ENCUENTRO REAL
La madre de la niña leonesa Amaia recuerda el encuentro con los Reyes: «Fue maravilloso»
Paula, de Astorga, destaca la «cercanía» de la reina Letizia y lo «campechano» que resulta Felipe VI

Los Reyes de España con Amaia y sus padres
«Es la reina del hospital», dice Paula. Aún la emoción se presiente desde el otro lado de teléfono. Porque ver a su princesa, Amaia, en los brazos de los Reyes de España solo se da «una vez en la vida», como cree su madre. Pero ella tenía claro el objetivo de la visita del Rey Felipe VI y Letizia: conseguir una foto con Amaia. Pero si lo consiguió, ese rato único no solo se resumió en decenas de instantáneas para el recuerdo sino con la cercanía de ambas autoridades con su hija, como si su sonrisa les atrapase durante algunos minutos. Tanto que la celebración de los 50 años del centro quedarán ya para la historia como la efeméride de la ‘princesa’ Amaia
El más puro instinto maternal de la Reina Letizia volvía a florecer desde que cogía en brazos a Amaia, la pequeña leonesa de siete meses que se convertía en la estrella de la visita de Sus Majestades Los Reyes de España al Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo el pasado miércoles. Tanto que la celebración de los 50 años del centro quedarán ya para la historia como la efeméride de la ‘princesa’ Amaia.
Ni las cámaras, ni el tumulto, ni los Reyes acercándose para acariciar a Amaia y después cogerla, tras la petición de su madre Paula de si les podía hacer una foto con ella, le borraron la sonrisa a la pequeña. Era su objetivo. ¿Por qué? «Porque a los Reyes a mí me representan», refleja Paula.
Mientras ella sostenía su móvil en la mano, en el vientre de su marido César se acomodaba Amaia. Ni un solo sollozo ni un gesto de sorpresa definían a la pequeña bebé, un aspecto de su carácter que bien conocen en el complejo manchego desde que en agosto acompañó a su padre para corregir una paraplejia temporal. «La ha cogido todo el mundo y no llora. Siempre tiene tiene una sonrisa para todos», afirma Paula.
Tras el saludo de Sus Majestades uno a uno a los pacientes y familiares que asistieron a su visita, llegó el momento de esta familia de Astorga. La Reina Letizia, con unos pasos más avanzados que su esposo, saludó primero a Paula y después a César para, después, quedar prendida con Amaia, a quien cogió en brazos inmediatamente. «¿Le importaría que le sacara una foto con ella?», le preguntó Paula. Dicho y hecho, el objetivo se había conseguido sin requerir ningún esfuerzo más allá de la paciencia y la confianza.
De Reina a princesa. De la Reina Letizia a la ‘princesa’ Amaia, el tiempo se paró en la enternecedora escena de ambas. Como si supiera que ella era la protagonista, Amaia regalaba caricias, risas, gestos que quedaban inmortalizados en un sinfín de fotos y vídeos para el recuerdo de sus padres, César y Paula. «Fue maravilloso», asegura su madre.
Fueron varios segundos entre sus brazos que llevaron a César a soltar un sarcástico comentario a la Reina Letizia. «No te la lleves, que nos la llevamos nosotros para casa», le dijo. Pero la Reina Letizia no cedió. «No, me la llevo, me la llevo», respondió, desatando las risas de los presentes.
«Una preciosidad, qué cosa más linda», eran las últimas palabras que dirigía Letizia a la niña para que el Rey Felipe VI, después, también quedase cautivado por Amaia, consiguiendo un premio doble en su primera gran aparición en público. También encadilado por la niña leonesa, dejó su segundo recuerdo imborrable para César y Paula con la segunda foto de su princesa en brazos del Rey.
Si Amaia se ganó el corazón de los Reyes de España, su actitud cautivó a los presentes, especialmente de César y Paula, que cayeron encandilados por su cercanía. «Me sorprendió que fuera tan cercana y tan campechana», afirma Paula sobre la Reina Letizia, mientras que del Rey Felipe VI pensó que iba a ser «más serio» pero le notó también «campechano, cariñoso y muy amable».
Convertidos en la «envidia sana» de Astorga, donde viven y regentan el restaurante El Patio junto a Sheyla, hermana de César, Paula asegura que enmarcará las fotografías «todo lo máximo para ponerlas en casa, porque eso va a ser una cosa que en la vida se va volver a repetir».
Con o sin esas instantáneas, lo que no cambiará de Amaia es en el apoyo diario en el que se ha convertido para su padre, a quien acompaña en sus tratamientos en Toledo para recuperar la movilidad que perdió en un cirugía. «Es un pilar tanto para él como para mí. Porque es como la luz que se asoma al final del túnel, que dices ‘tengo que luchar por ella y tengo que ser fuerte’».
Conscientes de ello tuvieron que ser trabajadores, pacientes y familiares del Hospital Nacional de Parapléjicos, todos ellos con sus historias, diferentes y complicadas pero unidas por el sentimiento de superación.