Diario de Castilla y León

DEHESAS

La bellota reactiva su valor más emotivo que productivo

SIN PESO COMERCIAL La campaña ‘ La gran bellotada’ ayuda a volver la vista hacia encinares y dehesas, algunos en peligro por ‘la seca’ , mientas la recogida de este fruto es escasa y muy puntual  

Los animales de Martín cuentan con miles de hectáreas de dehesa pobladas de encinas cuyos suelos son una verdadera despensa de bellotas. / ECB

Los animales de Martín cuentan con miles de hectáreas de dehesa pobladas de encinas cuyos suelos son una verdadera despensa de bellotas. / ECB

Publicado por
M. M.
Valladolid

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Si bien la popular campaña de ‘La gran bellotada’, que ha logrado involucrar a miles de personas por toda la península ibérica -al haberse unido a la misma Portugal-, ha ayudado a volver la vista hacia nuestros hábitats omnipresentes como dehesas, encinares o robledales, también ha permitido comprobar cómo la presencia de este fruto por nuestros campos no se ha traducido en una actividad de peso económico. Y es que como explicó el impulsor de la campaña, el burgalés afincado en Extremadura Rodrigo Ibarrondo, al iniciar esta campaña cuyo objetivo comenzó siendo la reforestación de un paraje natural incendiado en la sierra de Gata para extenderse luego a todo el territorio, pensó en la bellota como eje de la misma al ser fácil de hallar y de sembrar en cualquier paraje. 

Facilidad de su hallazgo que algunos en tono jocoso basan a su origen como parte de la labor de enterramiento de miles de estos frutos en los campos, que llevó a cabo siglos atrás alguna olvidadiza ardilla quien, al no recordar luego sus múltiples escondrijos, ayudó a que con el paso de los años, el sol y la lluvia éstas dieran lugar a las centenarias encinas que perviven hoy.

Jocosa anécdota que recuerda el ganadero salmantino Jesús Ángel Martín Pacheco, al hablar de espacios naturales que tan bien conoce tras toda una vida como productor de porcino de bellota. Son las dehesas sombreadas por encinas en las que campan a sus anchas los ejemplares de su ganado, parajes a ojos de éstos convertidos en magníficas despensas donde la bellota es el plato estrella. «Es su principal alimento, del que pueden consumir de forma habitual unos 600 kilos en los 60 días que deben al menos alimentarse en el campo, tal y como marca la normativa vinculada a la marca de garantía de jamón y paleta de bellota», explica. «Además de ser este animal el que saca verdadero provecho de las muchas propiedades con que cuenta este fruto silvestre, por ser capaz de transformar con su ingesta el ácido oleico que ésta contiene», detalla el experto. «Mientras que en el caso de ganados ovinos y bovinos la bellota resulta perjudicial, al provocar a las hembras en período de gestación a menudo abortos». 

Ácido oleico que el cerdo de bellota absorbe convirtiéndolo en uno de los elementos que hacen de los productos derivados de él, alimentos de primera. «Y a la par especialmente saludables para quien los consume, al potenciar el colesterol beneficioso y apenas contar con el perjudicial, tal y como muestran estudios médicas e investigaciones al respecto».

‘La seca’, un gran peligro

Elemento muy vinculado a la bellota, Martín Pacheco sí pide sin embargo más atención desde la Administración para las encinas de las que procede y para los bosques donde éstas viven, ya sean de quercus ‘puros’ (variedad arbórea que produce este tipo de frutos a la que pertenecen encinas, robles o quejigos entre otras), o bosques mixtos donde los quercus comparten espacio con otras especies. Algunos de los cuales, como destaca el ganadero en el caso de zonas salmantinas, hoy sufren las consecuencias de replantaciones hechas décadas atrás, en su opinión, sin mucho criterio, «que han dado hoy lugar a bosques con muchos ejemplares, donde la frondosidad de unos causa el ahogamiento de otros».

Sobreabundancia boscosa que asimismo, puede agravar el problema que en estos hábitats naturales está causando ‘la seca’. «Enfermedad en la que las primeras afectadas son las raíces de las encinas para, una vez que se ha debilitado el árbol, dar lugar a la aparición de un gusano que desde el interior lo taladra acabando con él», detalla. Por ello, pide a las instituciones que comiencen a tomar medidas contra un mal que ataca a la encina, «de la que dependemos todos, y de paso se protejan nuestras dehesas, encinares y robledales, ya que son uno de los pocos hábitats sostenibles de verdad que tenemos».

 

Las plantaciones de la gran bellotada se han llevado a cabo por todo el país, más de 90 en suelo burgalés. / S. O. 

Protección que muchos reivindican para estos parajes presentes por todo el país, ya que en acuerdo con el argumento de Martín Pacheco, investigadores y profesionales del mundo rural y forestal los definen como enclaves naturales de gran riqueza vinculados desde hace siglos a la vida natural española. 

«Y que hacen de ellos hoy, entornos protegidos en muchos casos -al ser hábitats a su vez de especies vegetales o animales protegidas como puede ser el lince-, y por contar en ellos con ejemplares especialmente singulares por su longevidad o dimensiones entre otras especiales características, con frecuencia ejemplares también a su vez protegidos», comenta Enrique Álvarez, ingeniero forestal burgalés y coautor del libro ‘111 árboles singulares de la provincia de Burgos’ editado por la Diputación Provincial de Burgos.

Entorno salmantino y extremeño donde la bellota sí tiene peso como alimento animal (tras haber perdido la omnipresencia que tuvo miles de años atrás en la alimentación del hombre), pero sin generar apenas peso económico. Aunque sí guarda el valor científico  de ser origen de centenarias dehesas que hoy siguen  ahí con lo que se ha ganado el derecho a ser una especie a conservar. 

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