Su recuerdo me lleva a la niñez. La primera secuencia, el más grandote de los instrumentos. Su melodía de cuento de hadas. Harpo se empleó a fondo y nos hizo partirnos de risa. Manos de arpista que volaban vibrantes en jaula de tensas cuerdas. Consulto entre los tipos de arpa, la clásica, la andina y la celta, entre otras. Me quedo con la ibérica. Como suena. Fin del concierto. Nos vamos de feria. La vieja fórmula de vender y comprar, de rentabilizar el trabajo, en este caso el arte. Se trata de la feria de AR&PA, Bienal Ibérica de Patrimonio Cultural, que desde que se inventó me suena bien por todas las cuerdas. Aunque para rizar el rizo ibérico -con permiso de don José, el de Azinhaga, -que es una freguesia portuguesa- toda la cartelería, información y soportes digitales de este certamen debería leerse además de en lengua cervantina, en la de Pessoa. Algo que sentaría precedente en tantos campos, acuerdos, negocietes y proyectos europeos en los que se enarbolan banderas ibéricas de amores fraternos lusitanos. Ahora a lo mollar. Arpa, con esa & exótica abreviatura en medio que viene a ser la y griega de toda la vida, nació en Castilla y León como una consecuencia del desbordante patrimonio cultural y su necesidad de ponerlo en valor con criterio profesional. Había que demostrar que no solo estaba en los libros, también en las empresas. Y generaba dinerito. Empleo. Y así durante trece ediciones tocando el arpa ibérica nos dimos cuenta de la trastienda de nuestro liderazgo incuestionable en materia de patrimonio. Palomares y catedrales, arquivoltas y canecillos, piedra seca y tapial, teito y pizarra, excavaciones y yacimientos, recreaciones, adaptaciones, empresas de restauración -nada que ver con las cosas del comer- carpintería de lo blanco, nuevas tecnologías y muchos trabajos históricos con sus aulas y centros de interpretación. Y el lavado de cara de retablos tallas y cuadros… solo un aperitivo que consumen arquitectos y albañiles, ebanistas y arqueólogos y antropólogos, historiadores, gestores culturales e instituciones y fundaciones varias. “Ar y Pa” es una feria sectorial monográfica -no es turismo-. Fuimos pioneros y deberá volver a un recinto ferial apropiado. Y crecer en metraje empresarial. Lo demás siempre será cultura con congresos intachables. No perdamos ese liderazgo y ese valor, como lo hemos hecho en Intur y en Alimentaria.