto es su propia jefatura orgánica la que les inhabilita para mantener el mantra de la lista más votada. Les toca seguir trabajando después de la urnas para revalidar el puesto de trabajo porque así lo han decidido las formaciones a las que se deben y a las que deben obediencia.

No tuvo reparo alguno en reconocerlo un ganador, Óscar Puente, al que esa aritmética desaloja de la Alcaldía de Valladolid, igual que esa misma aritmética le llevó al primer sillón municipal hace ocho años pese a la derrota.

El PP está legitimado para gobernar en Burgos, que lo hará, por mucha rabieta que exhiba De la Rosa, que ya se está poniendo en evidencia. Y también está legitimado para intentar acuerdos de gobernabilidad en León. Es la aritmética parlamentaria por la cual PSOE y PP han decidido que en ocasiones no sean los vecinos los que eligen al alcalde, sino que sean los partidos los que tienen la última palabra. Por si Díez y De la Rosa no se habían enterado de cómo obran en su casa en función de necesidades.

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