Diario de Castilla y León

La capital y cinco municipios concentran el 66% de los nacimientos registrados en Zamora

Los alumbramientos caen un 31,8% en la última década y un 72% desde 1975, el índice más alto del país por detrás de Asturias

Un padre abrocha a su bebé al grupo cero del coche antes de viajar. -J.M. LOSTAU

Un padre abrocha a su bebé al grupo cero del coche antes de viajar. -J.M. LOSTAU

Publicado por
Laura G. Estrada
Valladolid

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La despoblación y el envejecimiento son dos características que definen a Castilla y León, en general, y a Zamora, en particular. Así lo evidencian numerosos indicadores demográficos, entre ellos el que alude al número de nacimientos. La referencia es elocuente: la capital y cinco localidades acapararon dos tercios de los alumbramientos registrados en la provincia en 2020, es decir, el 66%.    

En concreto, en el territorio se contabilizaron 798 bebés en dicha anualidad, según las últimas cifras del Instituto Nacional de Estadística (INE) desglosadas por municipios y 528 de los mismos se produjeron en la ciudad, en Benavente, en Toro, en Morales del Vino, en Monfarracinos y en Roales. De hecho, estos son los únicos enclaves en los que se inscribieron al menos una decena de nacimientos, mientras que los demás no alcanzaron dicho dato.   

En el resto de poblaciones de Zamora los recién nacidos se pueden contar con los dedos de las manos. Y en buena parte de ellos, ni siquiera hace falta contarlos, porque directamente no los hubo . Y es que el ‘cero’ es la constante que se repitió en 120 núcleos de los 248 que conforman el territorio, lo que supone que casi la mitad de los pueblos zamoranos (el 48,4%), no dieron la bienvenida a ningún crío en 2020. En otros 66 (un 26,6%), además, sólo se contabilizó uno, teniendo en cuenta el lugar de residencia de la madre.

Con el dato más actual de nacimientos en el global de la provincia, que sí está actualizado a 2021 aunque no haya un detalle por municipios, se constata que el año pasado la curvatura continuó en descenso, siguiendo la estela que arrastra desde 2010 . Porque desde esa fecha Zamora resta niños, año tras año. Y van once consecutivos.

En la última comparativa interanual esa bajada se concretó en un descenso del 4,26%, al pasar de los 798 nacimientos antes mencionados de 2020 a los 764 de 2021, lo que en términos absolutos supone que vinieron al mundo 34 bebés menos . El índice, aunque no es de los más altos de la comunidad en términos relativos, sí pone en evidencia una realidad que no sucede en otros puntos de España, pues la comparativa interanual de nacimientos en el país arroja un descenso del 0,2%. La de Zamora es veintiuna veces superior. 

Pero la disminución de niños no es un fenómeno exclusivo de los dos últimos años ni se puede achacar a los efectos de la pandemia que ha sacudido este periodo. Baste comprobar que en la última década los nacimientos se han desplomado un 31,8% en la provincia, pues esos 764 de 2021 distan mucho de los 1.120 registrados en 2011. 

Las estadísticas del INE revelan, además, que al menos en este intervalo de tiempo –aunque puede ser más–, hay 17 localidades zamoranas que no han inscrito en sus registros particulares a ningún bebé . Quizá tengan niños de otras edades, pero sus progenitoras se empadronarían más tarde, no el momento del nacimiento. 

Es el caso de Cubo de Benavente, donde el autobús escolar recoge a dos niñas, Elsa y Alba, según explica el alcalde, Emiliano Bresme, quien apunta a las «complicaciones» administrativas como parte del problema para facilitar el asentamiento de población. «Si a una familia le das 1.400 euros al mes para quedarse aquí, vive mejor que con un sueldo más elevado en una ciudad; hay que facilitar la vida para que opten a quedarse». 

Pero él es buena muestra de cómo las exigencias lastran las expectativas. Recuerda que regentó un taxi y acumuló «siete u ocho años consecutivos de inspecciones» , hasta que lo dejó, después de haber aprobado un examen para trabajar en el metro de Barcelona y de haberse vuelto al pueblo porque no le gustaba la vida en la ciudad. «Hay que animar al que quiere hacer cosas, pero cuando empiezan a complicarte la vida, la gente lo deja», añade. 

En la misma línea se expresa el regidor del cercano municipio de Brime de Sog, Gaspar Bécares, indignado por «las trabas que pone la administración» en pueblos pequeños. «Cada vez que alguien quiere hacer algo le piden mil papeles y le vuelven loco», dice. Una pareja con dos niños de entre 5 y 7 años que se estableció hace poco tiempo, procedente de Tudela (Navarra), aunque con vínculos con el pueblo, sirve como ejemplo de la problemática a la que apunta, cuando quisieron montar un taller. 

A los obstáculos burocráticos se une el elevado precio que, a su juicio, piden los propietarios por algunas viviendas que no utilizan –«hay quien piensa que tiene un piso en la Castellana», ironiza–, lo que también complica la llegada de gente joven en edad de tener hijos y provoca que en las estadísticas de natalidad acumulen tantos años sin registrar un recién nacido. El último fue Juan, un joven de 19 años que ahora está estudiando en Valladolid, explica el primer edil. 

Quizá en Brime de Sog puedan romper pronto la estadística de falta de bebés en la que llevan sumidos tanto tiempo porque sí hay ‘treintañeros’ viviendo allí, que quizá pronto den el paso de formar una familia. «Posibilidades hay», pero es necesario facilitar el acceso a la vivienda a precios razonables, insiste, porque de lo contrario, los interesados optan por asentarse en Benavente, situada a 30 kilómetros. 

Ésta es una de las localidades con más vida de la provincia, pero no escapa del descenso de la natalidad. Los datos así lo evidencian, pues en una década el número de bebés registrados ha caído un 39% . En Toro, otro de los grandes enclaves zamoranos, la situación se repite, y en diez años los recién nacidos han bajado un 40%; lo mismo que sucede en Morales del Vino, con un desplome del 38,7% en dicho periodo. La capital tampoco se desmarca de esta tendencia a la baja y, si en 2011 contabilizaron 511 partidas, en 2020 la cifra bajó un 33,66%, hasta los 339.

Al echar la vista más atrás en el tiempo, con 1975 como referencia, los datos constatan cambios tan significativos que Zamora se erige como el segundo territorio de España que mayor desplome porcentual ha sufrido en este intervalo. En concreto, ha pasado de los 2.750 bebés inscritos hace prácticamente medio siglo a los 764 actuales, y esa bajada del 72,22% sólo la supera Asturias, que anota un 72,53%.

Lejos quedaron, por tanto, las cifras que posicionaban a Zamora por delante de Soria, de Teruel, de Guadalajara, de Segovia, de Ávila y de Palencia –además de las ciudades autónomas de Melilla y de Ceuta– en cuanto a la contabilidad de nacidos. En la actualidad sólo tiene por delante a Soria y a Palencia , y también a Ceuta. Porque desde finales de los 70 hasta finales de los 90 acumuló un abrupto descenso en la gráfica de su evolución y, aunque a partir de esa fecha logró una estabilidad –con ligeros altibajos–, desde 2010 la tendencia siempre ha ido en decadencia. 

En este lapso desde el inicio de la democracia moderna también se observa un cambio claro en la composición de los hogares. Entonces el 39,6% de las familias tenía más de tres hijos, mientras que ahora ese porcentaje apenas representa el 8% . Además, en 1975 sólo el 32% tenía un hijo y el 29% iba a por el segundo, mientras que los últimos datos del INE apuntan a que ahora el 55% se queda con uno y el 36,7% tiene dos.    

Sin olvidar que la media de hijos por mujer ha pasado de 1,87 a 0,98 y que la mitad de las parejas que comparten hogar   –independientemente de si están casadas o unidas al amparo de otras fórmulas–, no tiene descendencia.  

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