Diario de Castilla y León

Pichones en casa Lici

Bar Lici
Perazancas (Palencia)

bar lici

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Publicado por
Javier Pérez Andrés

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Lleva uno miles de cartas y manteles recorridos y le cuesta encontrar en el medio rural algún tesoro escondido, alejado de ese fenómeno que ha venido a denominarse apunte gastronómico, gastrobar… Me quedo con la cocina de Lici. No viene en las guías, ni es un restaurante al uso de mucho postín. Es el bar y punto. El último suspiro de hospitalidad de muchos pueblines escondidos en la memoria de nuestra geografía cultural.

Y es que en el ‘Lici’ nadie se queda sin comer, siempre hay algo caliente en casa de Licinia Menaza. Ahí están sus pichones estofados, huevos con patatas fritas ‘de la Ojeda’, un bocadillo de tortilla, una sopa de ajo… una comida improvisada y una sonrisa amable. Lici lleva medio siglo abriendo la puerta de su establecimiento a pie de carretera, en el casco urbano de Perazancas, que está en Palencia, en la comarca de la Ojeda. Paso obligado del románico palentino camino de norte.

Fue tienda y bar y, durante años, el lugar para almorzar. Hoy, sigue abierto desde las 9 de la mañana hasta la noche y es el único abierto en 15 kilómetros a la redonda con unos 12 núcleos de población que apenas abren unas horas sus viejos teleclub. Lici, como la conocen en toda la Ojeda, sorprende al viajero con sus cocidos de verdad con relleno, pichones estofados, alubias con caza y lentejas. Una sopa caliente, pimientos rellenos de carne y, en pocos minutos, la mesa está puesta y el comensal degustando un tipo de comida y un perfil de cocinera que es un caudal de autenticidad en todos los sentidos. La amabilidad de oficio, la mano y el punto en la cocina y el dominio de un recetario que languidece entre tanto colorín fusión.

Soraya, su hija, la acompaña a diario y, tras unos años trabajando en las eólicas, ha decidido continuar a su lado abriendo la puerta, ejercitando la amabilidad y proporcionando a sus paisanos un lugar para tomar café, un vino, una comida… todos los días de año. Que pena que la Guía Michelin, que nació por y para la carretera, ya no pase por los pueblines. Una comida, más o menos unos 12 euros… Soraya insiste «no somos restaurante, solo un bar de pueblo abierto».

Y, añado, una estrella del románico.

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