Diario de Castilla y León

"Las últimas lluvias nos llenan de esperanza"

Martín Berdugo explica cómo proteger al viñedo ecológico de una posible llegada de Botrytis

Josita Martín Berdugo tiene 87 hectáreas de viñedo en Aranda de Duero. ECB

Josita Martín Berdugo tiene 87 hectáreas de viñedo en Aranda de Duero. ECB

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Loreto Velázquez | Valladolid
Valladolid

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Tras un año intenso en el que no han faltado heladas ni el granizo, las últimas lluvias llenan de esperanza al campo y a los viticultores. "Estas lluvias han afectado de forma muy positiva porque la planta estaba un poco bloqueada por el estrés sufrido por la sequía y la falta de humedad relativa", explica desde las 87 hectáreas de Bodegas Martín Berdugo, Josita Martín Berdugo.

En su opinión, las precipitaciones han ayudado al reactivar el ciclo vegetativo "permitiendo que la planta siga madurando" e hidratando el fruto con lo que aumentará un poco la cosecha, en un año mermado por la helada de abril y mayo y el pedrisco de junio, que cayó en diferentes puntos de la denominación de Origen. "Las lluvias también retrasarán el inicio de una vendimia que se estaba adelantando", añade.

Con la uva por el momento sana y con buenas expectativas, este viticultor-bodeguero calcula que habrá "algo más de uva que el año pasado, que fue un poco corta, pero todo dependerá de cómo termine y si hay más lluvias". 

Pese a la intensa sequía de los últimos años, la viña, asegura, es un cultivo fuerte que se adapta bien a las condiciones de escasez. "Esto se cumple sobre todo en los viñedos bien establecidos", puntualiza su hijo, Antonio Díez, al recordar que en las viñas más jóvenes, el sistema radicular no está tan formado y se pueden ver más afectadas por la falta de agua. "También ocurre en viñas acostumbradas a regarse cuando no se riegan en profundidad, porque el sistema radicular se establece en superficie y entonces sufre si hay escasez".

Falta de personal

Pero la vendimia augura otros retos como la falta de personal. "Este año seguiremos teniendo problemas tanto por la disponibilidad de las personas como por los trámites que hay que hacer para traer trabajadores de fuera. Tampoco ayuda la falta de viviendas. Todo esto dificulta las contrataciones" , afirma Antonio.

La familia tiene la bodega y las 87 hectáreas, la mayoría de Tempranillo, en Aranda de Duero. Lleva años apostando por el viñedo ecológico. "Llevamos desde el año 2017 pero hasta ahora solo teníamos certificadas 11 hectáreas. En dos años tendremos el resto certificado en ecológico".

En años como este en los que la lluvia ha llegado casi en el mejor momento, la llegada del calor preocupa por la posible aparición de enfermedades como el Oidio o la Botrytis. "En nuestro caso, al trabajar en ecológico no utilizamos productos de síntesis y nuestro esfuerzo se centra en la prevención, mejorando el microclima que hay en torno al racimo, para que tenga cierta permeabilidad tanto al sol como al aire, y esté siempre ventilado y soleado, pero sin sol directo para evitar la sobre-maduración del fruto y la pasificación", detalla con la mirada puesta primero en clareos de pámpanos, desnietes o deshojados o, llegado el caso, aclareo de racimos para evitar que unos se toquen con otros. "Otra de las tareas que llevamos a cabo es segar o pasar la máquina intercepas en la hierba debajo de la línea para limitar su crecimiento ", apunta.

Oidio

Según explica Antonio Díez, mientras el oidio aparece cuando la lluvia coincide con días de calor, la Botrytis es un hongo que se desarrolla aprovechando las pequeñas heridas que deja el oidio. «Por eso hay que poner atención en los focos que pudieron surgir en verano», aconseja.

Cuando pese a todas las medidas preventivas, las enfermedades criptogámicas hacen acto de presencia en un viñedo ecológico como el suyo, la única opción son los fungicidas, pero "siempre naturales, nunca de síntesis". "También se pueden aplicar desecantes naturales para quitar humedad", señala Josita.

La familia Martín Berdugo es un ejemplo de superación. Esta semana se han cumplido diez años desde que un rayo se pusiera en su camino reduciendo a cenizas la nave de elaboración. "Recuerdo ese momento como un día dramático, pero una vez encajado decidimos seguir luchando y más allá de la desgracia lo vimos como un reto para cambiar la forma de elaboración y mejorar nuestra bodega y los vinos. A mí me gusta pensar que recibimos su energía", termina Antonio.

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