Diario de Castilla y León

Un corneado en el glúteo en el tercer encierro de Cuéllar

La cogida se produjo en la plaza de toros, donde se atendió al herido

La villa de Cuéllar celebra el tercer encierro de sus fiestas en honor a la Virgen del Rosario, con toros de la ganadería de Fuente Ymbro.- ICAL

La villa de Cuéllar celebra el tercer encierro de sus fiestas en honor a la Virgen del Rosario, con toros de la ganadería de Fuente Ymbro.- ICAL

Publicado por
César Mata

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Los jandilla de Fuente Ymbro han protagonizado un encierro vibrante , con ritmo, siempre con la sospecha de una rebelión de los astados de Ricardo Gallardo . Que salieron de los corrales del Puente Segoviano tras la estela de los mansos, en una fuga controlada hacia los pinares. Con una atmósfera tamizada por las ramas de los pinos y el polvo que levanta la arena sedienta de agua, menesterosa de humedad y vida.

Cinco toros, cinco, porque uno de los astados se rompió un cuerno en la finca donde se oficiaba su encabestramiento, y quedó inutilizado para el encierro y su posterior lidia. Cuatro de pelo negro, y uno castaño claro.

Ya en un primer momento se hizo evidente desde las monturas que el encierro iba a ser ‘encastado’, con la encrucijada propia de una conducción que ha de tener en cuenta que los toros son bravos, y que no es la huida su instinto, sino el ataque. Prevención en los caballistas y garrochas cargadas por si hay que reconducir embestidas impetuosas.

Sumergidos en el mar de pinares los toros mostraban sus ánimos y querencias. Comunes en algunos casos, en otros centrífugas. En ese clima de tensión y esfuerzo, en el que la solidaridad entre caballistas y mansos es aún más importante , transcurrieron los primeros minutos. Reconducir impulsos, consentir la búsqueda de una libertad recuperada y no perder nunca la cara de los fuenteymbro.

Así las cosas, el paso por la angostura de las máquinas ofreció con claridad en fraccionamiento de la comitiva. Tres toros, otro, y otro. Un paso secuenciado, con los bueyes de zaga sellando la manada y mostrando su prestación de tope último. Una referencia fundamental para la conducción pecuaria . Una vez atravesado el asfalto fugaz de la carretera de Cantalejo, en el rastrojo en cuesta que se abre con su color pajizo, la anchura del terreno y la pendiente favoreció que desde las monturas, con la coordinación de Pepe Mayoral y Pedro Caminero se lograra la agrupación de todos los bóvidos, bravos y mansos, antes del paso crítico bajo la autovía. Un descanso necesario para afinar la música que tranquiliza a las fieras. Que no es sino el silencio del campo, su lugar natural.

Remontados los pagos ya al otro lado de esa cremallera asfáltica, nuevamente se pudo detener a la manada. Unos minutos antes del presentido avance final. Que se presentía intenso, y lo fue. La bravura siempre impone un ritmo vital , del mismo modo que el sometimiento muestra su inmovilidad. Y no sólo en los bóvidos de lidia.

La reanudación de la marcha hacia el páramo en el que rompe el embudo fue impetuoso. Desordenadamente ordenado. Propio de unas tropas dispuestas a la pelea, con la arrogancia del guerrero que cree firmemente en sus propias fuerzas y no repara en la compañía de otros soldados. Desde las monturas, y con el apoyo logístico de los mansos, se enfocó la raza de los pupilos de Fuente Ymbro hacia la ligera depresión del terreno que da comienzo al embudo. Allí apareció, soberano de su energía y su casta, un primer astado, castaño, bien armado, seguido a distancia por sus hermanos de zaína negrura y cuajada lámina. Con pulso firme, con ritmo sostenido . Ligeramente escorados hacia la izquierda, con los caballistas consintiendo ese grado de rebeldía que ha de reconocerse a los líderes. Una entrada explosiva en la población.

Y esa intensidad mostrada en el campo, tuvo también su reflejo en las calles. Que hospedaban el ansia de los mozos por encelar embestidas y encajarse entre las astas . Temple en las carreras y momentos de riesgo . Un tramo urbano que completa el rito campero, y que le da sentido. Un corredor resultó corneado en una nalga, aunque la herida no comprometió ningún órgano y articulación. Fue operado en la enfermería de la plaza de toros y trasladado en ambulancia al hospital Clínico Universitario de Valladolid.

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