¡Le nouveau verdejo est arrivé!

Es el grito de guerra que puso en el mapa mundial a los viticultores de Beaujolais, una zona vinícola ubicada al sur de La Borgoña. Una revolución cultural enoturística que explota en la copa cada tercer jueves de noviembre. La uva gamay proporciona a este tinto rabiosamente joven el convertirse en el primer vino de Francia destinado a un nicho de mercado y perfil de consumidores. Algo que siempre ha inspirado a otras partes del mapa mundial del vino en los últimos años. Pues bien. Una de esas zonas es Rueda, Valladolid, y el inspirado es Richard Sanz, que se aleja de la maceración carbónica en tinto para apostar por ser el primero en fermentar el mosto de la uva verdejo y extraer de esta casta toda su personalidad sensorial primaria.

Por tanto, “le nouveau verdejo de Menade est arrivé”. Richard Sanz, enólogo y viticultor de sexta generación, ya ha puesto en marcha el altavoz para anunciar que los primeros tres vinos blancos de la añada de 2025 están listos y etiquetados. Así lleva los últimos diez años, adelantándose tras la vendimia a ser el avance enológico del blanco nuevo. En ocasiones dulce, aunque esta vez se trate de vinos tranquilos, secos, sin madera y todo fruta. Esta es la aventura que Richard reinicia cada campaña en su bodega vallisoletana Menade, que cumple en esta vendimia dos décadas de actividad en la carretera de Rueda a Nava del Rey. Los tres vinos ya están en el mercado. Se trata de tres blancos jóvenes, tres “ménades” que lucen en la etiqueta la añada de 2025. Además, llevan en su contra etiqueta el sello del CRAE (Consejo Regulador de los Vinos Ecológicos) y se encuadran dentro de la mención de calidad regional de Vinos de la Tierra de Castilla y León. No obstante, toda la uva y la materia prima de la bodega procedente de sus viñedos -un total de 180 hectáreas con una media de edad de 35 años y en espaldera- están inscritas en el consejo regulador de la Denominación de Origen Rueda. Los tres vinos, Verdejo, Sauvignon Blanc y Nosso, son lógicamente jóvenes, casi recentales, y no tocaron ni duela, ni arcilla. Sólo fermentaron en la asepsia y el brillo reluciente del acero inoxidable. Será una partida considerable, pues suponen cerca de 600.000 botellas, más de la mitad del total de su producción anual, que alcanza 1.200.000 botellas. De ellas, tan solo unas 50.000 responderán a la aromática Sauvignon Blanc y al blanco Menade Nosso, un varietal de verdejo que -según Richard- supuso un “punto de inflexión” en Menade al tratarse de un vino resultante de la uva verdeja natural, sin adición de sulfuroso ni en el campo, como el resto de los vinos, ni en bodega y añade: “sin tratamientos de azufre ni cobre”. Richard, como enólogo, sigue dando rienda suelta la creatividad e innovación con prácticas enológicas, jugando son viejos métodos y nuevas técnicas.

De ahí que el vino blanco Nosso realice la fermentación maloláctica debido a bacterias salvajes y uno de sus vinos más emblemáticos Sobrenatural, es el resultado de cinco años en velo en flor, toda una revolución en el campo del envejecimiento de blancos generosos y dorados. No hay que olvidar que la bodega comercializa además otros tipos y etiquetas como La Misión y Nossa tinto de Toro. La viticultura es marca de la casa, todo en la viña es ecológico. Vinos orgánicos como los denominan los americanos. Pero además, Menade cuenta con una extensión razonable de viñedo experimental donde, cada año, se analiza el comportamiento de diferentes variedades como la polémica godello entre otras. Pero siempre el vino nuevo fue recibido con júbilo. Brindo por ello y por “la verdeja”.