Diario de Castilla y León

El Procurador del Común reclama a la Junta de Castilla y León inclusión real en los campamentos infantiles

Pide que la oferta esté adaptada a los niños con discapacidad para garanitizar igualdad de oportunidades, tras constatar las dificultades debido a problemas de accesibilidad, de monitores o de personal de apoyo 

Álex saluda con las pulseras que ha hecho en el campamento y luce su colgante de arcilla, empujado en silla de ruedas por su madre, Leticia Merino.- PHOTOGENIC

Álex saluda con las pulseras que ha hecho en el campamento y luce su colgante de arcilla, empujado en silla de ruedas por su madre, Leticia Merino.- PHOTOGENIC

Publicado por
Laura G. Estrada
Valladolid

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El principal deseo de Álex y de Héctor cuando este año acudieron a un campamento de verano era «hacer amigos» , atestiguan los padres de estos niños, de 11 y 14 años. Querían disfrutar como uno más, sin que nadie les pusiera etiquetas ni les preguntara qué les pasaba.

Participar en el taller de música, en la jornada de elaboración de pulseras, en el pintacaras o en los juegos de agua en la piscina. Su objetivo era simplemente divertirse , igual que el resto de participantes. «Allí no le miraban raro ni le preguntaban por qué va con un andador o una silla de ruedas; terminó encantado» , recuerda Leticia Merino, la mamá del primero de ellos.   

Tanto Álex como Héctor son reflejo de una realidad «complicada» , la que ha empujado a sus familias a buscar una oferta lúdica fuera de la convencional. Han tenido que recurrir a un programa organizado por Predif, la plataforma que representa a personas con discapacidad, para que sus hijos gocen de las mismas oportunidades que el resto de niños.  

Ambos tienen dificultades motoras y sus madres coinciden al señalar que su única opción ha sido contactar con la entidad sin ánimo de lucro, porque las alternativas ordinarias no se adecúan a sus necesidades. «Ni les tienen en cuenta a la hora de organizarlos, ni las personas que contratan tienen la preparación. No podemos apuntarle a cualquier campamento porque no son inclusivos », sentencia a progenitora de Héctor, Pilar Rodríguez.

Y ese problema, el de la «inexistencia de campamentos inclusivos», es el que ha llevado al Procurador del Común a dictar una resolución de oficio en la que insta a la Consejería de Familia de Castilla y León a promover actividades de ocio y tiempo libre que «respondan con plenitud a las características y necesidades específicas de las personas con discapacidad». 

En el caso concreto de los campamentos, el Defensor del Pueblo reclama que «estén preparados para la participación e integración de personas con necesidades especiales en convivencia con otras sin discapacidad, en un ambiente de tolerancia y respeto» , después de haber constatado que las familias se quejan porque no hay actividades adaptadas, existen barreras arquitectónicas, les deniegan la entrada de asistentes o, si les permiten el acceso, se convierten en monitores personales cuando esa no es su función.

De ahí que el Procurador insista en que se desarrollen «verdaderos campamentos inclusivos» , tanto por parte de las organizaciones públicas, como de las privadas, ya que «muchos niños y niñas» no participan pese a que «esta población tiene derecho a ser cuidada en igualdad de condiciones». 

Lo habitual es que cuando las entidades elaboran las bases de un campus de verano o de actividades extraescolares fuera del horario lectivo durante el curso, no haya visos de discriminación y aludan a la universalidad de acceso. Pero la realidad, destacan tanto las familias consultadas como Predif, choca con lo que se plasma sobre el papel.

«En una ocasión le apuntamos a un campamento organizado por un gimnasio y no funcionó porque el personal no estaba preparado , así que no lo hemos vuelto a intentar», recuerda Pilar Rodríguez. Su hijo Héctor tiene problemas de movilidad y utiliza unas prótesis ortopédicas en las piernas, que le llegan desde el tobillo hasta la rodilla. 

También Álex tiene dificultades para caminar, en su caso por una tetraparesia espástica que le afecta a todo el cuerpo, sobre todo a las extremidades, así que se mueve con andador o silla de ruedas. Leticia, su madre, reconoce que nunca han llegado a formalizar la inscripción en propuestas de verano porque les «cerraban las puertas» antes de haberlas atravesado. 

En una ocasión, rememora, pensó inscribirle en una actividad organizada por el ayuntamiento de un pueblo cercano al que residen y le sugirieron que no lo hiciera porque había pocos monitores y no le iban a poder a dedicar toda la atención que requería. También en Íscar, la localidad vallisoletana en la que hacen vida –aunque su casa la tienen en Pedrajas de San Esteban– han sondeado si sería posible que el niño participara en un campamento, pero dice Leticia que las respuestas que se ha encontrado siempre la desaniman siquiera a intentarlo. « Siento rabia e impotencia ; hay más familias como nosotros que quieren apuntar a sus hijos y no pueden», incide antes de poner el acento en que, además, resulta todavía «más difícil» en los entornos rurales. 

Pero como el motor que le mueve es lograr que su niño tenga una vida lo más parecida a la de otros de su misma edad, se ha «buscado la vida» y este verano ha llevado a Álex a un campamento inclusivo organizado por Predif. Su primer campamento, con 11 años. Tanto lo ha disfrutado que hasta lloró cuando llegó el momento de decir adiós a sus nuevos amigos. «Estaba enfadado porque quería seguir; pensaba que ya no le quería llevar más, hasta que entendió que se había terminado» , destaca su madre. 

En ese campamento impulsado a principios de verano por la plataforma que representa y realiza programas a favor de personas con discapacidad física y orgánica sí cumplieron el criterio de la inclusión porque había niños con y sin discapacidad, en una proporción del 60% y el 40%. «Si no hubiera presencia de todos, no sería inclusivo» , evidencia la coordinadora de Predif Castilla y León, Ruth Álvarez. 

Organizar esta propuesta, como ya hicieron en Navidad o Semana Santa, surge como respuesta a la demanda de un colectivo que se siente excluido. No porque les veten la entrada, sino porque quienes los promueven no tienen en cuenta todos los condicionantes que requieren, según trasladan. «Si en las actividades no puede acceder un padre para apoyarle, si no hay un asistente personal, o si el centro no es accesible, no pueden participar, aunque les dejen» , insiste Álvarez para entender la situación de los niños con discapacidad, sea física o intelectual. 

Ante este panorama, lamentan que las familias tengan que pedir auxilio a entidades como Predif y que la oferta para estos chavales se reduzca a lo que ofrezcan los organismos especializados. «En los centros donde van habitualmente al cole, sison de educación especial, o en los centros ocupacionales, preparan alguna actividad, pero no es lo mismo ni hay tanta oferta como en los generales», añade la coordinadora de Predif en la Comunidad. 

Tal es la situación que, según reflejan informes oficiales, como el elaborado por CERMI con datos de 2021, la mitad del alumnado con discapacidad no participa nunca o casi nunca en actividades de ocio, y sólo el 20% lo hace de forma habitual, según señala el Procurador del Común en la resolución de oficio emitida para promover un cambio que favorezca la inclusión real. «Hablamos de integración, pero no es tan fácil» , subraya en este sentido Pilar, la mamá de Héctor. 

La institución presidida por Tomás Quintana incide en «la necesidad de crear entornos inclusivos que garanticen que todas las personas tengan las mismas oportunidades de participar en los mismos, independientemente de sus necesidades» y reclama una respuesta «efectiva y adecuada» , a través de un escrito remitido a la Consejería de Familia e Igualdad de Oportunidades.   

Antes de emitir la resolución definitiva, el Procurador se había dirigido al área que dirige Isabel Blanco y, de las conclusiones de su respuesta, resume que los campamentos de la Red Activa se dirige a todos los jóvenes, sin exclusión, que es habitual contar entre los participantes con jóvenes con algún tipo de discapacidad, que en la última campaña ninguna solicitud fue inadmitida por motivo de padecer una discapacidad, que en la programación sí se tiene en consideración la posible de participación de jóvenes con discapacidad para la adaptación de instalaciones o actividades, y que se garantiza la plena accesibilidad.  

Sin embargo, una vez tenida en cuenta la respuesta de la Administración autonómica y, estudiada también la exposición de la problemática por parte de las familias con hijos con algún tipo de discapacidad, el Procurador pide que se apueste «de forma comprometida» por unos servicios de ocio inclusivo , que se promuevan actividades que responden a sus necesidades específicas y, respecto al punto concreto de los campamentos, solicita que se conviertan en entornos o espacios «plenamente inclusivos». 

Para lograr este objetivo reclama, entre otras cuestionen, que se diseñen teniendo en cuenta el abanico de necesidades y capacidades recabando las opiniones de organizaciones, que permitan flexibilidad en la participación, que fomenten las relaciones interpersonales, que se contraten profesionales cualificados o que dispongan del material necesario. Reclaman, en definitiva, que «ofrezcan oportunidades reales» .

Oportunidades reales para que Álex, Héctor y cualquier otro niño que quiera disfrutar de un campamento pueda inscribirse sin que sus familias piensen que para lograrlo estarían dispuestas a afrontar un sobrecoste. 

«Al resto de niños también les beneficia porque así conocen otras realidades»

Alejandro y su padre Miguel Ángel, con un juego infantil.-PHOTOGENIC

Alejandro y su padre Miguel Ángel, con un juego infantil.-PHOTOGENIC

Encontrar una «extraescolar adaptada» a niños que requieren una atención especial es «súper difícil» , evidencia en primera persona Miguel Ángel García, a pesar de tener claro que «al resto de niños también les beneficia porque así conocen otras realidades».

Realidades como la de su hijo Alejandro, de 12 años, con espectro autista . Su caso, como el de tantos otros, revela que una cosa es hablar de integración y otra cosa es llevarla a la práctica. Porque aunque intentaron que participara en una actividad abierta a todo el público, no lo consiguieron y, al final, han tenido que recurrir a Predif para alcanzar esa ansiada inclusión. 

«Le apuntamos una vez a la piscina pero teníamos que entrar con él y atenderle como si nosotros fuéramos sus monitores porque el personal que contratan no está preparado para atender estas necesidades» , recuerda este progenitor sobre el cursillo de natación por el que apostaron cuando el neurólogo les recomendó que el crío participara en una actividad «normal» porque el médico consideraba que le vendría bien «relacionarse con otros niños». 

Aquel intento resultó frustrado y ya no han vuelto a inscribirle en la oferta general que lanzan las administraciones públicas. Ahora directamente buscan los que están adaptados , como los organizados por la mencionada plataforma que representa a personas con discapacidad. «Le apuntamos al primero que hicieron en Navidad, después se animó su hermana de 8 años al de Semana Santa y ahora en verano también han ido juntos», explica. 

Miguel Ángel tiene los dos ejemplos en casa. El de su hijo, con discapacidad, y el de su hija, sin discapacidad. Así que sabe que l a interacción entre unos y otros , más allá del ámbito del hogar, es «muy, muy positiva para ambos» .  «A Alejandro le gusta estar con otros niños y hacer nuevas amistades; a él le viene de maravilla y al resto niños les viene bien para entenderle mejor», insiste sobre la necesidad de alcanzar una inclusión real. 

Sin embargo, cree que faltan apoyos y monitores «preparados» para abordar situaciones específicas, como la suya y la de tantos otros niños. Faltan recursos fuera del ámbito escolar –y también dentro, considera– para que en su tiempo de ocio gocen de las mismas oportunidades que los demás y se sientan cómodos y «útiles». 

Pero desde que Alejandro era pequeño han tenido que lidiar con dificultades que no tendrían que ser tales. «En el colegio donde iba antes no le dejaban participar en las excursiones, porque le ha costado controlar los esfínteres y nos decían que no podía ir», apunta Miguel Ángel como ejemplo para explicar que le tenían «apartado». « No sabían actuar con este tipo de caso y le ponían contra la pared por mal comportamiento cuando, por ejemplo, podían haber organizado una actividad en la que Alejandro fuera el protagonista para que así sus compañeros entendieran sus dificultades», añade. Con el paso del tiempo este padre dice que continúa arrastrando el mismo sentimiento porque no encuentran propuestas públicas para inscribir a su hijo a una actividad si no es a través de asociaciones.

Baste comprobar que, de cara al nuevo curso que comience en septiembre, están barajando apuntarle a un grupo de balonmano formado por niños con alguna discapacidad para que Alejandro pueda practicar un deporte.

Es decir, n o recopilan todas las opciones lúdicas que pueda haber en su lugar de residencia, sino que primero acotan y buscan alternativas adaptadas a él , para después elegir dentro de ese abanico reducido.

 

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