Diario de Castilla y León

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DE TRACA. Desde que Sánchez puso en vigor la agenda 2030, sólo escuchamos esta monserga populista: «que nadie se quede atrás». Incluso cuando veranea a nuestra cuenta. Lo cual, en plenos juegos olímpicos, y bajo el lema «Citius, Altius, Fortius» -más rápido, más alto, más fuerte-, parece una coña marinera. Es como si ante la maratón, dijera el Comité Olímpico Internacional: como esta prueba es la más buena y la más progresista de todas, que nadie se quede atrás. Para todos medalla de oro. O sea, chatarra olímpica.

Con esta incongruencia infantiloide, llevo noches meditando en la dichosa frasecita, que es el culmen de los despropósitos sanchunos. Desde el pozo en el que nos ha metido a todos de cabeza, me pregunto: ¿quién será ese nadie, y qué será eso de no quedarse atrás para este buen señor? Y que me perdone por lo de buen y lo de señor.

Lo de «nadie» se referirá a mí, y a los que piensan como yo, pues para él somos eso. Así que mis opiniones o quejas, lanzadas desde el fondo del pozo en un mes inhábil para la Justicia, carecen de valor: en agosto, ni por leña al monte, ni por agua al pozo. En cuanto a la segunda parte de la frasecita, «quedarse atrás», lo comenté con mis compañeros poceros y alucinaban en colores: ¿es que para los que estamos en el pozo, y que hemos dejado atrás la luz, hay algo más que «mirar alrededor y preguntarse qué pasará a continuación», como refiere Alicia en el País de las Maravillas? Nada. ¿No le da vergüenza, señor presidente?

Vayamos por partes para ver si me entero de algo. En la mesa de negociación con los secesionistas en septiembre, ¿qué hará Superman para que no nos quedemos atrás? O se quedan atrás los golpistas o los que estamos en el pozo. Respecto al recibo de la luz con subidas astronómicas semanales, ¿qué habrá que hacer para no quedarse atrás? ¿Leer sólo la parte primera del recibo? En cuanto a la igualdad, ¿ese no quedarse atrás significa que veranearemos en esos palacios de Las mil y una noches con Sánchez, su familia y amigotes? ¿Cabremos todos, incluidos los poceros, en su mismo falcon? ¿No le da vergüenza, señor presidente?

Avancemos más en el análisis de la agenda del señor Sánchez y Pérez-Castejón para no quedarnos atrás como las mozas de Castejón que, según el refrán, están pálidas y amarillas, de beber agua en el pozo y mear en cuclillas. ¿Quiere decir que los millones que están en la cola del paro los pondrá delante de la fila o al final de ella? ¿Hará lo mismo con el empleo juvenil que crece como la espuma en las bañeras de Palacio? ¿No le da vergüenza, señor presidente?

Si todo va peor desde que Él desgobierna España -en economía, igualdad, democracia, Justicia o sanidad-, hablemos de política sanchuna. ¿Quién se ha quedado atrás en indultos? ¿Todos los que no han sido indultados? Pues que indulte a cuantos hay en la cárcel y así ninguno se quedará atrás. ¿Es que sólo indulta a ladrones y sediciosos? ¿Sólo deja atrás a las víctimas del terrorismo? La Lista Sánchez de los que ha dejado atrás es tan larga, que su frasecita sólo tiene tiro ante la descalificación de Unamuno: «Las frases, cuanto más profundas, son más vacías (…), un pozo sin fondo». ¿No le da vergüenza, señor presidente?

Además de querer cargarse el sistema público de salud, transfiriendo a los golpistas catalanes el MIR, el último culebrón del verano es que, en su afán depredador, quiere ajustar cuentas con las libertades y con la floreciente economía de Madrid. Comprensible. Su olímpica sanchez levita cuando repara en lo que escribía Antoine de Saint-Exupéry en el El principito: que «lo más bello del desierto es que en algún lugar esconde un pozo». Y claro, no soporta salir de su Palacio monclovita y que lo abucheen los poceros sin parar. Como Ayuso no se resigna a quedarse atrás, su odio hacia ella es tan africano como su madrileñofobia. ¡Con lo bonitos que son los pozos sanchunos en medio del desierto español! ¿No le da vergüenza, señor presidente?

Si vuestra sanchunidad, por un casual, quisiera solucionar este negro panorama, lo tiene fácil. Primero, decida no dejarnos más atrás de lo que ya estamos. Segundo, lárguese. Váyase lo más lejos posible como se alejan las negras nubes, las tormentas, la peste, el rencor, el odio, la mentira, la tiranía, el enfrentamiento. Y llévese el maldito eslogan «que nadie se quede atrás». Razón: se erige en pozos de miseria, de exclusión, y de víctimas inocentes. ¿No le da vergüenza, señor presidente?

Dirán que soy negativo al juzgar a este buen señor, y pido perdón de nuevo por lo de buen y lo de señor. Pero es que estoy harto de tanto pozo. Harto de que se ría de nosotros, de su impostura, de sus arengas chavistas, vergonzosas e irritantes. En Cuba le esperan las libertades que a nadie dejan atrás, y los avances del comunismo que a usted tanto le gusta. Pero no nos tome más el pelo. No somos ni de su Gobierno ni de su Partido. Somos gente del pozo, poceros altivos que decimos basta de humillaciones y de ñoñerías como esa de «que nadie se quede atrás». ¿Pero es que no le da vergüenza, señor presidente?

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