El vigía de la ciberseguridad
PERSONAJES ÚNICOS / ÁNGEL MANUEL GUERRERO HIGUERAS El investigador del grupo de Robótica de la ULE trabaja en la detección de patrones de tráfico anómalo en redes de tamaño pequeño o medio / También pone su conocimiento al servicio de la automatización del despliegue de la infraestructura en la nube aplicando técnicas de inteligencia artificial.
Empezó a programar en un lenguaje llamado Basic cuando estaba en 6º de la antigua EGB. La culpa la tuvo un amigo de la infancia que tenía un ordenador en casa –«algo no demasiado habitual entonces», aclara– y acudía a una academia para aprender programación. Tanto tiempo pasaba con él que acabó dejándole los libros y enamorándose de todo lo que allí leía. Al final, según recuerda Ángel Manuel Guerrero Higueras, sus padres le acabaron comprando un ordenador.
Esa compra reafirmó la vocación de este madrileño, que se crio en Móstoles, donde estudió Ingeniería Técnica en Informática de Gestión. De hecho, formó parte de la primera promoción de esta carrera. El primer curso, tal y como comenta, lo realizó en un instituto adaptado porque las obras del campus no estaban terminadas.
Guerrero Higueras empezó a trabajar antes de acabar sus estudios. «Eran buenos tiempos y las empresas buscaban gente en las universidades», apunta. Su entrada en el mundo laboral fue a través de unas prácticas; al terminarlas la empresa le ofreció un contrato a media jornada hasta que finalizó la licenciatura en la Universidad Rey Juan Carlos. Estuvo bastantes años en el sector privado, siempre en empresas de la órbita de Telefónica. Compaginó su labor profesional con sus estudios del segundo ciclo de Ingeniería Informática y del Máster en Sistemas Telemáticos e Informáticos.
Siempre tuvo en mente continuar formándose y conseguir un doctorado, y en 2011 le surgió una posibilidad. «Un grupo de investigación de la Universidad de León, que se dedica a la física de la atmósfera y a la meteorología, necesitaba un ingeniero informático con experiencia en computación de altas prestaciones para trabajar en modelos de predicción. En principio, ellos no tenían en mente dirigir la tesis a un ingeniero en informática, pero les pareció bien la idea siempre que encontrara a alguien de la Escuela de Ingenierías que les ayudara en las tareas de dirección», explica.
Además de su trabajo con el grupo de Física de la Atmósfera, comenzó a impartir clases como profesor asociado, también en la Universidad de León. Gracias a esas clases, contactó con Vicente Matellán, catedrático y por entonces responsable del área de Arquitectura y Tecnología de Computadores a la que hoy pertenece. «Aceptó colaborar en mi tesis y me dio la oportunidad de seguir trabajando con él en el grupo de Robótica. Una vez terminada mi colaboración con el grupo de Física de la Atmósfera, ya como investigador del grupo de Robótica participé en varios proyectos de robótica de servicios y ciberseguridad», detalla Guerrero Higueras.
En 2018 consiguió una plaza de Profesor Ayudante Doctor en el área de Arquitectura y Tecnología de Computadores del departamento de Ingenierías en la Escuela de Ingenierías de la Universidad de León. En la actualidad sigue siendo un colaborador activo del grupo de Robótica. «Nos dedicamos a la visión por computador, a la ciberseguridad en sistemas autónomos, a la interacción háptica; aunque siempre centrados en la robótica de servicios y en las arquitecturas cognitivas que rigen el comportamiento autónomo de un robot».
En este sentido, el madrileño está involucrado en proyectos de investigación en ciberseguridad. Uno de ellos, financiado por el INCIBE, tiene como objetivo la detección de nuevas amenazas y patrones desconocidos en la Red de Ciencia y Tecnología de Castilla y León (RedCAYLE). «Detectar patrones de tráfico anómalo en redes de tamaño pequeño o medio es un problema abordable. Hay gran cantidad de software comercial que una organización puede instalar en sus redes para analizar el tráfico de red. En la gran mayoría de los casos estos análisis requieren realizar tareas de prospección en los paquetes que circulan por la red», explica para, a continuación, añadir que esta labor de prospección es computacionalmente muy costosa y no puede ser acometida en infraestructuras que gestionan grandes cantidades de tráfico, como puede ser RedCAYLE.
Y es que, según deja claro el investigador del grupo de Robótica de la ULE, buscar patrones de tráfico anómalo sin hacer prospección de paquetes es una tarea mucho más compleja. En este proyecto, pretenden hacerlo usando datos de flujo. «Muchos routers, incluidos los de RedCAYLE, utilizan tecnología de flujos para obtener información estadística sobre el tráfico que gestionan. Estos datos de flujo apenas contienen información más allá de direcciones IP, puertos de comunicaciones, número y tamaño de paquetes en el flujo, etc. Sin embargo, hemos desarrollado modelos de detección de patrones de tráfico malicioso a partir de esta información, y ya somos capaces de detectar ataques de inyección SQL, entre otros. Es una línea de investigación muy prometedora».
Otro de los proyectos que le ilusiona es el denominado ODIN, financiado por el Ministerio de Defensa, para automatizar el despliegue de infraestructura en la nube aplicando técnicas de inteligencia artificial, con la meta de seleccionar al proveedor de servicios más adecuado en cada caso. Llevan trabajando en esta iniciativa desde diciembre, y en la actualidad están cerrando los requisitos junto con el Mando Conjunto del Ciberespacio (MCCE) y preparando el diseño del sistema, pero, según adelanta Guerrero Higueras, las primeras pruebas de concepto invitan al optimismo.
En su opinión, hay gente muy buena y con grandes ideas en Castilla y León. En este sentido, considera que goza de buena salud. No obstante, expone que la parte negativa de la investigación y la innovación son «las pocas oportunidades más allá de la Universidad, poca estabilidad laboral, salarios bajos en comparación con la industria, grandes requisitos formativos, etcétera». Por todo ello, considera que no se anima mucho a los jóvenes para que se dediquen a la investigación.
En esta línea, a su parecer, las administraciones públicas trabajan para que Castilla y León sea puntera, si bien se quedan lejos. «La inversión no tiene un retorno rápido, y eso obliga a realizar una planificación a medio-largo plazo que en el momento político actual es impensable», zanja.