Diario de Castilla y León

El oso amplía su huella en el noroeste de Castilla y León

La cordillera Cantábrica cuenta con cerca de 400 ejemplares, con una notable expansión, de cerca de un 25%, principalmente por territorio del AltoSil Leonés, lo que podría generar un incremento de los conflictos en áreas urbanas. / El furtivismo ya no está de moda, pero sigue habiendo un importante número de denuncias

Osa cantábrica con dos crías. Foto FOP

Osa cantábrica con dos crías. Foto FOP

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D. M. / VALLADOLID
Valladolid

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La huella del oso pardo se extiende por la comunidad de Castilla y León, en una población única de esta especie el conocido como ‘Ursus arctos arcto’, oso pardo europeo, que en la actualidad forma parte de una población única en la cordillera Cantábrica. Según datos de la Fundación Oso Pardo en estos momentos hay en libertad en torno a 400 osos, son un 25% más que en los últimos datos cuando confirmaban la presencia de 330 ejemplares en el año 2019. 

En 2021 las comunidades autónomas de Galicia, Asturias, Cantabria y Castilla y León, en coordinación con el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO), finalizaron los trabajos de campo del primer censo genético de oso pardo cantábrico, que ahora continuará con los trabajos de individualización genética por la Universidad Autónoma de Barcelona y los estudios de conectividad y parentesco por el Instituto de Biología Evolutiva-CSIC, todo ello bajo el asesoramiento metodológico, tratamiento de datos y análisis de la estima poblacional por el Instituto de Recursos Cinegéticos IREC-CSIC. Datos que confirman que la expansión es real, aunque se espera un «censo oficial con herramientas genéticas, que permite individualizarlo, saber el sexo, el parentesco y hacer una estimación más aproximada», indica Guillermo Palomero, presidente de la Fundación Oso Pardo.

Principalmente hay un núcleo oriental grande en la Montaña Palentina y en la Montaña Leonesa, en Riaño, pero desde la Fundación Oso Pardo también destacan el incremento en el «Alto Sil Leonés que está enviando ejemplares a La Cabrera y al limite con Galicia». Precisamente es esta zona por donde se palpa un crecimiento, en la Sierra Ancares, en la parte de la sierra del Caurel, y al sur de la A6, en montes que limitan con Galicia. 

Un estudio de la Junta de Castilla y León confirmaba la presencia en otras provincias como Burgos y Zamora, además de Palencia y León. «En Castilla y León hay movimientos de osos machos que ya frecuentan La Cabrera tanto la parte leonesa como la zamorana e incluso a través de la zona de Sanabria algún oso se ha acercado a la zona de Portugal y han pisado terreno suyo», detalla Palomero, que incide en que «esa expansión era algo esperable. Viene bien para que se reproduzcan porque son machos jóvenes los que se mueven, las hembras tardan más». En la parte burgalesa, afirma, «se han visto huellas en los bosques de Valderredible, en la parte limítrofe con Burgos», pero también «hay algún dato que la Fundación no ha podido comprobar de huellas en zonas alejadas de Burgos». A juicio de Palomero «hay que seguir con mimo esta expansión», que también se aprecia en zonas de páramo entre Palencia y León y entre Riaño y la Montaña Palentina.

A la espera de tener un censo actualizado los últimos datos que se manejan - ver gráfico- hablan de una evolución de 6 osas a 38 en tres décadas en la cordillera Cantábrica, aunque ya no se habla de subpoblaciones occidental y oriental, sino que se generaliza en población única.

RADIOMARCAJE

El programa de captura y radiomarcaje de oso pardo que desarrolla la Junta de Castilla y León con la colaboración del Instituto Mixto en Investigación en Biodiversidad en el marco del proyecto ‘A step formard the conservation of threatened species in Spain: Brown bear telemetry in the Cantabrian Mountains’ y del Gobierno de Cantabria, persigue capturar y radiomarcar en una primera fase durante los próximos 4 años entre 20 y 30 ejemplares, habiéndose conseguido radiomarcar hasta la fecha tres ejemplares en menos de año y medio desde que se puso en marcha el programa de capturas. Además, el gobierno regional trabaja en la restauración del hábitat del oso pardo en torno a tres ejes principales: mejorar las condiciones del hábitat del oso pardo y su expansión; estudiar la fijación de CO2 en estos hábitats y favorecer el desarrollo rural.

La ejecución de este programa de radiomarcaje, mediante la integración de equipos multidisciplinares y expertos pertenecientes a grupos de investigación y a las administraciones de las comunidades autónomas, supone una herramienta clave para la mejora del conocimiento sobre la especie, y para hacer frente a los nuevos retos que supone su evolución favorable.

En la parte asturiana la Fundación Oso Pardo trabaja con científicos del CSIC  vinculados a la Universidad de Oviedo y el principado de Asturias. «Es una herramienta más que tiene sus utilidades que nos permite dos cosas: controlar algunos ejemplares, nos interesa mucho los osos que pueden generar problemas y pueden habituarse a contenedores o comida humana, o generan conflicto. Tenerlos marcados es esencial. Si no apostamos proyectos con base científica no hubiéramos avanzado». En el caso de que no sea posible esa coexistencia, se trabaja «en aplicarles medidas de autolesión para hacerles cambiar el comportamiento. Sabes donde están y a dónde van, y hay momentos de seguimiento intensivo para retirarles de la población», explica Palomero.

Otra de sus preocupaciones gira en torno a los vallados perimetrales que protegen a usuarios de autovías y autopistas.  «A veces no paran los osos y trepan. Solo hemos tenido un accidente entre León y Lugo, nos hizo ver que un oso atropellado por un camión en plena autovía es porque había entrada porque el vallado perimetral es pequeño. Hay que revisarlo, nos preocupa».

PELEA VIRAL

El vídeo de una pelea entre osos en la Montaña Palentina se hizo viral el pasado mes de junio entre una hembra de oso pardo, que se encuentra con su cría en una zona de riscos en Peña Santa Lucía, y un oso. Desde la Fundación Oso Pardo califican estos actos «de naturales. Los osos tienen comportamientos infanticidas como otras especies, leones o monos. Un oso puede matar a las crías de la osa para que entre en celo, y montar a esa osa y dejar sus genes, su semilla, pasa todos los años, y los que no vemos, este comportamiento no parece incidir en el crecimiento de la población cantábrica». Palomero explica que la osa «defendió a su cría con mucha fuerza en un lugar muy malo, con mucha caída y se despeñaron. El macho cayó y murió y la hembra se resguardó en una cueva y murieron con la cría también». A su juicio estas imágenes duras muestran la realidad «de la naturaleza. La otra cara de la moneda son esos ositos de peluche, que son auténticos. Por eso a la naturaleza hay que entenderla, conservarla y amarla».

También asegura que «las hembras tienen sus estrategias, y también copulan en su primera fase de celo con muchos machos para que las reproduzcan la temporada siguiente. Aunque el celo real es con uno o dos machos. Tienen la técnica de engañar la paternidad, unos cuantos machos en esa etapa cortita para que no las ataquen el año siguiente».

La sociedad tiene una «percepción positiva» de estos animales, algo que es fundamental para esa coexistencia: «Sin el apoyo social, toda la gente urbana que convive con los osos sería imposible trabajar con los osos. Trabajamos muy bien con alcaldes, agricultores, alcaldes.. este apoyo hay que cuidarlo». Aunque también se ven imágenes de ejemplares cerca de núcleos urbanos. «Hay que ser muy activo para entender estas alarmas que empieza a haber con osos que comen la fruta cerca de los pueblos y no se les persigue. No lo queremos, no nos interesa un oso que baja a la basura, o que te mata esporádicamente una oveja, se paga, pero que te mate una y luego otra, hay que trabajar con él», esgrime Palomero. Esas alarmas, que no gustan, les lleva a redoblar esfuerzos:  «Hay que favorecer la coexistencia y alejar a los osos de los pueblos. Explicar a los cazadores y senderistas, prevenir los incidentes, pero minimizar la posibilidad de los incidentes con los osos para mantener ese apoyo y aceptación social que ha sido clave».

Otra de las preocupaciones es la «lucha contra el furtivismo que había hace 20 o 30 años». Desde la Fundación Oso Pardo se contabilizan 151 furtivos denunciados, de ellos 18 laceros. Han retirado 1.541 lazos ilegales. En esa línea de trabajo también abogan por «proteger el hábitat. Esta zona está en Red Natura 2000 en su mayor parte y ha contribuido a que ese hábitat se proteja». Y la tercera pata es la aceptación social: «Hay que proteger los colmenares, en cuanto haya una alarma atenderla, y que se aplique el protocolo de actuación y decirle al oso que no es buena idea», explica el presidente de esta ONG conservacionista para lograr la coexistencia y convivencia con los humanos.

Por otro lado desde laFundación trabajan en el control de la población, en la recogida de muestras para los análisis genéticos, en investigación aplicada a la conservación del oso, y en la síntesis de los resultados a escala de la cordillera Cantábrica. Además, trabajan con el movimiento asociativo, federaciones, administraciones para que no haya incidentes con los animales. Y por otro lado realizan plantaciones con más de 287.250 frutales para el oso, en escenarios de cambio climático. Los daños que pueden ocasionar los osos «los pagan. Si te roba miel, si rompe frutales…», subraya.

Un estudio de Vincenzo Penteriani, investigador del CSIC y de la Universidad de Oviedo, concluía que «el cambio climático puede ser un desafío para la conservación de la biodiversidad», y generar más conflictos entre osos y humanos. 

A juicio de este experto esos efectos negativos podrían derivar en una tendencia a una dieta más carnívora, un aumento de la competencia intraespecífica con otros consumidores de bellotas, más capacidad de almacenamiento de grasa antes de la hibernación debido a la reducción de los bosques de robles y mayores desplazamientos para encontrar recursos tróficos en otras épocas del año.

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