Diario de Castilla y León

EDITORIAL

Castilla y León, talento a raudales

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CASTILLA Y LEÓN, talento a raudales. Esa podría ser la conclusión de la séptima edición del Congreso Somos Castilla y León organizdo por El Mundo Castilla y León el pasado lunes y martes en la Feria de Valladolid y por el que han transitado algunos de los más destacados líderes de todos los ámbitos de nuestra Comunidad. La conclusión es que el modelo educativo de éxito que gestiona Castilla y León, y que nos ha hecho el mejor de España y uno de los mejores del mundo, es un nicho arrollador para generar y descubrir talento en las aulas. Talento que luego se forma y perfecciona en las universidades. Talento que luego explota y germina en el poderío de nuestras empresas, a la vanguardia en innovación, tecnología y desarrollo en sectores tan dispares como el cultural, el industrial, el automovilístico o el agroalimentario.

El elenco de políticos, empresarios y directivos de distintos ámbitos y latitudes coinciden en dos necesidades urgentes para seguir avanzando en un mundo cada vez más competitivo. Y ambas tienen como objetivo la enseñanza de nuestros jóvenes. Lo primero adaptar la oferta de estudios a la demanda de las empresa. En el ámbito universitario, pero también en la cada vez más pujante formación profesional, como se está haciendo en los países más avanzados y las grandes economías mundiales. Hay que desmitificar, de una vez por todas, que la formación profesional es una enseñanza de segundo nivel. Todo lo contrario, las empresas buscan cada vez más un tipo de perfiles que emana de las aulas de la formación profesional y no sólo de las universidades. La segunda conclusión clara es que las universidades tienen que adaptarse a los tiempos. Tienen que adquirir velocidad de crucero en los cambios, incluso a la hora de adaptar los planes de estudios a las nuevas necesidades, a los nuevos modelos y a las nuevas tecnologías. En prácticamente todos los ámbitos. Planes de estudios que tienen que estar dirigidos a una puesta en práctica de las profesiones, sin olvidar la formación en humanidades como elemento esencial para forjar egresados con capacidad crítica, que es de donde brota el talento, de la capacidad de pensar e idear. Es decir, el genio y el ingenio. Las universidades, especialmente las públicas, no es que se hayan quedado atrás, se han quedado al margen. Los datos son elocuentes, en Castilla y León pierden matriculas a un ritmo vertiginoso, mientras crecen las matriculaciones en las públicas. Es un hecho y es irrefutable, por mucho que lo intenten ocultar los rectores. Nuestras universidades gozan de una baza, el prestigio. Pero del prestigio adormecido no se prospera. El prestigio hay que renovarlo al ritmo de los tiempos.

Castilla y León cuenta con los mimbres para seguir creando talento. Otro de los retos es conseguir retenerlo, e incluso lograr que regrese el que, dentro de una dinámica normal en el fluir laboral, emigre a otras latitudes en busca de ampliar experiencia, conocimiento y oportunidades. Las universidades tienen que escuchar el latido de la sociedad, el de las empresas, esencialmente.

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