Diario de Castilla y León

LA SOLANA

Lo bueno del mundo ruralen el sector financiero

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LAS CAJAS de ahorro son una especie prácticamente extinguida en España. Deben quedar un par de ellas de las setenta que había al iniciarse el siglo XXI. Eran entidades sin ánimo de lucro arraigadas al territorio cuyos propietarios eran los impositores y que estaban controladas por asambleas generales en las que, además de los citados impositores, había consejeros generales de organizaciones representativas del ámbito social del territorio de la entidad, de administraciones públicas y del personal. Una parte de sus beneficios, por ley, debía (o debe, que todavía hay dos) destinarse a obra social. De las obras sociales de esas viejas cajas quedan fundaciones que mantienen acciones de los bancos en que se transformaron esas cajas. Su final tiene que ver con el mangoneo de los políticos en muchas de ellas y por errores en la gestión, pero también con la presión que ejercía la banca ante un competidor incómodo en algunos lugares, a los que preferían ver jugar con las mismas reglas que ellos. El fin de las cajas supuso para muchos lugares perder un activo financiero importante que estaba pegado al territorio. En general, se esfumó la cercanía, el trato más directo, y se impuso otra lógica. Ese papel de las cajas de ahorro con los territorios ha tenido un continuador, las cajas rurales, que también se han beneficiado de la extinción de aquellas entidades sin ánimo de lucro. Así, nos encontramos con provincias como Soria en la que el líder indiscutible del mercado financiero es una cooperativa de crédito, la Caja Rural de Soria, representativa de un sector que demuestra que es posible hacer las cosas con claras diferencias respecto a los bancos pero con la misma o incluso mayor rentabilidad. La de Soria tuvo el año pasado un beneficio récord que superó los 20 millones de euros. Tiene una ‘población’, perdón, número de clientes, que casi coincide con los casi 90.000 habitantes que tiene la provincia y la cooperativa acumula casi 52.000 socios. Después de años en los que se insistía en las fusiones bancarias porque sin un tamaño mínimo la rentabilidad era imposible, la Caja Rural de Soria demuestra que existen otros caminos. Pero lo importante está en su relación con el territorio, el impacto que tiene en la provincia poder contar con un eficaz instrumento financiero a cuyos máximos dirigentes se los encuentra uno con facilidad por la calle y con unos principales gestores que muchas veces conocen al que se acerca a pedir apoyo financiero para una actividad ,y a su familia, con lo que además de los fríos números que observan otros ven también personas y familias y pueden asegurar inversiones para el territorio porque son capaces de incorporar humanidad a los análisis sin que eso suponga reducir la eficacia o la rentabilidad. El mundo rural, tan denostado, también tiene muchas cosas buenas, entre ellas alguna clara ventaja para la población en el sector financiero.

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