Diario de Castilla y León

Seis de cada diez pueblos de Burgos no registran nacimientos en la última década

En 2021 hubo 2.071 alumbramientos, un 4,4% menos que en el 2020 / Un 40% de las parejas burgalesas no tiene hijos

Un  padre hace  carantoñas a su hijo mientras pasean. -TOMÁS ALONSO

Un padre hace carantoñas a su hijo mientras pasean. -TOMÁS ALONSO

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V. MARTÍN | BURGOS
Valladolid

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Por las calles de Bahabón de Esgueva solo se oyen las voces de los niños los fines de semana y en verano. En el día a día el protagonista es un silencio roto de vez en cuando por una conversación fugaz entre alguno de los cuarenta vecinos de la localidad burgalesa.

Hace veinticuatro años que en este pequeño municipio de la comarca de la Ribera del Duero que no nace un niño . «Los padres de ese chico siguen viviendo aquí, pero él está estudiando en Madrid», explica Arturo Lázaro, teniente de alcalde de la villa, quien apunta que «la media de edad en la localidad estará en los sesenta años». 

Bahabón de Esgueva es uno de los 226 municipios de la provincia burgalesa en los que no nació ningún niño en el pasado 2020- último año del que el Instituto Nacional de Estadística (INE) ofrece datos actualizados-, lo que implica que en Burgos no se ha registrado ningún nacimiento en el 60,9% de sus municipios en los últimos 365 días. 

La cifra no es una novedad, al menos no en los últimos diez años y es que esta ha sido la tónica general de la última década. De hecho, tal y como revelan las cifras, desde el año 2011 no ha habido alumbramientos en un 62% de las localidades burgalesas. Ese porcentaje supone que en seis de cada diez pueblos de la provincia no se ha oído el llanto de un bebé desde hace diez años .

En muchos casos hay que remontarse aún más lejos para hablar de nacimiento producidos en las propias localidades y es que, como es lógico, de un tiempo a esta parte los partos ya tenían lugar en los hospitales de la provincia y no en las casas. El propio Lázaro explica que él es el «último niño nacido en Bahabón de Esgueva». De eso hace ya 53 año s. 

Ahora, en la localidad hay «una pareja joven», pero «no tienen hijos», señala el teniente de alcalde, quien echando la vista atrás, recuerda «un pueblo lleno de vida, con muchas familias con niños, que poco a poco se han ido marchando para buscar oportunidades fuera ».

El retrato de esta localidad es el reflejo de una provincia entera. De un país, en realidad. Pero lo cierto  es que en comunidades como Castilla y León, la sangría poblacional  y el envejecimiento se han convertido en algunas de las principales preocupaciones de la ciudadanía y de las administraciones. 

Año tras año, el número de nacimientos ha ido descendiendo de forma progresiva . En 1975, en pleno arranque de la Transición Española, nacían en la provincia 5.577 niños y tan solo cinco años después, en 1980, esa cifras se reducía en un 20%, hasta los 4.367 nacimientos.

«Estamos ante una situación dramática», asegura Lázaro. «La gente mayor que aún vive en los pueblos se está muriendo y los jóvenes se marchan para encontrar una oportunidad fuera y en otros casos no se tienen hijos o solo uno por cuestiones económicas y de estabilidad ».

También por la falta de servicios. «No contar con determinados servicios no ayuda a que la gente quiera quedarse en el pueblo o piense en venir a vivir al medio rural». En este sentido, Lázaro lamenta que «en esta cuestión no solo tiene culpa las administraciones, que poco hacen para fijar población e incrementar la natalidad » si no que «la gente no quiere vivir en el medio rural. El de Bahabón de Esgueva se quiere ir a Lerma, el de Lerma a Burgos y el de Burgos a Madrid», lamenta. Es «la pescadilla que se muerde la cola», apunta.

«Para que un pueblo esté vivo tiene que haber niños». Así de sencillo es para Lázaro. Y así de complicado también. Niños que,  afortunadamente, siguen recorriendo las calles de Bahabón de Esgueva durante los fines de semana de buen tiempo y en los meses de verano». El pueblo duplica la población en esos periodos. «De hecho, se están construyendo casas en la localidad». Todas ellas, eso sí, «como segundas residencias»

Antes de la pandemia, el médico pasaba por el pueblo dos días a la semana, ahora «viene a demanda, cuando le necesitamos», explica el teniente de alcalde, que espera, eso sí, «recuperar los días de visita en poco tiempo». Un pescadero y un carnicero se acercan a la localidad un día a la semana y el panadero lo hace todos los días. 

Un campo de futbito y de baloncesto y una buena conexión a internet completan los servicios de esta localidad que además se ubica a solo veinte kilómetros de Lerma y de Aranda de Duero. Sin embargo, estas prestaciones « no han sido suficientes para fijar población y fomentar la natalidad».

Arrancando los años noventa, la provincia burgalesa sufría un nuevo  retroceso en el número de nacimientos, pero entrada la década de los 2000 y hasta el año 2010 se producía un incremento de los alumbramientos. Así, se pasaba de los 2.779 nacimientos del año 2000 a los 3.360 del 2010.

Es con la crisis económica del año 2008, que en Burgos alcanzaba su pico álgido de desempleo en el 2013, cuando se produce un nuevo descenso de la natalidad. En esta ocasión mucho más brusco. Desde 2015 hasta el pasado 2021, se han producido 700 nacimientos menos al pasar de los 2.760 alumbramientos a los 2.071 del pasado año, que protagonizaba la cifra más baja de los últimos 46 años. 

A nivel autonómico, las cifras no son muy diferentes. Y es que Castilla y León ha pasado de los 36.661 nacimientos en 1975 a  los 12.970 del pasado año 2021, lo que supone un descenso del 64%.

Cambio en la familia

Así, en estas cuatro décadas, los nacimientos han caído en la provincia burgalesa un 62%. Un porcentaje que se sitúa trece puntos por encima de la media española, cuyo descenso alcanza un 49,4% .

Una realidad que ha supuesto un cambio en la composición de las familias burgalesas. Actualmente hay en la provincia  82.700 parejas unidas legalmente ya sea en matrimonio o como pareja de hecho. Tal y como recoge el INE, un 40,3% de esas parejas no tienen hijos en común . Sin embargo y si se echa la vista atrás, en el año 1975  más de un tercio de las familias españolas eran numerosas porque estaban compuestas por tres o más menores. 

También ha cambiado a lo largo de los años la edad media de las madres. Las burgalesas que decidieron ser madres en 1975 en la provincia lo fueron por primera vez con 29 años de media. Desde ese momento, la edad media de las progenitoras ha ido aumentando poco a poco hasta los 33,02 años de 2020 .  Una mayor formación educativa y la entrada en el mercado laboral fueron las primeras causas del retraso de la maternidad, pero en la última década se han sumado otras cuestiones como la falta de estabilidad laboral y económica. 

«Para mí todo son ventajas». Asegura Lázaro cuando se le pregunta por lo mejor de vivir en el medio rural. «Más aún si tienes el trabajo cerca, como es mi caso, que lo tengo a diez minutos en coche», apunta este burgalés, que pone en valor «la tranquilidad, la naturaleza, el espacio y la seguridad de los pueblos para criar a los más pequeños». 

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