Diario de Castilla y León

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Todos los años desde la Fundeu se escoge la palabra más representativa del año. Ese 2024 que se ha ido ya ja elegida ha sido DANA, un acrónimo de infausto recuerdo y que viene a a dar un nombre nuevo a la realidad que antaño conocíamos como ‘gota fría’. DANA es el vocablo que define un año bisiesto y peliagudo, aunque bien se pudiera haber escogido el término ‘discordia’, que es, mal que nos pene (con perdón), la conducta que define a la sociedad actual. En el año 2023, la palabra seleccionada fue ‘polarización’ y, de no haber sido por el trágico protagonismo de la maldita DANA, era fácil haber seguido designando a aquellos apelativos que mejor definen a la sociedad actual. Ni cincuenta años nos ha durado el espíritu de concordia que inauguró la aprobación mayoritaria por el pueblo español de la Constitución actualmente vigente. El primero que se pasa el espíritu de la transición por el forro de los bolsillos es el régimen gobernante en su enésima vuelta de tuerca a la manivela de la máquina de presionar sobre la falla abierta entre españoles. Desunión, crispación, desacuerdo, fragmentación, tensión, distanciamiento y falta de armonía nos conducen al resquebrajamiento y desgaste social. A un mundo de rencillas y confrontación. La división, el enfrentamiento y la inquina como las tres cruces. La ingeniería social funciona a todo lo que da y contamina más que la locomotora de carbón del ferrocarril minero. Lavado de cerebro obligatorio en tiempos de mentes reblandecidas desde la infancia por el pecado original de las leyes educativas por las que nunca nadie será culpado y llevado preso aunque merezca trabajos forzados. No tiene perdón de Dios esa manipulación infantil constante e inconsciente de las consecuencias. Un adoctrinamiento tal que ríase usted de los flechas y la sección femenina. Así que luego pasan las cosas que pasan y hay que oír. Como el discurso que se tuvo que escuchar durante la tradición burgalesa del Obispillo, un compendio de la agenda woke leído con voz aflautada. Que si sostenibilidad, que si enseñanza y sanidad pública y de calidad o que si hay que dar apoyo municipal a países en desarrollo. Unas letanías que ríase usted del 15-M cuajadas de palabros del tipo ‘inclusivo’ o ‘acogimiento’. A gusto se quedó el autor del mamotreto y estupefactos los espectadores del sainete. Sólo al final, y supongo que por vergüenza torera ya que el Obispillo se escoge entre los de la Escolanía de los Pueri Cantores de la Catedral, en el discurso se mencionó al Niño Jesús, cuya natividad es el origen de las festividades que acabamos de celebrar por mucho que haya quien se niegue a pronunciar un feliz Navidad. Las palabras, el lenguaje, son desde su invención símbolos y como tales poseen una gran capacidad de transformación. Aquel cuyo diccionario arranque con la A de Antagonismo y termine con la Z de Zozobra no sólo está perdido, sino que amenaza con echarnos a perder a los demás. Concordia.

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