LEGARIS (DO RIBERA DEL DUERO)
Jorge Bombín, el último ‘Raventós’ en el Duero

Jorge Bombín, enólogo y director de Legaris, en las instalaciones de la bodega en Curiel del Duero.
Esta bodega, con el corazón partido entre Curiel y Peñafiel, nació en la añada de 1999. En aquel tiempo, la Ribera era el objeto de deseo de la inversión. Pero, entre las que llegaron a las orillas del Duero, algunas ya contaban con el aplauso, pues venían de la mano de grupos consolidados en el mercado del vino español. Recuerdo sus inicios y la satisfacción de Mar Raventós por la apuesta de su grupo familiar, Raventós Codorniu, por una Ribera ya entonces cotizada por su suelo, su tempranillo y por sus contrastes térmicos que proporcionaban el diferencial. Los primeros años fueron un cúmulo de aciertos, empezando por el diseño de las instalaciones. El arquitecto Domingo Triay supo meter la luz por todos los rincones, mostrando al visitante grandes espacios que situaban el lagar y las naves de elaboración y crianza y, al mismo tiempo, aislando de las visitas. Pero, lo que más caracterizó a Legaris fue su apuesta por el viñedo propio, adquiriendo suelo para sus plantaciones, en las que el tempranillo y una parte de cabernet sauvignon siguen siendo el músculo varietal de sus vinos. Las cosas se fueron complicando en el mundo del vino y Codorniu, la empresa familiar del vino más antigua de España, sucumbió a la nueva economía y a partir de del 2018 pasó su vino, marcas, viñas y bodegas a un fondo de inversión norteamericano, Carlyle Group. Y en estas estamos. Pero el personal, el factor humano, los hombres y mujeres que podan vendimia, fermentan y defienden la personalidad sensorial de los vinos de Legaris siguen en casa. Otro factor que ha garantizado la regularidad en la calidad de sus vinos ha sido el que Jorge Bombín, enólogo e ingeniero agrónomo de ascendencia en la comarca, sigue al frente del proyecto empresarial vitivinícola. Hoy es el responsable de los tintos de Ribera de Duero. Para ello cuenta con 121 hectáreas, la mayor parte en los términos municipales de Curiel y Peñafiel. Salvo 18 hectáreas de cabernet, todo lo demás es tempranillo. Toda la viña cuenta con certificado ecológico y pronto la mayor parte de las etiquetas saldrán al mercado con este sello. Es importante que, a pesar de la propiedad de la compañía, se mantenga un equipo de profesionales ligados estrechamente a la comarca. Carmen Cabornero, en la viña; la enóloga Isabel Fernández, en calidad; u Olga Zaballa y el bodeguero Manuel del Sol, entre otros. Para Jorge, la tierra que le vio nacer y el Duero que le convirtió en enólogo, siguen siendo su piedra angular. De ahí, que los Legaris respondan no solo a las viñas de Curiel, Peñafiel y San Martín de Rubiales, sino que una parte también estén vinculados a pueblos de la Ribera, entrando así en esa tendencia que busca la expresión de los distintos suelos del Duero. Entre ellos, el Legaris de Gumiel del Mercado, el Aniversario, el Tempranillo Orgánico, un rosado de corte provenzal, el Páramos de Legaris y las partidas de vinos de pueblo que incluyen los Legaris Alcubilla de Avellaneda, Peñaranda de Duero y Moradillo de Roa. La bodega produce un millón y medio de botellas en Ribera de Duero. La mayor parte, tintos roble y crianza. Otro millón de botellas se elaboran en la bodega Diez Siglos y, de esta manera, Legaris complementa su oferta con vinos blancos DO Rueda. Legaris tuvo un buen principio y, actualmente, sigue siendo un referente en la Ribera del Duero. Su apuesta por los vinos de pueblo y por el viñedo ecológico la sitúa en un buen lugar en los mercados. Sin duda, Jorge Bombín es el último Raventós en la Ribera, aunque no sea de la familia, es, por ahora, el que mejor ha defendido el sueño de Codorniu en el Duero. Paradojas de la vida y del vino. Espero que los de Carlyle, cuando hagan negocio de nuevo, no olviden que parte del éxito es de un enólogo ribereño llamado Bombín.