Diario de Castilla y León

Salamanca, tras las inundaciones: "Queda un trabajo durísimo"

Toda mano es poca en Herretar Auto, un negocio familiar que atraviesa su tercera generación creando riqueza en el medio rural, anegado por el agua tras las fuertes lluvias que sorprendieron ayer comiendo a sus dueños

Intensas lluvias en la provincia de Salamanca. ICAL

Inundaciones en la provincia de Salamanca tras las intensas lluvias del fin de semana. ICAL

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Redacción
Valladolid

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Poco hacía presagiar el desastre que se avecinaba mientras la familia Herrero compartía mesa y mantel un domingo cualquiera. No lo sería, sin embargo, el de ayer, cuando a primera hora de la tarde las nubes oscurecieron el cielo del Campo de Salamanca y empezaron a descargar con furia sobre gran parte de la provincia charra. También en Aldehuela de la Bóveda , donde se ubica Herretar Auto , concesionario de Peugeot para todo tipo de reparaciones, que fuera fundado por José Herrero, cuyos hijos José y Amador se ocupan de regentar ahora y que ya da trabajo a su nietos, la tercera generación creando riqueza en el medio rural.

“Estábamos comiendo y vimos que el agua empezaba a subir por todas las zonas del pueblo. Nos sirvió de aviso”, explica a Ical José Herrero , uno de los dos hermanos que llevan el negocio familiar. De inmediato, se desplazaron hasta el taller y cuando llegaron se encontraron con una pequeña capa de agua, que un principio apenas superaba los diez centímetros . Entonces parecía una situación normal. “Otras veces había habido algún susto, pero claro, nada comparado a lo que vino después”, anuncia. En media hora, una a lo sumo, el agua se había desbocado y superaba ya los 70 centímetros .

“Cuando vimos que empezaba a subir, intentamos sacar todos los vehículos del taller, que eran muchos. Había coches, furgonetas, camiones… Todo lo que teníamos”. Para ello, se remangaron de lo lindo, nunca mejor dicho, y pusieron a funcionar sus grúas al mayor ritmo posible. “Fuimos sacando todo hasta que ya llegó un punto en que el agua rebasaba ya los 70-75 centímetros, que es lo que más o menos hemos estimado, y ya no pudimos sacar nada más ”, lamenta.

De ahí en adelante, reconoce que vivieron momentos de “mucha impotencia” mientras esperaban a que el nivel del agua dejara de subir, dando cierta tregua, y más tarde, comenzara a retroceder. “Entre varios amigos y familiares que vinieron a ayudarnos conseguimos, poco a poco, sacar lo más importante de las oficinas ”, relata. Así, por la escalera de acceso a las viviendas ubicadas en la parte superior del taller, fueron desfilando todos los ordenadores y la documentación más reciente. “Por sacar algo, porque no podíamos sacarlo todo y había que priorizar”. Por entonces, el agua les llegaba ya “por el ombligo”.

La situación, preocupante y tensa, era también peligrosa. “ Los talleres son muy eléctricos y está todo automatizado . Tenemos maquinaria que no hemos podido contabilizar como daños, y que ni si quiera hemos podido probar porque estamos todavía con la luz cortada hasta que podamos despejarlo todo de agua y, sobre todo de barro, que es lo que más hay a estas horas”, describe José, horas después de los peores momentos de la inundación. El responsable del taller recuerda que, cuando el agua comenzó a retroceder, se pusieron a vaciar los fosos, que eran las zonas más anegadas, mediante bombeos. “Como podíamos”, apuntilla.

El balance de daños arroja aún cuentas confusas, pero el perjuicio se aventura grave. “Ya estamos con los peritajes y todo, pero el proceso de saber qué partes están dañadas y qué partes no es muy complejo. Pero sí tenemos un porcentaje muy amplio porque el agua ha cubierto vehículos, maquinaria, herramientas, filtros, recambios, documentación, de todo”, enumera. “La situación que tenemos a día de hoy es un trabajo durísimo y una imagen pésima porque está todo lleno de barro. Hay material repartido por el suelo porque estaba flotando y lo hemos ido rescatando como podíamos”, rememora.

Ahora, la familia y los amigos se emplean a fondo para salvar “lo máximo posible” tras el desastre. “Es una pena porque es un trabajo de muchos años. Hemos conseguido tener un taller de primer nivel en todos los aspectos, en cuanto a reparaciones, pintura, neumáticos, e incluso como concesionario, y verte ahora en esta situación es difícil”, lamenta el profesional de la automoción, mientras intenta levantar la cabeza y promete que seguirán trabajando para, “poco a poco” y “cuanto antes”, poder volver a dar servicio a los clientes.

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