Diario de Castilla y León

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HABLANDO EN PLATA: los políticos de la Comisión Europea son unos jetas. Qué casta hinchada y detestable, que se dedica a joder a los europeos con los cambios de hora. Son gentuza de estepa y desfiladeros que no saben qué significa el alba, y qué despertarse con la luz del día para organizar la vida de la polis con un mínimo de claridad y optimismo. En suma, personajes de oscuridades, de palpo en bruto que, como dicen en mi pueblo, no tienen ni bazo ni hiel, pues si lo tuvieran en su sitio –algo muy normal en los habitantes de la luz– la gente se avendría bien.

Pues no señor. Estos tenebristas de la Comisión Europea para el cambio de hora son unos mentirosos de tomo y lomo. Ya en septiembre de 2018 nos dijeron que no volverían a cambiar la hora, porque así lo votó una abrumadora mayoría de ciudadanos. Se olvidaron de ello con una razón de perogrullo que nos dio un personaje de las oscuridades suecas, que tiene mando en plaza, y que se llama JaKop Dalunde. Un verde radical que quiere cambiarnos el clima, el planeta, los horarios, y la ruleta rusa porque según él «hay un problema de ancho de banda». ¿Qué es ese ancho de banda? Ni idea, pero vean con qué gilipollez justifica sus gansterismos de gaitero: «El sistema político no puede gestionar todas estas cosas a la vez». ¿Qué? Además de mentiroso, un inepto textual y deprimente.

El caso es que seis años después –y cuando ahora se va ajustar el horario de la luna porque «cada cuerpo celestial tiene su propio latido», según expertos de la Nasa– aquí seguimos cambiando la hora por el capricho de unos políticos que se pasan por los perendengues los problemas de salud que acarrean los cambios horarios en niños, mayores, y en enfermos de todo tipo. Que en junio os vote Pedro Botero.

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