Diario de Castilla y León
Carlos Mazón

Carlos Mazón

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Mazón era el excapitán Barbosa de la Perla Negra, un pirata zombi atado al mástil de su pecio hundido que vagaba por los bajos fondos de la política. Lo sabía todo el mundo, incluido Jack Sparrow. Todo el mundo menos él y Feijóo, inmerso en un laberinto esquizofrénico por no haber pasado por la quilla a Mazón cuando el dolor de la tragedia era tan insoportable como indecente la vida cotidiana del cantante. Esto le pasa a Feijóo por haber dejado a la escoria del Casadismo germinar en la sentina del PP. Feijóo hace tiempo que no las cheira, por eso ha dejado abierta la escotilla de la sucesión del indecente de las 14 versiones de un almuerzo con sobremesa y parking. Feijóo no sólo decidió no extirpar lo más ruin del Casadismo que todavía reptaba por el PPtras la caída de los Hermanos Pinzones. De aquellos lodos estos Mazones. De otra forma sería imposible que emergiera en las quinielas Mompó, un fiel del grupo de los cuatreros de Teo García Egea y otras alimañas como el extremeño Alberto Casero, otro filibustero que acabó empapelado por la Justicia y repudiado por sus palanganeros, algunos al arrullo de Tellado. Mompó no es el camino del medio del gallego, es el del medio de los Pinzones. No se sabe quién convenció a Feijóo de que la tragedia de la DANA iba a prescribir algún día en la memoria colectiva y el dolor común, y podrían salvar al soldado Mazón, el arrogante cantante del PP fenicio, que todavía deambula por El Ventorro al plato y a las tajadas, mientras nos batimos contra un temporal de rabia y desazón. Así las cosas la sombra del miserable, alargada como un aniversario de llanto e indignación, se proyecta ahora sobre los comicios de Castilla y León, que celebrará elecciones en plenas Fallas, con el aliento de las urnas valencianas en el cogote. Nadie sabe si Feijóo está a tiempo de salvar su liderazgo, insensatamente arraigado a los embustes suicidas de un Mazón que acabará cantando, La Traviata. Delante de un juez.

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