Diario de Castilla y León

«El coronavirus es una enfermedad que tiene un curso benigno en los niños»

El jefe de Pediatría del Complejo Asistencial de Salamanca sostiene que es difícil saber cómo se manifiesta porque no pueden expresar síntomas subjetivos como el dolor de cabeza o la pérdida de olfato

.- E. M.

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Estibaliz Lera

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«El coronavirus es una enfermedad que tiene un curso benigno en los niños» . Así se expresa Eduardo Consuegra, jefe de Servicio de Pediatría del Complejo Asistencial Universitario de Salamanca, quien afirma que es difícil saber cómo se manifiesta en los pequeños porque no pueden expresar síntomas subjetivos como el dolor de cabeza o la pérdida de olfato, pero en general sufren la COVID-19 como cualquier otra infección estacional, con malestar general, fiebre o febrícula y diversos grados de síntomas respiratorios.

No obstante, los estudios observacionales o descriptivos reportan que los niños tienen pocos síntomas, si bien reconoce que no existe evidencia científica, es decir, datos numéricos fiables y contrastables para su interpretación estadística. «Es algo que echamos en falta». A esto se une, según añade, que aún no se conoce el número de portadores asintomáticos (los que tienen el virus y no tienen síntoma alguno). «Para descubrir esa cifra sería necesario hacer test a una cantidad significativa de la población». 

En este sentido, fuentes de la Consejería de Sanidad confirmaron que en Castilla y León ha habido 115 casos con PCR positiva y solo tres de ellos han requerido UCI . Respecto al tratamiento, expone que en la gran mayoría de los casos sólo requieren medidas generales, como en cualquier otra infección por virus. 

¿Y la prevención? Consuegra señala que las medidas de higiene y distanciamiento son válidas tanto para adultos como para niños. «Seguro que España se clasificaría si hubiese una Olimpiada de arrumacos, porque es parte de nuestra cultura, sin embargo, es prudente limitar el número de personas que mantienen contacto estrecho con los pequeños. No creo que haya que disminuir la dosis de besos y abrazos, pero sí limitarla a los padres, al menos de momento, que son quienes comparten gérmenes con ellos», recomienda. 

Sobre e l uso de mascarillas que el Gobierno estableció como obligatorio para los mayores de seis años, tiene claro que estos protectores son efectivos, el problema es que es complicado que los lleven. «Creo que es de esas medidas que se toman porque no tienes alternativa. Son los padres quienes han de estar pendientes de mantener el distanciamiento, lo que supone un verdadero reto a edades en las que la exploración del entorno y la búsqueda de relación con otros es lo habitual».

El jefe de Servicio de Pediatría del Complejo Asistencial Universitario de Salamanca confirma que existe preocupación entre los progenitores por la situación. Por esta razón, asegura que el mejor camino es estar bien informados en cuanto al comportamiento del virus. «Que sea relativamente benigno, los tranquiliza».

Aunque le cuesta sacar algo positivo de esta pandemia , a su parecer, la COVID-19 ha puesto al descubierto la forma abusiva en la que, durante años, la sociedad ha hecho uso de los servicios de Urgencias. «El temor al contagio ha hecho que la población los use cuando es preciso», informa Eduardo Consuegra , que confía en que este uso responsable haya llegado para quedarse, dando oportunidad al que necesita una atención urgente de recibirla cuanto antes; más ahora, cuando los profesionales sanitarios han descubierto la potencialidad de las consultas telefónicas.   

Preguntado por el síndrome inflamatorio multisistémico pediátrico , expone que en televisión, prensa y redes sociales se ha hecho referencia a casos de niños que desarrollan lesiones de piel, trastornos cardíacos y un síndrome de respuesta inflamatoria de evolución grave. «Dentro del ámbito médico se reportan todo tipo de casos para que nos mantengamos alerta y compartamos experiencia; pero, fuera del contexto profesional, lo que para nosotros podría ser anecdótico, puede traducirse en alarma social».

En esta línea, celebra que en España existe un alto nivel de atención pediátrica, con profesionales capaces de discernir entre lo banal y lo preocupante. «Hasta el momento, el número reportado de niños con ese cuadro clínico es insignificante y no hemos tenido ninguna muerte por esa causa. Se ha descrito como un cuadro similar al conocido síndrome de shock tóxico , pero relacionado a la COVID-19. Con los datos que tenemos no veo motivo alguno de preocupación y puedo asegurarte de que, si aumentase el número de estos casos o se reportase cualquier asociación peligrosa, seríamos los pediatras quienes generaríamos la alerta», incide Consuegra.

La enfermedad de Kawasaki también se ha relacionado con el coronavirus, incluso, añade, formando parte de un espectro que va desde lesiones poco relevantes de la piel hasta el shock tóxico. « La enfermedad de Kawasaki se describió hace más de 50 años y se manifiesta por fiebre, de al menos cinco días, erupción cutánea, inflamación de ganglios linfáticos, conjuntivitis, lesiones en boca y descamación de la piel. Se produce por una reacción inmunitaria excesiva y se sospecha su asociación con virus, sin que hasta ahora se haya demostrado un vínculo directo con alguno de ellos. Es posible que el SARS-CoV-2 esté entre los agentes que puedan provocarla, pero necesitamos más datos para confirmarlo».

Desde el Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social aconsejan que antes de salir a la calle es importante despejar dudas o temores a los niños, de forma que lo entiendan, cuál es la situación y cuáles son las normas, explicándoselo a cada menor en función de su edad y circunstancias personales, haciéndoles partícipes de su cumplimiento y en especial de las medidas de distanciamiento físico. De hecho, sugieren la posibilidad de hacer ‘un ensayo general’ de las medidas preventivas a modo de juego . Hay que intentar que las normas siempre sean las mismas para que se conviertan en una nueva costumbre.

De igual manera, sugieren responden a las preguntas sobre el coronavirus de manera sencilla y transmitiendo calma, y recordándoles que está en su poder protegerse lavándose las manos, tosiendo o estornudando con el codo flexionado, etc.

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