Invasión de abejas ‘made in’ Valencia
Las Opas de Castilla y León demandan una regulación del sector para racionalizar su crecimiento ante la previsible avalancha de colmenas trashumantes por el ‘cierre apícola’ que planea la Comunidad Valenciana con la inminente reforma de su Ley de Ganadería
La Comunidad Valenciana ultima la reforma de su Ley Ganadera y con ella fuertes restricciones en la apicultura. El Gobierno autonómico no quiere colmenas cerca de los cítricos, y establece sanciones de hasta 60.000 euros a explotaciones de miel de Azahar , especialmente en los meses de floración, cuando se puede producir un fenómeno que allí conocen con el nombre de ‘pinyolá’.
Debido a la amplia superficie de cítricos en la región, la restricción se traduce en que nos apicultores deberán ‘cerrar’ sus explotaciones en el periodo comprendido entre los meses de marzo y mayo. Por eso Coag Castilla y León ha dado ya la voz de alarma, puesto que el cierre apícola de esa Comunidad «puede colapsar toda la producción mielera de nuestra región» , advierte. Y es que los productores «temen una avalancha de productores valencianos hacia Castilla y León».
A lo largo y ancho de las nueve provincias de la Comunidad se distribuyen más de 5.500 apicultores que agrupan casi 450.000 colmenas, lo que representa el 15% de las colmenas del conjunto nacional . En la Comunidad hay casi 4.000 explotaciones que generan unos 40 millones de euros al año, según datos de la Consejería de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural.
El sector apícola, asegura la Administración autonómica, «es un sector estratégico, además de por su volumen, por el papel que desempeñan las abejas melíferas en el medio natural, en el equilibrio ecológico y en el mantenimiento de la biodiversidad debido a la polinización que realizan en los cultivos y en la vegetación natural», aseguró la misma fuente en la presentación de las últimas ayudas a la producción y comercialización de la miel, a principios de este mismo mes, que repartieron 1,6 millones de euros entre 299 apicultores solicitantes.
La zona levantina cuenta con la mitad de explotaciones, unas 2.517, pero «con sólo un 10% de apicultores que trashumara a nuestra región, la producción podría resentirse en un 50%» , estiman los productores, según la Organización Profesional Agraria (Opa). Y es que los apicultores valencianos ya se desplazan a las montañas de Soria, Burgos y León para producir miel de encina, roble o brezo, la más preciada. Si se elevara el número de profesionales que se desplazan a estas zonas «sería un desastre», asegura Santiago Canete, presidente de Reina Quilama.
Un problema añadido es que la reglamentación prohíbe asentar colmenares a menos de un kilómetro de distancia entre ellos , hecho que limita la producción mielera. Por eso, a renglón seguido de estas advertencias, Coag insistió en la necesidad de una regulación del sector apícola «para armonizar y racionalizar su crecimiento y evitar los enfrentamientos entre estantes y trashumantes, para conseguir o mantener sus asentamientos apícolas cada año».
Producir miel en la Comunidad Valenciana va a estar penalizado con multas de hasta 60.000 euros cuando se reforme la Ley de Ganadería que está a punto de modificar la Generalitat valenciana. La prohibición pretende evitar el fenómeno conocido como ‘pinyolá’, la polinización cruzada entre cítricos que podría provocar que estos nazcan con pepitas, hecho que generaría una caída de su cotización en los mercados.
La ‘pinyolá’ es la polinización cruzada entre cítricos, que puede producir pepitas
Sin embargo las 200.000 hectáreas de naranjos, mandarinos y limoneros que hay en Levante «suponen la mayor concentración de plantas melíferas en toda España . La miel de azahar es un alto valor agropecuario que va a ser laminado», aseguran desde Coag. Dada esa riqueza vegetal, «la Comunidad Valenciana cuenta con 2.517 explotaciones apícolas que ya no podrán producir en su tierra. De ese número, 2.395 explotaciones trashuman, o sea, se instalan allí donde mayor y mejor producción de miel pueden obtener».
Tendrán por tanto que emigrar a otras comunidades autónomas. Pueden hacerlo a las regiones próximas a Valencia, donde se podría continuar produciendo miel de azahar pero en mucha menor medida. Pueden hacerlo a Castilla-La Mancha, donde se puede hacer miel de girasol. Y lo harán, de hecho ya lo están haciendo pero en menor medida, a Castilla y León. Cada año llegan decenas de apicultores valencianos pero la cifra, con el cierre de su región, se disparará. Lo hacen a las montañas de Soria, Burgos o León a producir miel de bosque. La más cotizada.
Apicultores valencianos ya producen miel de bosque en Soria, Burgos y León
«Como los asentamientos colmeneros funcionan bajo una reglamentación que los obliga a distanciarse entre ellos en torno a un kilómetro, los apicultores castellanos y leoneses temen que no va a haber sitio para todos», subrayan en la Opa. La producción mielera de nuestra Comunidad «se puede resentir enormemente».
LA MÁS COTIZADA
Santiago Canete, presidente de la cooperativa mielera salmantina, Reina Quilama, teme que un desplazamiento significativo de producciones valencianas a Castilla y León suponga una merma drástica en la producción de los profesionales de nuestra región. «Ya tenemos bastantes problemas con los asentamientos y con la varroa como para tener que enfrentarnos ahora a otro problema nuevo», dice. «Y además se trataría de la miel más cotizada, la de encina, roble, brezo», apostilla. «Sólo con un 10% de las explotaciones valencianas que se desplazara a nuestra Comunidad podríamos caer productivamente un 50%» , sentencia el presidente de Reina Quilama.
Ante esta complicada situación, Coag insiste en la necesidad de «una regulación del sector apícola para armonizar y racionalizar su crecimiento y evitar los enfrentamientos entre estantes y trashumantes para conseguir o mantener sus asentamientos apícolas cada año».
Más tajantes son todavía en la Unión de Pequeños Agricultores (Upa): «Es una situación caótica como no se ha visto hace muchos años» , sentenció la Opa tras su última sectorial apícola. La Opa sentenció que los mercados de miel «están colapsados, con mieles nacionales a precios muy por debajo de los costes de producción (que se sitúan sobre los 2,50 euros el kilo). Mientras tanto, las importaciones masivas de miel de terceros países –fundamentalmente de China– «siguen entrando en Europa sin apenas control y a precios hundidos».
Para la Opa, ese es el problema principal del sector y afecta a toda la geografía española. La reforma de la ley no sólo debería regular los crecimientos y los movimientos trashumantes, sino la entrada de productos de terceros países.
«A la competencia desleal de mieles foráneas sólo podemos ponerle freno vía controles en frontera, que deben reforzarse, y vía etiquetado», señalaron desde Upa. Y es que, incluso tras las últimas reformas de los reglamentos de etiquetado, «los consumidores siguen sin saber qué miel están comprando» . Por ello los apicultores han vuelto a exigir al Ministerio de Agricultura que impulse un real decreto de la miel para reconocer el origen España de la miel. Un movimiento que también se ha trasladado a Bruselas.
Mientras tanto, problemas sanitarios como la varroa siguen «disparados», mermando la población de abejas en toda España. Ante esta plaga, los apicultores lamentan la falta de medicamentos para combatirla, para lo que piden «más investigación».
Por otra parte, Upa ha alertado de los efectos del cambio climático sobre estos polinizadores, registrando la actividad apícola una alta mortalidad de colmenas debido a las condiciones de temperatura y humedad (lluvias irregulares, ausentes o en exceso). «Las consecuencias del cambio climático se traducen ya en una disminución considerable de polen y miel» , explicó el responsable apícola de UPA, Antonio Prieto.
ESCASA COSECHA
La eventual ‘invasión’ de colmenas del Levante, unido a los problemas ambientales y las plagas, no harían sino perjudicar una cosecha que ya se ha visto mermada esta campaña. De hecho, Unión de Campesinos de Castilla y León estima que en esta campaña se ha recogido una cosecha de miel un 50% inferior a la de otros años . Unión de Uniones calificó de «desastrosa» la cosecha de este año, con una fuerte bajada de la producción a nivel estatal.
La Opa estimó que en Castilla y León, en el mismo caso que Cataluña, se estaría dando una producción «del 50% respecto a años normales»; principalmente por exceso de lluvias y cambios bruscos de temperaturas en primavera. Además, la elevada humedad ha propiciado la aparición de enfermedades en numerosas especies de plantas melíferas, como las zarzas.
En el Levante, el exceso de lluvias afectó también al rendimiento de las producciones, algunas de ellas de alto valor, como la miel de azahar, previsiblemente en el último año que se va a poder producir en esa Comunidad. El mismo factor causó una muy baja cosecha de mieles claras en toda la zona sur y mediterránea.
La franja norte, por su parte, de Galicia a Pirineos, tampoco ha mostrado una mejor situación, con unos rendimientos que Unión de Uniones califica de «mediocres». Esta región, productora de mieles oscuras, se ha visto afectada en parte por los golpes de calor que han bajado la producción del roble entre otras especies.
Además de la climatología, la importante mortalidad del anterior invierno, no permitió contar a los apicultores con la cabaña productiva necesaria. La alta tasa de parasitación por varroa por tratamientos inefectivos, y en determinadas zonas una diezmada población en las colonias a causa de la acción continua del abejaruco y Vespa velutina. «Entre la bajada de producción y una importación masiva de miel (en muchos casos fraudulenta) a un coste con el que el productor europeo no puede competir que crece año tras año, la situación del sector pinta cada vez peor», aseguran desde UCCL.
Desde hace varias campañas la organización nacional de UCCL, Unión de Uniones, insiste al Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación en la necesidad de actualizar las anticuadas técnicas de control de la miel actuales para detectar productos fraudulentos, un control real de la fauna que ataca a las colmenas y un plan de acción sobre los medicamentos contra la varroa.
MERCADO
También Coag denunció al inicio de la campaña apícola las «prácticas especulativas de la industria envasadora» para distorsionar de forma artificial el mercado de la miel, en una campaña en la que la cosecha cayó en un porcentaje mayor, según sus cálculos, a lo establecido por UCCL. Goag cifra en un 60% el descenso respecto a un año normal, debido a las mismas causas, unas condiciones climáticas adversas y problemas sanitarios en la cabaña apícola. «Juegan a tirar los precios a la baja, distorsionando los fundamentos de oferta y demanda, aumentando las importaciones de miel de baja calidad a bajo precio» , apuntó Pedro Loscertales, responsable del sector apícola de Coag.
De hecho, entre enero y abril de este año –en el último mes, ya bien entrada la primera ola del coronavirus–, España importó un total de 10.091 toneladas de miel, un 12% más que en el mismo periodo del año anterior. Los principales orígenes de estas importaciones en el primer cuatrimestre del año fueron Portugal (2.112 toneladas a un precio medio de entrada de 1,44 euros el kilo), Uruguay (1.490 toneladas a 1,70) y China (1.427 toneladas a 1,38), muy por debajo de los costes de producción medios en España, de 2,92 euros el kilo.
«Los apicultores sufrimos una competencia desleal porque los estándares en materia de calidad de la miel y sanidad de las colmenas están muy por debajo de los exigidos en la UE. Esta actitud es éticamente reprochable y judicialmente perseguible, porque los industriales están incumpliendo por sistema la Ley de Cadena Alimentaria. Ofrecer 2,30 euros el kilo para la milflores, tal y como está sucediendo en la actualidad, está claramente por debajo del coste de producción publicados por el Ministerio, de 2,92», argumentó Loscertales.
Ante este panorama, Coag ha pedido a la Agencia de Información y Control Alimentario (Aica) una unidad especial que investigue de forma exhaustiva las prácticas ilegales de la industria envasadora. «Resulta intolerable que, de forma sistemática, los compradores están incumpliendo la Ley de Cadena Alimentaria», subrayó el responsable apícola de Coag. Asimismo, se reclama, una vez más, un aumento de los controles en frontera a las importaciones de terceros países para evitar que entren en nuestro país mieles producidas con sustancias prohibidas en la UE desde hace décadas.
En ese contexto, la Administración autonómica activa distintas líneas de ayuda, aunque a juicio de las Opas siguen siendo insuficientes para paliar todos los problemas del sector. Así, la Consejería de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural autorizó a principios de este mes el pago de 1.579.241 euros en concepto de ayudas destinadas a la mejora de la producción y comercialización de la miel.
SECTORIAL
El importe abonado representa el 96% del presupuesto inicial, una vez que los beneficiarios han justificado las inversiones en las seis líneas de ayuda existentes y se han realizado los correspondientes controles documentales y sobre el terreno se ha hecho el ingreso a los 299 apicultores de Castilla y León beneficiarios de la ayuda, según los datos de la Administración autonómica.
El reparto de los fondos se fijó en Conferencia Sectorial de acuerdo al criterio del número de colmenas que hay en cada Comunidad Autónoma y a que esta tenga un programa oficial de vigilancia de agresiones y enfermedades de las colmenas, principalmente varroosis, criterio que se cumple en Castilla y León por lo que a la Comunidad le correspondió un 15% del presupuesto nacional.
«Sólo con el 10% de abejas que se desplazara podríamos caer un 50% en producción»
Los destinatarios de estas ayudas son apicultores titulares de, al menos, 150 colmenas, así como cooperativas apícolas y organizaciones representativas con personalidad jurídica propia. Además, se ha dado prioridad a los jóvenes y a las mujeres, con el objetivo de fomentar la incorporación al campo y fijar población en el medio rural, según la misma fuente. «Estas medidas contribuyen al crecimiento y consolidación del sector apícola en Castilla y León, apuestan por su profesionalización y se articulan para afianzar la calidad y valorización del producto. En definitiva, se persigue consolidar al sector incrementando su competitividad y rentabilidad en los mercados».
La convocatoria de ayudas que ha llegado hace pocos días a los bolsillos de los apicultores de la Comunidad se enmarca dentro de las actuaciones que establece el actual Plan Nacional Apícola 2020-2022, como herramienta del Sector Apícola para el incremento de su competitividad. Con estas ayudas los apicultores de la Comunidad pueden beneficiarse de seis líneas de subvenciones.